El control de la inflaci¨®n, de virtud a necesidad
Con la incorporaci¨®n a la uni¨®n econ¨®mica y monetaria (UEM), un buen n¨²mero de analistas considera que la aparici¨®n de un diferencial de inflaci¨®n es una de las principales amenazas para el aprovechamiento de las oportunidades que brinda la moneda ¨²nica. Un mayor crecimiento de los precios internos implica una p¨¦rdida de competitividad que, ante la imposibilidad material de compensarla con una modificaci¨®n del tipo de cambio, repercutir¨ªa negativamente sobre la actividad y el empleo.No obstante, m¨¢s all¨¢ del corto plazo y de situaciones estrictamente coyunturales, es poco probable que puedan darse diferenciales de inflaci¨®n significativos y/o persistentes entre los pa¨ªses que integren la uni¨®n monetaria. Dicho de otra manera, como ya sucede entre las regiones de un mismo pa¨ªs, las tasas de inflaci¨®n tender¨¢n a igualarse, sin que ello sea una garant¨ªa, como los datos ponen claramente de manifiesto, del mantenimiento de las posiciones competitivas, de la capacidad de crecimiento o de creaci¨®n de empleo.
?Por qu¨¦ ser¨¢ dif¨ªcil que puedan producirse diferenciales de inflaci¨®n entre los distintos pa¨ªses miembros de la uni¨®n monetaria? Hay dos grandes tipos de razones: el mayor protagonismo que adquiere la ley del precio ¨²nico y las derivadas de la adopci¨®n de una pol¨ªtica monetaria com¨²n dentro de la zona
La ley del precio ¨²nico
La ley del precio ¨²nico, a semejanza del principio de los vasos comunicantes, establece que, en mercados abiertos, transparentes y eficientes, los precios de los bienes y servicios comerciables de id¨¦ntico contenido deben ser iguales.Actualmente, nuestra econom¨ªa tiene una estructura productiva muy similar a la de los socios comunitarios, un fuerte grado de apertura exterior y una proporci¨®n cada vez mayor de bienes y servicios sujetos a la competencia internacional.
Si a ello se a?ade la plena movilidad de mercanc¨ªas y factores de producci¨®n, la ausencia de riesgo de cambio, unos precios expresados en la misma unidad de cuenta, una pol¨ªtica monetaria y unos tipos de inter¨¦s comunes, etc¨¦tera, los precios finales tender¨¢n a converger, puesto que el arbitraje impedir¨¢ que productos o servicios equivalentes puedan pretender precios distintos. La suma de una moneda ¨²nica a un mercado ¨²nico favorecer¨¢ la igualaci¨®n de los niveles de precios y, por tanto, de las tasas de inflaci¨®n.
As¨ª, un deterioro de los costes unitarios relativos -principalmente los laborales- dif¨ªcilmente podr¨¢ trasladarse de un modo permanente al precio final, puesto que, en dicho caso, la demanda se desplazar¨ªa hacia las alternativas m¨¢s atractivas existentes en el mercado.
No obstante, este aumento de los costes relativos, aun sin reflejarse en los precios de venta, tendr¨¢ un efecto importante, ya que comprimir¨¢ los m¨¢rgenes y la rentabilidad de la empresa, del sector o de la econom¨ªa que los sufra, llev¨¢ndolos a una situaci¨®n dif¨ªcilmente sostenible con la producci¨®n y el empleo negativamente afectados.
Tampoco parece probable que una mayor presi¨®n de la demanda final en un pa¨ªs determinado, por las razones que fuere, derive en un incremento sostenido de los precios internos, ya que, en buena medida, tender¨¢ a satisfacerse con importaciones procedentes de otras zonas con capacidad de oferta disponible. Esta compensaci¨®n de la actividad entre distintos pa¨ªses y regiones favorecer¨¢ a su vez una mayor sincron¨ªa de los ciclos dentro de la zona, atenuar¨¢ los riesgos de un recalentamiento en las regiones con mayor presi¨®n de la demanda y diluir¨¢ los efectos inflacionistas en el conjunto de la zona.
El principal peligro viene por el lado de una elevaci¨®n de los precios de los bienes no comerciales -principalmente los de determinados servicios-, lo que, directa o indirectamente, podr¨ªa contaminar los costes de los que est¨¢n sometidos a la competencia internacional. No obstante, por las mismas razones anteriormente expuestas, dicho aumento dif¨ªcilmente podr¨¢ repercutirse en los precios finales, por lo que, de nuevo, el ajuste llevar¨¢ a una compresi¨®n de los m¨¢rgenes y a una contracci¨®n de la actividad y del empleo.
Finalmente, la inflaci¨®n importada -como consecuencia, por ejemplo, de una subida de los precios de las materias primas- afectar¨¢ de un modo relativamente homog¨¦neo a los distintos pa¨ªses del ¨¢rea y a buen seguro no dar¨¢ lugar a diferenciales de inflaci¨®n significativos.
Adem¨¢s, en el caso de que tal aumento afectase de un modo muy especial a una determinada regi¨®n, el ajuste se encaminar¨¢ m¨¢s por una modificaci¨®n de los precios relativos internos y una reasignaci¨®n de los recursos que por una elevaci¨®n del nivel general de precios.
Las exigencias de una pol¨ªtica monetaria com¨²n
En una ¨®ptica de m¨¢s largo plazo, hay otro argumento de peso que apunta hacia una mayor convergencia de las tasas de inflaci¨®n entre los pa¨ªses de la uni¨®n monetaria. En efecto, muchos fen¨®menos pueden producir fluctuaciones pasajeras del nivel de precios, pero, en la medida en que la inflaci¨®n es un fen¨®meno esencialmente monetario asociado al crecimiento de la cantidad de dinero en circulaci¨®n, la aplicaci¨®n de una pol¨ªtica monetaria com¨²n, con un grado de liquidez y unos tipos de inter¨¦s equivalentes, no deja pr¨¢cticamente espacio a una diferenciaci¨®n de las tasas de inflaci¨®n entre los distintos pa¨ªses integrados en el euro.De nuevo, el s¨ªmil geogr¨¢fico es ilustrativo, ya que no solamente entre las regiones de un mismo pa¨ªs, sino tambi¨¦n entre econom¨ªas con distintas divisas pero bajo una uni¨®n monetaria de facto -como podr¨ªa ser la zona marco integrada por Alemania, el Benelux y Austria-, se observa una evoluci¨®n muy similar de las tasas de inflaci¨®n, sin que ello sea tampoco una garant¨ªa de convergencia real.
Las claves del ¨¦xito: flexibilidad e innovaci¨®n
De los razonamientos anteriores se desprende que, en el marco de la uni¨®n monetaria, las tasas de inflaci¨®n dif¨ªcilmente podr¨¢n divergir de un modo significativo o persistente. La evoluci¨®n de los costes unitarios relativos, el mayor o menor grado de flexibilidad de los mercados, la capacidad innovadora de las empresas, etc¨¦tera, adquieren, en contrapartida, todo su peso como factores determinantes de la capacidad competitiva y de crecimiento de una econom¨ªa: el control de la inflaci¨®n deja de ser una virtud para convertirse en un imperativo.En este nuevo entorno, la responsabilidad fundamental del Gobierno es la de asegurar un marco general propicio al desarrollo de la actividad empresarial, que abarca desde la consolidaci¨®n presupuestaria a trav¨¦s de la racionalizaci¨®n del gasto hasta la profundizaci¨®n y ampliaci¨®n de las reformas estructurales destinadas a dotar a los mercados de suficiente flexibilidad.
Ante el reto de una fuerte acentuaci¨®n de la competencia, las empresas deber¨¢n identificar sus puntos fuertes y dise?ar nuevas estrategias dedicando una particular atenci¨®n a la inversi¨®n, la innovaci¨®n y a los aspectos cualitativos de sus productos y servicios. Por ¨²ltimo, en lo que a los agentes sociales se refiere, la creaci¨®n de empleo aconseja la adopci¨®n de un nuevo modelo m¨¢s flexible y en el que las retribuciones est¨¦n m¨¢s estrechamente vinculadas a las ganancias de productividad.
Vamos, sin duda, por el buen camino. En el transcurso de los ¨²ltimos a?os, la econom¨ªa espa?ola ha abordado con notable ¨¦xito un proceso de apertura, estabilizaci¨®n y modernizaci¨®n que ha culminado con nuestra integraci¨®n en la uni¨®n econ¨®mica y monetaria. No obstante, nos enfrentamos actualmente a un nuevo reto decisivo para consolidar y reforzar esta trayectoria. Ello requiere aunar los esfuerzos y encarar con decisi¨®n las reformas que exige un nuevo marco de referencia caracterizado por la acentuaci¨®n de la competencia, la aceleraci¨®n del progreso t¨¦cnico y la mundializaci¨®n de los mercados.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.