Revoluci¨®n y restaurante
En contra de lo que pudiera parecer, los tiempos de la Revoluci¨®n Francesa a pesar de suponer serias dificultades para la restauraci¨®n, fueron la principal causa de la consolidaci¨®n y de la absoluta expansi¨®n de los restaurantes. Y la raz¨®n de que fuera el pa¨ªs galo el precursor de este tipo de establecimientos es bien sencilla: debido a la conmoci¨®n social que trajo consigo la revoluci¨®n, numerosos cocineros de la nobleza derrocada se quedaron literalmente en la calle, pasando a engrosar lo que hoy denominar¨ªamos las listas del paro, pero sin posibilidad de cobrar el subsidio de desempleo. Estos apurados jefes de cocina, acostumbrados a elaborar una alta cocina para sus se?ores y los invitados de tan regias mesas, tuvieron que exprimir su inventiva y arriesgarse a montar sus propios establecimientos o, en el peor de los casos, trabajar a sueldo en aquellos que ya tuvieran un nombre hecho o la categor¨ªa que consideraban suficiente. Brillat-Savarin salud¨® entusiasmado el auge de los restaurantes e hizo la siguiente definici¨®n de los restauradores: "Es aquel cuyo comercio es el de ofrecer al p¨²blico un fest¨ªn siempre dispuesto, y cuyos platos se detallan, por raciones, a precio fijo, a demanda de los consumidores". Lo que en la actualidad nos parece lo habitual, es decir, que exista una carta, una relaci¨®n de los manjares y su importe, y sobre todo que se pueda comer sin que tenga que ser a hora fija, fue la aut¨¦ntica revoluci¨®n del mundo hostelero que a Savar¨ªn tanto alborozo le caus¨®. Y no parece que fue el ¨²nico en percibir las ventajas de este nuevo sistema, ya que en el Par¨ªs de 1790 hab¨ªa ya m¨¢s de cien restaurantes, y a los pocos a?os su n¨²mero se hab¨ªa multiplicado por cuatro. El resto de las ciudades europeas notardaron en asumir este bendito invento.
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