Las afinidades inoxidables
No ha perdido la vista que le echaba al vacuno ni la conversa con los tratantes, para regatearles unos duros al mondongo de las reses. Iba al ganado, muy ladino y con una sonrisa de gazapo coloreada por Dickens; lo pasaba por el matarife; y depositaba las piezas en el mostrador de la carnicer¨ªa modernista y blanquista del padre; aquellos despojos abastec¨ªan de prote¨ªnas al vecindario m¨¢s pudiente. La posguerra era un friso de carest¨ªas y la prole se chupaba los dedos untados en hervido de acelgas y pan de ma¨ªz; hac¨ªa las colas de picadura y lentejas; y Franco m¨¢s que un suntuoso vigilante de la civilizaci¨®n occidental se le figuraba el guard¨¦s de un imperio de picaderos. En medio de aquel paisaje fam¨¦lico donde Dios ol¨ªa a sardina de bota y a boniato, Andreu Alfaro era un liante adolescente, con un lapicero de hacer cuentas y una empanada c¨®smica a la sombra de la pelambre, que le pon¨ªa disciplina y m¨¦todo al trabajo. De las chuletas de palo sali¨® una fiera vocaci¨®n de artista: dej¨® la babilla por el gouache y el solomillo por el lat¨®n; y en lugar de las terneras se encandil¨® con las obras de Jorge Oteiza. Pero fue en Heysel, con m¨¢s de 100 metros de Atomium sobre su cabeza, donde se le apareci¨® la geometr¨ªa. A su regreso de la Exposici¨®n Universal de Bruselas de 1958, renunci¨® a la figuraci¨®n. "Jam¨¢s hab¨ªa visto arte abstracto y aquello era impresionante", le dijo a la periodista Rosa Brines, muchos a?os despu¨¦s y refiri¨¦ndose a la muestra 50 ans d"art modern, "y a partir de ese momento, supe que hab¨ªa que cambiarlo todo radicalmente". Andreu Alfaro ingres¨® en el Grup Parpall¨®. All¨ª estaban, por entonces, los cr¨ªticos Vicente Aguilera Cerni y Antonio Gim¨¦nez Peric¨¢s, y los pl¨¢sticos Doro Balaguer, Salvador Soria, Monjal¨¦s, Eusebio Sempere y Jos¨¦ Mar¨ªa Labra: desde el informalismo al expresionismo, mucho an¨¢lisis, mucho rigor y mucha trinchera est¨¦tica, ideol¨®gica y pol¨ªtica, frente al academicismo y el inmovilismo de aquella Espa?a agusanada y con el rosario a la bandolera del nacionalcatolicismo. Andreu Alfaro ya no puso el freno: hab¨ªa que conquistar el espacio urbano y lo conquist¨®, meti¨¦ndole horas, imaginaci¨®n y talento, hasta conciliar forma y funci¨®n. Descubri¨® al tracio Constant¨ªn Brancusi y Constant¨ªn Brancusi lo excit¨® con su columna sin fin de 30 metros de acero; descubri¨® a Antoine Pevsner y Antoine Pevsner lo estimul¨® con sus esculturas de metal soldado que invaden la lejan¨ªa; descubri¨® la Bauhaus y la Bauhaus le mostr¨® a L¨¢szl¨° Moholy-Nagy. Javier Maderuelo que ha estudiado minuciosamente la obra de Andreu Alfaro afirma: "La relaci¨®n entre el trabajo de ambos artistas hay que buscarla, por lo tanto, en la coincidencia de ciertas intenciones e intereses, como el af¨¢n de experimentar con las propiedades de materiales nuevos y de tratarlos con t¨¦cnicas semi-industriales, g¨¦nero del que fue pionero Moholy-Nagy en sus construcciones tituladas moduladores espaciales". El escultor realiz¨® un bucle de hierro de cinco metros de altura, "sobre una losa en forma de mesa cuadrada de la que manan unos chorritos de agua, de los cuales se puede beber" y est¨¢ situada en el Colegio Alem¨¢n de Valencia: Escultura per a font, es su primera obra p¨²blica y la construy¨® entre 1960 y 1961. Luego, seguir¨ªan otras muchas: Cosmos 62, El pardalot, Homenatge a Joan Fuster, El meu poble i jo, Un arbre per l"any 2000 y m¨¢s, trabajadas fundamentalmente en hierro, en aluminio y en acero inoxidable. Andreu Alfaro lleg¨® al mundo en Valencia, el 5 de agosto de 1929; y a los espacios p¨²blicos del mundo, en 1971, precisamente en la enramada de ese ¨¢rbol para el 2000 que plant¨® en la plaza Am Pl?er de N¨²remberg. Desde entonces, dialoga con las ciudades y los parques y los jardines y los edificios de Nueva York, de Europa, de Espa?a, a trav¨¦s de sus monumentos escult¨®ricos, sin concesiones a la an¨¦cdota ni a las descripciones, minimalmente. Ha expuesto en Sao Paulo, en Venecia, en Par¨ªs, en Otawa. Se cas¨® con Dorothy Hofman, tiene tres hijos, el Premio Nacional de Artes Pl¨¢sticas, la Medalla de oro del Sal¨®n Internacional de Marzo, el Alfons Roig y sus afinidades inoxidables: Joan Fuster, Goethe, el pa¨ªs, la memoria, la libertad y toda la peripecia de una vida resuelta en el avispero y la clarividencia.
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