La confusi¨®n embarga a Brasil
A falta de un punto de luz en la divisoria, como ya advirti¨® en su d¨ªa Rivelino, Brasil gatea a oscuras por la Copa del Mundo, con dos veteranos exiliados a Jap¨®n como avanzadera: el capit¨¢n Dunga, con 34 a?os, y el volante C¨¦sar Sampaio, de 30. El uno, llamado el jefe tanto por su cargo como por su ascendente, es jugador del Jubilo Iwata y el otro act¨²a en el Yokohama Flugels, el equipo que entrena Carles Rexach. "Un t¨¦cnico muy divertido", apunta Sampaio sobre Charly. "Nos lo pasamos bien".Dunga es la extensi¨®n del entrenador en el campo y Sampaio la soluci¨®n a bal¨®n parado, pues lleva tantos goles como Ronaldo y los tres de distinta factura: uno con la clav¨ªcula a la salida de un c¨®rner; y los otros dos en acciones posteriores al lanzamiento de una falta. Las jugadas de estrategia son hoy un remedio para los problemas que tiene el equipo en la elaboraci¨®n del juego.
"Son jugadas que trabajamos mucho en los entrenamientos", confiesa Sampaio, muy espabilado en aprovechar los amagos de los delanteros previos al lanzamiento del saque de esquina o libre indirecto. "Hay que ir perfeccionando el don del f¨²tbol que nos ha dado Dios", agrega el jugador, futbolista tan laborioso que le gan¨® el puesto a Concei?ao y persona profundamente religiosa, miembro de los Atletas de Cristo y lector diario de la Biblia. "Me emocion¨¦ mucho con los dos goles ante Chile", aclara, "y si me vieron con el rostro iluminado es porque estaba dando gracias al Se?or". Las plegarias al cielo se imponen ante la falta de milagros en la tierra. El redentor Ronaldo es a¨²n esclavo de la publicidad.
Hay demasiada gente que va a su bola en Brasil, pese a que Ronaldinho diga que le preocupa m¨¢s el juego del equipo que su cuenta de goles. "Admito, en cualquier caso, que el s¨¢bado yo necesitaba marcar, y por eso estoy feliz. Tengo sed goleadora, pero de golpe me he encontrado con un nuevo rival: los postes". El asunto no est¨¢ s¨®lo en Ronaldo sino en su acompa?ante y ah¨ª hay posiciones encontradas: Bebeto o Denilson, por no hablar ya de Rivaldo, al que el ariete recrimin¨® que no le pasara la pelota; Giovanni, descartado tras el primer partido, ni de otras ri?as, qu¨¦ las ha habido y muchas.
Jug¨® Bebeto en el primer tiempo contra Chile, y Brasil marc¨® tres goles, pese a que estuvo m¨¢s confuso que nunca, y sali¨® Denilson en la segunda parte y el equipo anduvo m¨¢s alegre ofensivamente y, sin embargo, s¨®lo marc¨® un gol. "Son cosas del f¨²tbol", aclara Mario Lobo Zagalo. "Me gust¨® m¨¢s el tramo final. Pero ya advierto que no voy a dar la alineaci¨®n hasta el d¨ªa del partido de los cuartos de final".
M¨¢s que determinaci¨®n, liberaci¨®n, rapidez o ingeniosidad, a Brasil le ha redimido su efectividad y la bondad del calendario. Mientras la cr¨ªtica americana y europea va cantando misa -que si no hay central, que si se echa en falta un medio centro, y que si debe jugar Bebeto o bien Denilson-, Zagalo responde: "Faltan tres partidos para ser pentacampeones".
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