Jap¨®n, China y la inestabilidad cambiaria
El autor analiza la situaci¨®n de Jap¨®n y China, que puede hacer inevitable una devaluaci¨®n de la moneda de esta ¨²ltima
Los ¨²ltimos datos sobre la salud econ¨®mica de Jap¨®n y China, los dos gigantes asi¨¢ticos que suponen conjuntamente m¨¢s de una quinta parte del producto bruto mundial, han despertado una grave preocupaci¨®n, especialmente por sus m¨¢s que previsibles implicaciones regionales e internacionales.Tras dos trimestres consecutivos de variaci¨®n negativa del producto interior bruto (PIB), -0,4% en el ¨²ltimo de 1997 y -1,3% en el primero de 1998, Jap¨®n ya est¨¢ t¨¦cnicamente en recesi¨®n. A¨²n m¨¢s graves son las cifras correspondientes a los principales componentes de la demanda: la inversi¨®n ha ca¨ªdo un 5,1% en los tres primeros meses del a?o en curso, tras estancarse en el trimestre anterior; las exportaciones han descendido casi cuatro puntos, despu¨¦s de crecer el 2,7% en el ¨²ltimo cuarto de 1997.
Pero, adem¨¢s, el consumo interior apenas ha crecido (un escas¨ªsimo 0,1%), pese al recorte impositivo vigente desde febrero, aunque algo ha mejorado tras la ca¨ªda de medio punto registrada en el periodo anterior. Para colmo, el yen sigue depreci¨¢ndose en los mercados internacionales, habiendo alcanzado 144 unidades por d¨®lar a mediados de junio.
La p¨¦rdida de confianza de los agentes econ¨®micos parece, pues, haberse agravado y generalizado. La inversi¨®n privada se desploma, pese a los muy bajos tipos de inter¨¦s vigentes desde hace casi tres a?os (el tipo de descuento del banco central se mantiene en el 0,5% desde septiembre de 1995). El consumo interior no reacciona a la rebaja impositiva de dos billones de yenes, lo que confirma que la poblaci¨®n japonesa est¨¢ transformando ese recorte en ahorro, sin trasladarlo apenas al consumo.
Las exportaciones, pese a que el yen se ha depreciado m¨¢s de un 20% respecto del d¨®lar desde principios de a?o, se han visto m¨¢s afectadas de lo previsto por la crisis del resto de Asia, que recibe m¨¢s de la mitad de las ventas de productos nipones en el exterior. Los analistas consideran que Jap¨®n est¨¢ inmerso poco menos que en un callej¨®n sin apenas salida. Las medidas de reactivaci¨®n fiscal, pese al ingente plan de est¨ªmulo desvelado el pasado mes de abril, no han devuelto la confianza a las empresas y los particulares.
Adem¨¢s, Tokio no se atreve a aumentar todav¨ªa m¨¢s el gasto p¨²blico y a recortar sustancialmente los impuestos por temor a que se dispare el ya alarmante d¨¦ficit presupuestario. Por a?adidura, muchos economistas consideran que los siete planes de reactivaci¨®n fiscal puestos en marcha desde 1992 no han servido para sacar a Jap¨®n de la recesi¨®n y han agravado el desequilibrio fiscal.
En cuanto a la pol¨ªtica monetaria, apenas hay margen para reducir los tipos de inter¨¦s, medida que, por lo dem¨¢s, generar¨ªa a¨²n m¨¢s presiones a la baja sobre la moneda. Incrementar la oferta de dinero recortando los coeficientes de reserva o recurriendo a operaciones de mercado abierto, aunque puede comportar ventajas, tendr¨ªa el mismo efecto sobre el yen.
Todo parece indicar que Jap¨®n, como ya hizo repetidas veces en el pasado, intentar¨¢ salir de la crisis con m¨¢s exportaciones, lo que explica la pasividad de sus autoridades ante la depreciaci¨®n del yen. Los otros miembros del Grupo de los Siete o G-7, que re¨²ne a los pa¨ªses m¨¢s industrializados del mundo, parecen considerar igualmente que tal recurso a las ventas exteriores puede ser el ¨²nico cartucho pendiente, pero han descartado, por el momento, cualquier acci¨®n coordinada para sostener la divisa nipona.
Con todo, lo grave del asunto no es tanto la situaci¨®n interna de Jap¨®n, la peor desde hace un cuarto de siglo, como los efectos de esa estrategia de resoluci¨®n exportadora de la recesi¨®n interior sobre el resto de Asia oriental, y en particular sobre China, el ¨²ltimo basti¨®n indemne de las crisis que se desataron en la regi¨®n hace ya un a?o.
Las exportaciones chinas han crecido s¨®lo un 8,6% en los cinco primeros meses del a?o, frente a m¨¢s del 20% en 1997. Es m¨¢s, por vez primera en los ¨²ltimos 22 meses, las ventas al exterior se redujeron un punto y medio el pasado mes de mayo. Las importaciones cayeron a¨²n m¨¢s durante ese mes (-3,8%), lo que pone de manifiesto que China tambi¨¦n tiene problemas de demanda interior, como demuestra adem¨¢s la tasa del crecimiento del producto interior bruto (PIB) en el primer trimestre (7,2%, una cifra sustancialmente m¨¢s baja que el 8,8% registrado en 1997).
Todo parece indicar que, de seguir as¨ª las cosas, el super¨¢vit comercial chino, que alcanz¨® 41.000 millones de d¨®lares el a?o pasado, podr¨ªa reducirse hasta 30.000 millones, o incluso menos, este a?o. Adem¨¢s, la recesi¨®n econ¨®mica y la depreciaci¨®n monetaria de los vecinos de China han hecho descender la entrada de capital extranjero.
Algunos analistas prev¨¦n un crecimiento del PIB chino en 1998 del 6,5%, una cifra considerablemente inferior a la necesaria para crear el empleo suficiente para dar trabajo a la mano de obra excedente por la reestructuraci¨®n de las empresas y de los organismos estatales.
En tal contexto no cabe descartar una devaluaci¨®n del renminbi, incluso en el transcurso de este mismo a?o. El dilema que las autoridades chinas deben estar dirimiendo en estos momentos es claro y consiste en ponderar los inconvenientes y las ventajas de tal medida.
Entre los primeros destacan la p¨¦rdida autom¨¢tica de credibilidad interna y externa del Gobierno chino, que ha asegurado a diestro y siniestro que no devaluar¨¢, y la desaparici¨®n inmediata del margen de maniobra que esa responsabilidad global de China le est¨¢ otorgando en temas como su ingreso en la Organizaci¨®n Mundial del Comercio, el car¨¢cter desestabilizador de esa eventual devaluaci¨®n sobre Hong Kong y el resto de Asia oriental, y el previsible incremento de las fricciones comerciales con Occidente
Y, sobre todo, el importante argumento de que recortar la cotizaci¨®n internacional del renminbi puede no servir para apenas nada, si, como parece evidente, desencadena una nueva oleada de devaluaciones competitivas en el resto de Asia oriental, obligando a China a seguir devaluando para no perder cuotas de mercado.
Razones de peso todas ellas, pero que pueden quedar oscurecidas por las eventuales ventajas pol¨ªticas y econ¨®micas de optar finalmente por devaluar. El Gobierno del primer ministro Zhu Rongji est¨¢ impulsando, como es sabido, una reforma econ¨®mica de gran trascendencia, basada en la reestructuraci¨®n de las empresas estatales y en la reducci¨®n del empleo en la Administraci¨®n p¨²blica.
Para que tales medidas se puedan llevar a cabo sin amplias protestas sociales, la econom¨ªa china debe crecer a una tasa suficiente como para crear los nuevos empleos necesarios y que los especialistas sit¨²an en al menos un 8%, cifra que no parece pueda alcanzarse en las condiciones actuales.
Adem¨¢s, las presiones de las empresas exportadoras, que no se conforman s¨®lo con los mayores incentivos fiscales y financieros, son seguramente enormes. China necesita igualmente atraer mucho capital for¨¢neo, que aumentar¨ªa con una cotizaci¨®n m¨¢s baja.
En sus ¨²ltimas declaraciones, el gobernador del banco central chino ha instado a Jap¨®n a frenar la ca¨ªda del yen. Tal exigencia, acompa?ada por vez primera de una reafirmaci¨®n menos contundente que en los ¨²ltimos meses sobre el mantenimiento de la paridad, quiz¨¢ sugiera lo que se avecina, una devaluaci¨®n del renminbi, argumentada en la falta de colaboraci¨®n de las autoridades japonesas.
China no quiere ciertamente convertirse en la espoleta de una segunda ronda de crisis burs¨¢tiles y cambiarias en Asia, pero puede verse impulsada a serlo si Jap¨®n y sus socios occidentales no toman medidas inmediatas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.