Segundas primarias
Las elecciones primarias celebradas el s¨¢bado por el PSOE para elegir candidatos a las principales alcald¨ªas del pa¨ªs y a la presidencia de comunidades aut¨®nomas han puesto de manifiesto los puntos flacos de esta f¨®rmula de apelaci¨®n directa a las bases. El hecho de que en la mayor¨ªa de los casos hayan ganado los candidatos oficialistas o m¨¢s pr¨®ximos a la direcci¨®n del partido, sea a nivel regional o municipal, indica probablemente que la capacidad cr¨ªtica de los militantes se expresa m¨¢s abiertamente en condiciones excepcionales, como ocurri¨® cuando tuvieron que optar entre Jos¨¦ Borrell y el secretario general, Joaqu¨ªn Almunia, para encabezar la lista de las generales. La victoria de Fernando Mor¨¢n en las primarias para la alcald¨ªa de Madrid, frente a la opci¨®n que apoyaba la direcci¨®n regional, no hace sino subrayar como excepci¨®n el triunfo de quienes contaban con el visto bueno de los dirigentes del partido. En algunos casos -en Valencia y Zaragoza, por ejemplo- los vencedores aparecen adscritos a las filas de lo que ya empieza a llamarse borrellismo, pero se trata de personas que ocupan la direcci¨®n del PSOE en esos territorios.Hay otros factores que explican este dominio de las candidaturas oficialistas. En las grandes ciudades, los candidatos han acudido a las urnas con fuertes compromisos de votaci¨®n adquiridos por las tendencias y agrupaciones del partido; hasta el punto de que los seguidores de Joaqu¨ªn Leguina explican su derrota en Madrid en clave de una defecci¨®n de ¨²ltima ahora de alguno de los grupos apalabrados para votarle. En las ciudades m¨¢s peque?as, los militantes se conocen entre s¨ª, hasta el punto de que resulta a veces dif¨ªcil romper psicol¨®gicamente con la presencia del partido.
Con todo, han sido unas elecciones generalmente incontestadas y limpias. Uno de sus principales m¨¦ritos es que con su celebraci¨®n han afianzado un poco m¨¢s el sistema de elecciones primarias como un dinamizador de la vida pol¨ªtica del PSOE, y tal vez del resto del pa¨ªs. Cada d¨ªa parece m¨¢s claro que otros partidos tendr¨¢n tambi¨¦n que refrendar a sus candidatos con el voto de sus afiliados.
Ni este problema del peso quiz¨¢ excesivo del partido, que probablemente se corregir¨¢ con el tiempo, ni el de m¨¢s alcance de la doble legitimidad oscurecen la importancia pol¨ªtica de las primarias. Por el contrario, los siete candidatos a la presidencia de las comunidades aut¨®nomas y los 43 aspirantes a alcaldes elegidos el viernes cuentan con una cuota de valor a?adido que los ciudadanos, sin duda, tendr¨¢n en cuenta cuando acudan a las urnas el a?o pr¨®ximo. El llamado efecto Borrell tendr¨¢ seguramente su continuidad en las elecciones locales y auton¨®micas. Y como receta para corregir el peso excesivo del aparato del partido, probablemente sea ¨¦ste un buen momento para articular un sistema mediante el cual puedan votar tambi¨¦n los simpatizantes. ?ste ser¨¢, sin duda, el paso decisivo para consolidar el sistema de primarias.
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