Sin salida y sin papeles
90 inmigrantes subsaharianos se encierran en la catedral de M¨¢laga para exigir su documentaci¨®n
Buscaba la libertad y se top¨® con el encierro. Maillard Ogbhemhe, un nigeriano de 27 a?os, cruz¨® la alambrada de Melilla de forma ilegal el pasado 12 de febrero. Dos d¨ªas m¨¢s tarde lleg¨® al centro de internamiento de Capuchinos, en M¨¢laga, un centro para los inmigrantes indocumentados que van a ser devueltos a sus pa¨ªses de origen. Tra¨ªa un papel en la mano: el expediente de expulsi¨®n. "Despu¨¦s de 27 d¨ªas me abrieron la puerta y me dijeron: "Joven, viniste a Espa?a y ah¨ª tienes la libertad que buscabas", explica en un correcto ingl¨¦s. Pero le denegaron algo m¨¢s importante: la c¨¦dula de inscripci¨®n.Maillard lleva ya m¨¢s de mil kil¨®metros recorridos en Espa?a. Y no ha estado de turismo. "Al ver que en M¨¢laga no ten¨ªa ninguna posibilidad de encontrar trabajo, me fui a Madrid". All¨ª tampoco le fue mejor. "Siempre obtuve la misma respuesta: sin papeles no hay nada para ti", dice mientras sus compa?eros organizan las bolsas de comida que les trae el Ayuntamiento. Unos lo han intentado en Almer¨ªa, otros en Barcelona o en Murcia: todos lo han intentado.
La historia de Maillard hay que multiplicarla por 90; por los 90 inmigrantes subsaharianos, en su mayor¨ªa de Nigeria, Mal¨ª y Senegal, que llevan encerrados desde el viernes en la catedral de M¨¢laga para exigir documentaci¨®n. El color de la piel no es la ¨²nica caracter¨ªstica que tienen en com¨²n. Ninguno de ellos puede ser expulsado -sus pa¨ªses de origen no los reconocen-, y todos ellos tienen recurrida la denegaci¨®n de la documentaci¨®n.
La Plataforma de Solidaridad con el Inmigrante, una entidad que agrupa a m¨¢s de veinte colectivos, se ha unido a esta medida de presi¨®n. Y esgrimen sus razones con fuerza. Luis Pernia, secretario de esta organizaci¨®n, asegura que desde mediados de febrero -fecha en que terminaron los planes de acogida para los inmigrantes subsaharianos- han llegado m¨¢s de 200 africanos procedentes de Melilla y que, despu¨¦s de pasar un m¨¢ximo de 40 d¨ªas en Capuchinos, "terminan deambulando por los parques y las playas de la ciudad".
"Doscientos negros reunidos en un mismo campamento llaman mucho m¨¢s la atenci¨®n que si est¨¢n dispersos por todo el territorio nacional", se?ala un miembro de la plataforma. Pernia lo explica de forma m¨¢s sutil: "La estrategia del Ministerio del Interior es desperdigar a todos los inmigrantes por el territorio nacional para que el problema sea menos evidente". Pero el resultado es el mismo: "Se les niega la documentaci¨®n y, con ello, la posibilidad de acceder a atenci¨®n sanitaria o a un trabajo que los saque de la marginaci¨®n.
"No entiendo por qu¨¦ se nos ve como una peste. Entre nosotros hay intelectuales, hay ingenieros", dice Matthew Osaigbow, un nigeriano que, a pesar de la seguridad con la que habla, s¨®lo tiene 20 a?os. "Y uno de los intelectuales a los que me he referido soy yo". Como la mayor¨ªa, afirma haber estudiado ingenier¨ªa electr¨®nica. "Soy una persona ¨²til, con un don natural para el conocimiento", asegura.
El camino de Matthew comenz¨® en Nigeria hace casi dos a?os, para terminar en un pa¨ªs al que todos califican de libre. Atr¨¢s, como todos los que ahora comen bocadillos en el jard¨ªn de la catedral, ha dejado a su familia. "Un d¨ªa me fui. Eso es todo. Cada uno tiene que tomar su camino en la vida". Y el suyo pas¨® por N¨ªger, Argelia y Marruecos. S¨®lo espera que en M¨¢laga haya llegado a su fin. "S¨®lo necesito que me den el permiso de residencia".
"Algunos tienen una visi¨®n que es muy ingenua, y tienen que ser conscientes de que no es tan f¨¢cil conseguir la documentaci¨®n", asegura Pernia. Y encuentra el consuelo en un informe de la organizaci¨®n M¨¢laga Acoge que es claro al respecto: la Ley de Extranjer¨ªa s¨®lo deja dos opciones: expulsi¨®n o documentaci¨®n. Es una interpretaci¨®n que el adjunto al Defensor del Pueblo en Andaluc¨ªa, Sebasti¨¢n de la Obra, reduce a contradicci¨®n: "Es una incoherencia que el Ministerio del Interior no pueda expulsar a unos ciudadanos y que los deje sin recursos para que se busquen la vida".
"Es una incoherencia que luego se hable de un supuesto malestar social causado por la inmigraci¨®n cuando los culpables no son los inmigrantes, sino la Administraci¨®n, que no responde con eficacia al problema", agrega De la Obra.
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