La Ministra que se vol¨® en sonrisa
En el principio fue Julio Gonz¨¢lez y la sustancia mineral de Julio Gonz¨¢lez se degust¨® en una paella sazonada con sales de hierro y una pulgarada de minio. Sobre la receta magistral de aquella paella, Tom¨¢s Llorens edific¨® el IVAM; Cipri¨¤ Ciscar le firm¨® el pase de pernocta; y Carmen Alborch lo luci¨® por las encrucijadas del universo. Durante cinco a?os, el IVAM y "la jefa" se entregaron a un impetuoso idilio y ambos se hicieron un curr¨ªculo con cr¨¦ditos de vanguardia y un resplandor enrizado de cobre nativo. Pero un buen d¨ªa, cuando Carmen Alborch programaba el men¨² pl¨¢stico de la temporada, son¨® el tel¨¦fono y era Felipe Gonz¨¢lez: Que te vengas para la Moncloa, Carmen, que ya te puedes figurar para qu¨¦. "Le dije que ir¨ªa, que me sent¨ªa muy honrada y que estaba a punto de desmayarme". El 14 de julio de 1993, dos siglos y cuatro a?os despu¨¦s de que la revoluci¨®n francesa tomara la Bastilla, Carmen Alborch tomaba posesi¨®n del Ministerio de Cultura, sin p¨®lvora, pero con la canana de la dentadura como una estampida, y en medio de una expectaci¨®n que daba gloria. Luego, cogi¨® la cartera de penurias que disec¨® a Jordi Sol¨¦ Tura, y se fue a Elche, a investigar el Misteri y a contemplar la fachada de la Nit de l"Alb¨¤. Pero ni Ministerio ni Misteri lograron desahuciarle el IVAM de ese dominio del coraz¨®n emboscado entre azaleas, gluc¨®geno, lilas y ventr¨ªculos. Carmen Alborch aprendi¨® los objetos de culto en un colegio religioso y los sujetos de cuidado en el campus de la Universidad. Estudi¨® Derecho y la tesis doctoral se la dirigi¨® Manuel Broseta, cuando ya daba clases en la Facultad. Ejerci¨® la docencia como profesora adjunta; obtuvo una beca March y se traslad¨® a Roma, para hacer un curso de especializaci¨®n; y en 1985 la eligieron decana de la Facultad de Derecho de la Universidad de Valencia. El decanato repetido lo dej¨®, dos a?os m¨¢s tarde, para ponerse al frente de la Direcci¨®n General de Cultura, en lugar de Emili Soler quien, por imperativos de las incompatibilidades, se decidi¨® por la p¨²rpura de su esca?o auton¨®mico. Entre octubre del 87 y febrero del 93, Carmen Alborch tambi¨¦n encabez¨® otras siglas, con sospechosa ac¨²stica de entripado cardenalicio: el Ivaecm (Instituto Valenciano de Artes Esc¨¦nicas, Cinematograf¨ªa y M¨²sica). Cuando Cipri¨¤ Ciscar se puso de mudanzas en su consejeria, all¨¢ por junio del 88, Tom¨¢s Llorens ventil¨® su dimisi¨®n del IVAM (Instituto Valenciano de Arte Moderno) y se march¨® a dirigir el Centro de Arte Reina Sof¨ªa; en tanto Carmen Alborch pon¨ªa bajo su custodia e impulso aquella joya fertilizada por la pana votiva del socialismo. La criatura que naci¨® en Castell¨® de Rugat, el 31 de octubre de 1947, y que con dos a?os se fue a Valencia con su familia de la burgues¨ªa mercantil y tolerante, de colegiala, se hizo esclava del Sagrado Coraz¨®n; y de ministra, encantadora del pu?o y la rosa, sin carn¨¦, sin militancia, ni tendencias confesadas. Entr¨® en la Carrera de San Jer¨®nimo como un fogonazo, escald¨® las melenas p¨¦treas de los leones y chamusc¨® m¨¢s de un postizo delator. Llevaba una discreta fragancia mediterr¨¢nea, un bastidor bordado de frutas cegadoras y una delicada divisa de ep¨ªstola azarosa: "Ens¨¦?ales a sonre¨ªr". Por eso, cuando embisti¨® un diputado conservador, la ministra, con desenfado y elegancia, sonri¨® y continu¨® sonriente, hasta que toda la ret¨®rica ardi¨® en aquel esplendor. La sonrisa es una barricada para desarmar la ferocidad del pasado oscuro y reincidente. Ese "cruce de Rita Hayworth y de fallera mayor", en definici¨®n de Pilar Urbano, informal, con timidez desvanecida en el desparpajo, no cedi¨® ni en su llaneza ni en su firmeza: aciertos y desatinos, leyes adelante, premios y cosas, y el Teatro Real, por fin. Ces¨® en su Ministerio, con la derrota electoral del PSOE, el 5 de marzo del 86. Dos meses despu¨¦s, abandon¨® su despacho y se vol¨® en sonrisa, como hab¨ªa vaticinado en sus versos Rafael Alberti: La Gracia que se vuela/que se escapa en sonrisa/pincelada a la vela/brisa en curva deprisa. Carmen Alborch lo anot¨®: Un d¨ªa dir¨¢n buenas tardes y gracias.
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