Ir a faenar en pateras azules
La ley actual impide luchar con eficacia contra las redes que trafican con hombres a trav¨¦s del Estrecho
ENVIADO ESPECIALNadie construye pateras azules para pescar en el Estrecho. Las barcas de faenar suelen ser rojas, o blancas; o de cualquier otro color. Las azules s¨®lo se construyen por encargo de los traficantes de hombres, y sirven para cruzar de ?frica a Europa de noche, sin llamar la atenci¨®n, con un silencioso motor de unos cuantos caballos y un cargamento de hombres morenos, asustados, que acaban de pagar un dineral,todos sus ahorros, por un viaje que a veces termina en cualquier playa, r¨ªgidos e hinchados; ahogados. Es la historia de Khalid, de 22 a?os, nacido en Nador, y de Hakim, de 26, que lleg¨® a Ceuta desde Casablanca con la misma ilusi¨®n que Abderraman, Ahmed, Abdenbi, Khalid y Driss, los siete marroqu¨ªes que naufragaron y murieron el pasado lunes en las costas de Ceuta, apenas unos minutos despu¨¦s de zarpar.
La polic¨ªa y la Guardia Civil investigan ahora las razones del naufragio. Si fue una ola o un barco el culpable de la zozobra, o quiz¨¢ -qui¨¦n sabe- la colisi¨®n con una de las lanchas de la droga. Tambi¨¦n intentar¨¢n saber qui¨¦n organiz¨® el viaje, si la patera fue robada -como denunci¨® su propietario horas antes del accidente- o alquilada para la traves¨ªa. Pero el d¨ªa que encuentren al culpable, al hombre que se enriqueci¨® enviando a otros a la muerte, s¨®lo podr¨¢n denunciarlo por un delito contra el derecho de los trabajadores -"por promover o favorecer la inmigraci¨®n clandestina de trabajadores a Espa?a"- y conseguir, en el mejor de los casos, que lo condenen a penas que van de seis meses a tres a?os de prisi¨®n y multa. De ah¨ª que Ahmed cuente sin pudor la siguiente historia, confirmada a este peri¨®dico desde el principio hasta el final por fuentes policiales de la ciudad de Ceuta. Ahmed tiene 15 a?os y se gana la vida aparcando coches a la puerta de un restaurante del Mdiq, a s¨®lo unos kil¨®metros de Ceuta, ya en Marruecos. Ahmed tiene una obsesi¨®n firme -"cruzar¨¦ el Estrecho en cuanto cumpla 18 a?os"-, y un segundo trabajo con el que consigue reunir un buen pu?ado de dirhams de vez en cuando. Ahmed es el hombre de confianza -con 15 a?os no hay m¨¢s remedio que ser ya un hombre en Marruecos- de uno de los mayores traficantes de personas de Ceuta, un tipo que arrastra una grave cojera y una cicatriz en una mejilla, y cuyo nombre es...:
-No ponga usted su nombre, se crear¨¢ problemas y me los crear¨¢ a mi, ponga por ejemplo que se llama Amar.
Una cicatriz en la cara
Pues Ahmed se dedica a reclutar hombres para Amar. Cuando consigue unos cuantos con el suficiente dinero -de 100.000 a 300.000 pesetas, nunca menos- para pagar la traves¨ªa hacia las costas de C¨¢diz, el aparcacoches del Mdiq avisa a Amar. La red se pone en funcionamiento. Y los dirhams de los inmigrantes empiezan a correr de mano en mano. Una noche, un hombre les ayuda a pasar la frontera, bien por las alcantarillas o por la aduana, haci¨¦ndose pasar por uno de los miles de peque?os contrabandistas, matuteros, que compran en Ceuta la mercanc¨ªa que luego revender¨¢n en Marruecos.Una vez en la ciudad espa?ola, el hombre de la cojera y la gran cicatriz los introduce en un piso o en la habitaci¨®n de una pensi¨®n, normalmente en la barriada del Pr¨ªncipe, y los tiene all¨ª, hacinados, hombres y mujeres juntos, hasta que organiza el viaje en patera. Hace unas semanas, la polic¨ªa entr¨® en una de las casas que Amar tiene alquilada para utilizar como alhacena de hombres, y all¨ª se encontr¨® a un numeroso grupo de inmigrantes escondidos. La due?a de la casa hasta ten¨ªa instalado un tel¨¦fono en el patio para quedarse con el ¨²ltimo dinero de los inmigrantes, quienes, antes de partir a un viaje que demasiadas veces resulta ser el ¨²ltimo, se despiden de sus familias. S¨®lo en lo que va de a?o, 31 personas se han ahogado al intentar alcanzar la costa espa?ola en patera. El a?o pasado fueron 61 los muertos o desaparecidos.
La polic¨ªa y la Guardia Civil, cuyos responsables coinciden en considerar prioritaria la lucha contra las mafias, siguen estrell¨¢ndose contra un muro legal. Se quejan de que sus investigaciones contra este tipo de redes -muy complicadas porque se desarrollan entre Marruecos y Espa?a, con numerosos colaboradores que s¨®lo entran en contacto con los jefes por tel¨¦fonos m¨®viles, muy dif¨ªciles de interceptar- desembocan al final en penas rid¨ªculas, muy f¨¢ciles de pagar para delincuentes acostumbrados a ganar m¨¢s de un mill¨®n de pesetas en cada viaje. El hombre de la cicatriz sigue dej¨¢ndose ver por Ceuta, sin guardarse de nadie.
Hay un proyecto que duerme desde hace meses en el Congreso -apoyado por todos los partidos pol¨ªticos- para crear una secretar¨ªa de Estado de inmigraci¨®n, dada la gravedad creciente del problema, y endurecer de paso el castigo para los traficantes. La propuesta incluye adem¨¢s "tipificar penalmente la utilizaci¨®n de embarcaciones o veh¨ªculos para el transporte clandestino de personas".
Un mando de la Guardia Civil de Ceuta le pregunt¨® en una ocasi¨®n a un inmigrante que acaba de naufragar y salvarse milagrosamente:
-?Y por qu¨¦ os embarc¨¢is? ?No ten¨¦is miedo de perderlo todo?
-?Todo? Nosotros s¨®lo podemos perder la vida.
De esa respuesta supo que nunca faltar¨¢n tripulantes para las pateras azules.
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