El nuevo TOP
La disoluci¨®n en enero de 1977 del temido Tribunal de Orden P¨²blico (TOP), represor de la libertad de expresi¨®n de los opositores al r¨¦gimen franquista, constituy¨® una se?al inequ¨ªvoca de que la transici¨®n desde el autoritarismo a la democracia iba en serio. I?aki Gabilondo ha comentado ir¨®nicamente que las siglas TOP contin¨²an, sin embargo, vivas: ahora designan al Tribunal de Orden Period¨ªstico que condena por desacato a quienes desobedecen sus imperiosos dictados. Esta aut¨¦ntica Corte Suprema, instrumento de una coalici¨®n medi¨¢tica, financiera y partidista marcada por su odio hacia los socialistas, est¨¢ integrada fundamentalmente por columnistas del diario El Mundo y por tertulianos de la Radio de los Obispos. Estos nuevos inquisidores acaban de sentar en el banquillo al presidente de la Sala Segunda del Supremo; la rebeld¨ªa del relapso ha desatado la incontenible furia del sindicato period¨ªstico contra el "inaudito e insultante Villarejo".El editorial del diario El Mundo del pasado s¨¢bado no daba cr¨¦dito -como el personaje del sainete- a su apoteosis frente a la petici¨®n de amparo dirigida por el presidente de la Sala de lo Penal al Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) para preservar la independencia del tribunal y el buen nombre del magistrado Bacigalupo, atacados por un art¨ªculo publicado en ese peri¨®dico. El tono intimidatorio del col¨¦rico comentario hace innecesaria cualquier glosa: "Es sencillamente intolerable. ?C¨®mo osa Jimen¨¦z Villarejo expresarse as¨ª?.. ?C¨®mo se atreve a juzgar y a tipificar injuriosamente ("manipulaci¨®n", "abierta falsedad", "malicia") la actuaci¨®n profesional del periodista firmante de la informaci¨®n?... Ni siquiera los jueces pueden hacer impunemente juicios de intenciones. El presidente de la Sala Segunda tendr¨¢ que justificar, y no s¨®lo ante la opini¨®n p¨²blica, las imputaciones deshonrosas que ha realizado". El ofendido periodista anunciaba al tiempo la presentaci¨®n de una demanda de protecci¨®n al honor contra el magistrado Villarejo: su petici¨®n de amparo al CGPJ pretend¨ªa "matar al mensajero" y atentaba contra la persona y la honradez profesional del atribulado reportero.
Dejando a un lado el c¨®mico espect¨¢culo ofrecido por unos camorristas de barrio dedicados a fingirse delicadas damiselas, el episodio forma parte de la ruidosa tangana organizada por el nuevo TOP para impedir que Javier G¨®mez de Lia?o, procesado por tres presuntos delitos de prevaricaci¨®n en la instrucci¨®n del caso Sogecable, se siente finalmente en el banquillo. La feroz, insultante y calumniosa campa?a medi¨¢tica emprendida con ese prop¨®sito intenta por lo pronto forzar la recusaci¨®n o la abstenci¨®n del magistrado Bacigalupo; una vez logrado ese objetivo, los dem¨¢s miembros de la Sala ser¨ªan objeto de un parecido linchamiento, a menos -claro est¨¢- de que dieran muestras de sometimiento al nuevo TOP. No son bromas: estos boxeadores con mand¨ªbula de cristal, tan quejumbrosos por el amparo solicitado por Villarejo, golpean con pu?o de hierro el honor y la intimidad de sus adversarios.
Si el diario El Mundo fue el veh¨ªculo utilizado por Mario Conde para publicar los papeles del Cesid y chantajear al Gobierno socialista, este mismo peri¨®dico utiliza ahora los papeles de Lia?o (que violan el secreto profesional del bufete de abogados organizado por el hermano de Javier G¨®mez de Lia?o) con el prop¨®sito de extorsionar al Supremo. La persecuci¨®n contra el magistrado Bacigalupo, a cuenta de una inventada relaci¨®n especial con un letrado de los querellantes de acreditada honradez profesional, resulta especialmente infame. Exiliado tras el golpe de Estado militar de 1976 en Argentina (comprensivamente disculpado hace escasos meses por el fiscal general del Estado y el fiscal jefe de la Audiencia Nacional), este prestigioso catedr¨¢tico de Derecho Penal fue designado en 1988 magistrado del Supremo; antes de convertirse en el consejero a¨²lico de Pedro J. Ramirez, el profesor Enrique Gimbernat, junto con otros destacados miembros del mundo acad¨¦mico y judicial, aplaudi¨® ese nombramiento. La botella de aceite de ricino que los matones de papel pretenden hacer tragar a Bacigalupo lleva dos despreciables etiquetas: la intolerancia inquisitorial contra los discrepantes y el prejuicio xen¨®fobo contra los exiliados latinoamericanos.
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