La historia enterrada de C¨¢stulo Las ruinas, en las afueras de Linares, evocan el esplendor de una gran urbe romana
La historia de m¨¢s 25 siglos se guarda silenciosa bajo los arbustos quemados por el sol de la margen derecha del Guadalimar, a tan s¨®lo 7 kil¨®metros de Linares (Ja¨¦n). Es la ciudad de C¨¢stulo, habitada ininterrumpidamente desde el siglo IX antes de Cristo hasta el siglo XIV de nuestra era, y que manos expertas empezaron a sacar a la luz en la d¨¦cada de los a?os setenta. Una primera mirada sobre el asentamiento muestra un espacio abierto de 70 hect¨¢reas de lo que parece un p¨¢ramo desierto en el que van apareciendo poco a poco vestigios de lo que fue una ciudad romana. A la urbe del Imperio le precedi¨® un asentamiento ibero que se libr¨® de una transformaci¨®n total tras la invasi¨®n porque se rindi¨® mediante un pacto. El acuerdo, suscrito en el siglo III por una aristocracia local, que no quer¨ªa batallas les concedi¨® los beneficios de una relaci¨®n que le exim¨ªa, entre otras cosas, del pago de impuestos. A cambio aceptaron convivir con un grupo de soldados. Una decisi¨®n tan alejada en el tiempo ha hecho de C¨¢stulo en la actualidad un asentamiento ¨²nico, precisamente porque el pacto permiti¨® que se convirtiera en una ciudad libre y no tuviese que aceptar la imposici¨®n de cambios institucionales, de desgarros en el sistema de vida. Gracias a aquellos nobles hoy se pueden ver las letrinas mejor conservadas del siglo I, situadas en la llamada villa urbana del olivar, la zona que m¨¢s se ha investigado por parte de los arque¨®logos. La villa romana deja ver un foro, una fuente ovalada, un camino de ladrillo en forma de espiga, unas termas, unas letrinas p¨²blicas y un grandioso edificio con una nave central rectangular con varias semicirculares adosadas que se cortan bajo la tierra. Las excavaciones apenas suponen un 1% de la riqueza de C¨¢stulo y el misterio del edificio permanece oculto bajo capas de tierra que han servido en los ¨²ltimos siglos para el cultivo. Menos visibles son las huellas de la ¨¦poca ib¨¦rica, cuando C¨¢stulo fue uno de los asentamientos ind¨ªgenas m¨¢s extensos de la pen¨ªnsula, como recuerda el arque¨®logo Marcelo Castro. Fue all¨ª donde se acu?¨® por primera vez moneda propia fuera del ¨¢mbito colonial de las regiones costeras. De la importancia del lugar da fe el matrimonio de An¨ªbal con una princesa local, Himilce, durante la Segunda Guerra P¨²nica, en la que la ciudad se ali¨® con los cartagineses mediante este compromiso familiar. La mirada del visitante de hoy se encuentra en C¨¢stulo con un torre¨®n elevado en un campo cubierto de flores silvestres que crecen libremente, el del castillo de Santa Eufemia del periodo hispano-musulm¨¢n, cuando la ciudad lleg¨® a ser un reino independiente asentado sobre las ruinas de la urbe romana. Su nombre pas¨® a ser el de Quastuluna, conquistada por Fernando III El Santo junto con la ciudad de Baeza. Ah¨ª lleg¨® el declive y el inter¨¦s de los investigadores que empezaron a describir las ruinas en el siglo XVI. La primera visita de la que ha quedado constancia es la realizada por Andrea Navagero, embajador de Venecia en la corte del rey Carlos I. Se interes¨® por una de las tres ciudades hispanas m¨¢s nombradas en la literatura cl¨¢sica. C¨¢stulo aparece en los textos d¨¢ndose la mano con C¨®rdoba y Tarragona. Siguieron a Navagero personajes ilustrados, arque¨®logos y ahora los turistas que se adentran en el t¨¦rmino municipal de Linares. No van a encontrar m¨¢s carteles explicativos que la se?al que informa de la existencia de un aparcamiento y un par de ellas m¨¢s que sit¨²an la villa o las cisternas que abastec¨ªan de agua y calefacci¨®n a la ciudad romana. La directora de esta ciudad, Concha Chocl¨¢n, querr¨ªa para C¨¢stulo, al menos, un centro de recepci¨®n de visitantes, el vallado de la finca y la mejora del carril de acceso. El proyecto est¨¢ en la mesa de la Consejer¨ªa de Cultura a la espera de fondos para hacer frente a una inversi¨®n que atraiga a los visitantes. M¨¢s dinero hace falta para continuar con las excavaciones que se pararon en 1994, para expropiar las fincas en las que se encuentran las necr¨®polis cubiertas de olivos y para proteger un patrimonio que ahora est¨¢ a expensas de los furtivos o de visitantes que pretenden llevarse una piedra antigua de recuerdo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.