El Comit¨¦ de Medios Audiovisuales: un grave error
El Grupo Popular ha sostenido recientemente en el Congreso su proposici¨®n de ley de creaci¨®n del Comit¨¦ de Medios Audiovisuales, que se discutir¨¢ en oto?o junto con otras cuatro propuestas de otros tantos grupos parlamentarios. Pero la proposici¨®n del partido gubernamental contiene especiales peculiaridades, y no s¨®lo porque el consejo superior que el Senado propuso en noviembre del 95 haya sido diluido en un comit¨¦ no superior. Sino porque, en consonancia con esta rebaja, el ¨®rgano que propone el PP ser¨ªa un simple ap¨¦ndice "aut¨®nomo" de la ya dudosamente independiente Comisi¨®n del Mercado de Telecomunicaciones. Y porque, con el presidente, el secretario y el presupuesto de esta ¨²ltima comisi¨®n controlados gubernamentalmente, los miembros del Comit¨¦ de Medios Audiovisuales tambi¨¦n ser¨ªan elegidos por el Gobierno. En lugar de un ¨®rgano independiente y aut¨®nomo como pidi¨® el Senado, con apoyo de todos los partidos, se crear¨ªa as¨ª un monstruo de doble dependencia y alta sospecha, perfectamente incapacitado para intervenir en el medio televisivo.Habr¨ªa que recordar de nuevo que todas las naciones de la UE y pr¨¢cticamente todos los pa¨ªses desarrollados disponen ya, con la ¨²nica y exclusiva excepci¨®n de Espa?a, de una autoridad independiente audiovisual que estudia, controla y sanciona. Una autoridad aut¨®noma que se ha hecho imprescindible para distanciar al sistema audiovisual de las intervenciones manipuladoras de los gobiernos, pero tambi¨¦n para defender los derechos de los ciudadanos-consumidores ante unos medios dominados por la competencia publicitaria y la comercializaci¨®n a ultranza.
Las propuestas de los restantes grupos parlamentarios cumplen, en t¨¦rminos generales, esas funciones, aunque mantengan diferencias apreciables. El Consejo de la Comunicaci¨®n propuesto por IU o por el Grupo Mixto abarca demasiado y apretar¨ªa poco sobre temas excesivamente diversos. La representaci¨®n sindical y empresarial esbozada por IU o la absurda representaci¨®n por autonom¨ªas imaginada por CiU desvirtuar¨ªan probablemente unas funciones que nada tienen que ver con esas cooptaciones. Y la propuesta socialista ha olvidado competencias l¨®gicas e importantes, como la de determinar las retransmisiones deportivas de "inter¨¦s general". Son, sin embargo, proposiciones razonables, que pueden engendrar de com¨²n acuerdo un Consejo Superior del Audiovisual plural y eficaz. Pero la proposici¨®n de ley del PP, y se supone que tamb¨ª¨¦n del Gobierno, parece una caricatura sin consenso posible, fruto de una pesadilla de control.
A t¨ªtulo de demostraci¨®n, un Consejo Superior de los Medios Audiovisuales habr¨ªa permitido en el reciente pasado:
- Que el Ministerio de Fomento no se equivocara autorizando la irrupci¨®n de Telef¨®nica en Antena 3 TV antes de culminar el acuerdo de compraventa; e incluso que cuestionara una operaci¨®n que situaba a Telef¨®nica como la ¨²nica operadora de telecomunicaciones europea que acumula este poder en la comunicaci¨®n masiva.
- Que el Gobierno no hiciera el rid¨ªculo ante Bruselas con una ley de televisi¨®n digital que ha tenido que rectificar en meses.
- Que la ley que posibilita la privatizaci¨®n de las televisiones auton¨®micas tuviera en cuenta la necesidad de salvaguardar el servicio p¨²blico, as¨ª como la inconveniencia de desestabilizar un mercado precario. Tampoco se hubiera creado seguramente ese elefanti¨¢sico consejo para las emisiones deportivas, que une la paradoja de una m¨ªnima representaci¨®n de agentes afectados (cadenas y equipos de f¨²tbol) a la abrumadora presencia de entes gubernamentales.
Pero las funciones de ese consejo ser¨ªan a¨²n m¨¢s importantes para solucionar problemas televisivos actuales y candentes:
- El Gobierno, por ejemplo, no habr¨ªa tenido que desairar durante un a?o a la Subcomisi¨®n del Congreso de RTVE, ahora ampliada en el ¨²ltimo momento, ni se habr¨ªa sentido tentado de lanzar globos sonda como el informe Barea o el presunto "tratamiento de choque" del Ministerio de Industria. Podr¨ªa, sin embargo, negociar mejor los aspectos m¨¢s chirriantes de su relativamente razonable informe sobre RTVE. Y, adem¨¢s, el consejo podr¨ªa demostrarle que esa obsesi¨®n por el control de los informativos que ha llevado a TVE a conformarlos en tres grandes bloques tem¨¢ticos -deportes, sucesos y el nuevo g¨¦nero de ministros y dirigentes populares en acci¨®n- es dudosamente rentable en t¨¦rminos electorales como demuestran las encuestas, y corre el riesgo de convertirse en un bumer¨¢n propagand¨ªstico, adem¨¢s de hacer inviable cualquier salvamento financiero.
- El Consejo del Audiovisual habr¨ªa, seguramente, advertido a Fomento de que su plan de implantaci¨®n de la televisi¨®n digital por ondas hertzianas, con duplicaci¨®n simple de las emisiones actuales, no es adecuado ni l¨®gico: que los pa¨ªses pioneros como EE UU o el Reino Unido han apostado por dar diversos canales a cada emisora para incrementar su oferta de canales tem¨¢ticos o para ofrecer alta definici¨®n, para motivar al usuario, en fin, sin por ello hundir el mercado publicitario con nuevas empresas.
- El consejo podr¨ªa haber mediado finalmente en la aplicaci¨®n a Espa?a de la nueva directiva europea de televisi¨®n sin fronteras, diciendo a las televisiones privadas que deben obligarse a cuotas de inversi¨®n estables en producci¨®n europea y espa?ola -que ya cumplen en buena medida por razones de competencia-, y muy especialmente en el terreno cinematogr¨¢fico, aunque naturalmente a cambio de unos compromisos m¨¢s amplios de las televisiones p¨²blicas y de un marco financiero equilibrado y estable en el conjunto del sector. Y adem¨¢s, el consejo medir¨ªa el cumplimiento de las cuotas de programaci¨®n, sin aceptar autom¨¢ticamente las estad¨ªsticas de las empresas pero tambi¨¦n sin manipularlas.
La enumeraci¨®n, no exhaustiva, de estos casos de los dos ¨²ltimos a?os, a los que cabr¨ªa a?adir otros destacados como el caso Sogecable o la ley del f¨²tbol, evidencia que la televisi¨®n se ha convertido en Espa?a en un sangriento campo de batalla en el que resulta imposible ya distinguir las dos caras fundamentales del medio: su importancia para el mantenimiento de un espacio p¨²blico plural y democr¨¢tico, y su papel como sector punta del crecimiento econ¨®mico y del empleo. Un aut¨¦ntico Consejo Superior de los Medios Audiovisuales defender¨ªa ambos aspectos. Y defender¨ªa al Gobierno de Aznar de s¨ª mismo: de los demonios y las tentaciones autoritarias en la comunicaci¨®n, que hasta ahora representan uno de los peores y menos rentables cap¨ªtulos de su mandato. El rechazo del PP a ese consejo representa un grave error, posiblemente la madre de otros numerosos errores encadenados.
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