El relevo del portavoz
EL GOBIERNO aprob¨® ayer el cese de Miguel ?ngel Rodr¨ªguez como portavoz del Gobierno y el nombramiento del ministro de Industria, Josep Piqu¨¦, como nuevo portavoz. La sorpresa del cambio result¨® acentuada por la circunstancia de que fuera el propio secretario de Estado destituido quien diera cuenta del relevo, cuando la l¨®gica parec¨ªa aconsejar que fuera el nuevo portavoz, ya nombrado, quien informara de lo acontecido. Se trate de una dimisi¨®n (a petici¨®n propia), como explic¨® el propio Rodr¨ªguez, o de una destituci¨®n, como cabr¨ªa esperar despu¨¦s de sus desgraciadas y permanentes intervenciones (a¨²n resuenan los ecos de la ¨²ltima sobre la ense?anza del catal¨¢n), lo cierto es que la sustituci¨®n de Rodr¨ªguez es una decisi¨®n pol¨ªtica acertada.Los ciudadanos ya no tendr¨¢n que soportar su estilo hiriente y disgregador, y el Gobierno de Aznar deber¨ªa renunciar a un estilo de comunicaci¨®n beligerante y provocador ante la opini¨®n p¨²blica, que iba incorporado a la personalidad del ya ex portavoz. Rodr¨ªguez era un mensaje equivocado desde hac¨ªa alg¨²n tiempo; su personalidad y su actitud acentuaban la imagen de derecha radical en un Gobierno que dice querer ocupar el centro pol¨ªtico.
Era evidente que la idiosincrasia de Miguel ?ngel Rodr¨ªguez le incapacitaba para desempe?ar un cargo en el que deben exhibirse sobre todo cualidades como la ductilidad y la capacidad de convicci¨®n. Ni siquiera la edulcorada nostalgia que pretendi¨® imponer a su despedida p¨²blica puede hacer olvidar su conducta agresiva para con los adversarios pol¨ªticos y su propensi¨®n a las descalificaciones groseras, incluso de los aliados pol¨ªticos del Gobierno. Aunque ayer intent¨® suavizar el balance de sus dos a?os en el Gobierno y sus once como hombre de confianza de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar con una imagen campechana -"he sudado la camiseta hasta el final"-, lo cierto es que ser¨¢ recordado principalmente por sus salidas de tono.
Para la cr¨®nica del exceso pol¨ªtico quedar¨¢n los insultos procaces a alg¨²n empresario de prensa, sus analog¨ªas machistas sobre el aniversario de la Constituci¨®n, su participaci¨®n sectaria en la guerra digital, su hiriente descalificaci¨®n de las selecciones auton¨®micas o su inoportuna irrupci¨®n en la pol¨¦mica sobre la ense?anza en Catalu?a. Pero ser¨ªa una ingenuidad olvidar que Rodr¨ªguez actuaba por delegaci¨®n del Gobierno y que su relevo se debe m¨¢s a un viraje en la pol¨ªtica de imagen del Ejecutivo que a una reflexi¨®n aut¨®noma sobre lo que debe ser el representante ante la opini¨®n p¨²blica de un Gobierno democr¨¢tico.
La personalidad de su sustituto Josep Piqu¨¦, ministro de Industria, catal¨¢n, hombre m¨¢s compatible con CiU, con una trayectoria biogr¨¢fica empresarial, induce a pensar que el Gobierno intenta acentuar su imagen centrista, precisamente en el momento pol¨ªtico en que el PSOE emite mensajes algo m¨¢s radicales. El hecho de que Piqu¨¦ no pertenezca org¨¢nicamente al Partido Popular tiene una vertiente favorable, en cuanto que le permitir¨¢ enfocar las cuestiones con mirada m¨¢s amplia que la del propio partido. Pero al mismo tiempo revela una cierta indefinici¨®n pol¨ªtica del Gobierno al que representa.
Es dif¨ªcil saber si el centro pol¨ªtico que Aznar reclama, hasta ahora sin ¨¦xito, es s¨®lo una declaraci¨®n t¨¢ctica o si puede llegar a ser la corriente dominante en un Ejecutivo en el que conviven representantes de la derecha m¨¢s arriscada con ministros moderados, homologables a los de otros pa¨ªses europeos. Si el relevo del portavoz obedece a una voluntad real del presidente del Gobierno de poner en pr¨¢ctica una pol¨ªtica centrista, bienvenido sea el cambio de rumbo. Si es s¨®lo cuesti¨®n de maquillaje, servir¨¢ de poco.
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