Sobre la vanidad y el compromiso
Entre el gusto por lo rancio y el sabor de lo nuevo, me inclino por lo segundo. Debe ser que las ataduras que siento con mis propios fantasmas familiares son menores que las ansias que tengo de que mis hijos vivan mejor. De todos modos, no creo que estas preferencias difieran mucho de lo que piensa y siente una inmensa mayor¨ªa de esta ciudad, a la que aspiro gobernar en menos de un a?o. La historia me gusta, en los libros. Como herramienta para el futuro, como un instrumento m¨¢s de an¨¢lisis a tener en cuenta, pero en ning¨²n caso como a?oranza ni blas¨®n. Al igual que le sucede al 99% de los sevillanos, mis apellidos no son compuestos, ni proceden de la rancia aristocracia andaluza que tan bien retrat¨® Antonio Burgos en 1976 en su Andaluc¨ªa, ?Tercer Mundo? Lo cierto es que no aspiro a nada de eso, tan absolutamente "superfluo". No se trata s¨®lo de que "no sea" y "no haya querido ser" eso, sino que pretendo ser "todo lo contrario". En cierta ocasi¨®n descubr¨ª, hace unos a?os, en una peque?a librer¨ªa de antiguo en la calle Feria, un exlibris de cierto se?or de abolengo de nuestra ciudad con una leyenda que rezaba Pro doma sua. Aspiro, repito, a ser todo lo contrario: Pro civitas. As¨ª que me siento orgulloso de ser "nada m¨¢s", y nada menos, que hijo y nieto de maestros. Y de ser, "s¨®lo", un simple m¨¦dico. La ense?anza y la sanidad son los dos pilares que deben sustentar una sociedad moderna, solidaria y m¨¢s igualitaria entre todos y todas. Una sociedad que ha sido y sigue siendo mi aspiraci¨®n vital. La raz¨®n por la que le dedico 18 horas diarias, 320 d¨ªas al a?o, a la pol¨ªtica. Mi pasado es el que es. M¨¢s corto que el de algunos. Menos condicionado. M¨¢s libre. Tuve tiempo, eso s¨ª, de apostar por la libertad, por la democracia, por Andaluc¨ªa y por un partido progresista. De igual modo que, cuando he tenido que arriesgar (aquello s¨ª que era un "aparato") y atreverme a plantear una mayor participaci¨®n y el voto secreto de los militantes, lo he hecho y no he tenido reparos, ni me han faltado arrestos, para encabezar ese movimiento renovador, o jug¨¢rmelo todo a una carta en las primarias municipales. Obvia decir, tambi¨¦n, que otros han tenido incluso m¨¢s tiempo y han hecho menos. Y a veces lo contrario. Cada cual con sus redondeces. Hace casi 25 a?os que milito en el PSOE. Un partido que, con la Expo del 92, trat¨® de desarrollar una ciudad m¨¢s universal y adecuada a los nuevos tiempos, y menos a?eja. Un partido que, desde sus tareas de gobierno, ha impulsado una pol¨ªtica de bienestar en los pueblos de la provincia, que se ha concretado en servicios p¨²blicos notables, en un nivel de vida ascendente, en mayores cotas de progreso para todos. Hoy, muchos pueblos de la provincia tienen bastante m¨¢s prestaciones que cualquier barrio de la ciudad. Por contra, los socialistas no hemos completado el dise?o de Sevilla que quer¨ªamos y que quiere la mayor¨ªa de progreso. Esa es la tarea que iniciamos con las primarias y que tiene su segunda estaci¨®n (de ferrocarril, no de penitencia, ya ver¨¢n) en las municipales del 13 de junio del pr¨®ximo a?o. Llegar¨¦ a esas elecciones con hechos, no con palabras. Llegar¨¦ desde mi actual responsabilidad en la Diputaci¨®n, donde se han hecho tantas cosas que necesitar¨ªamos un peri¨®dico diario para contarlas. Pero no teman: entre la vanidad (en sus m¨²ltiples posibilidades: desde la infantil de Neruda, todo egocentrismo marino, hasta la desp¨®tica del Conde Duque de Olivares, incapaz de refrenar los dispendios para darse relumbre como medio pol¨ªtico) y la asc¨¦tica monacal, con la mortificaci¨®n y el haec oculi valdesiano que hace poco ha recreado humor¨ªsticamente Mendicutti, creo que hay toda una gama de matices. O de grises, como se prefiera. El m¨ªo consiste en pensar que la gente tiene que saber lo que se hace. Tiene el derecho a saberlo. Y que, en una sociedad medi¨¢tica como es ¨¦sta en la que vivimos, lo que no sale en los papeles o se difunde por medio de las ondas, es casi como si no existiera. Luz y taqu¨ªgrafos: medicina preventiva. Es curioso: los mismos aprendices de Vald¨¦s en ajar la vanidad de los dem¨¢s son los que hace 15 a?os espetaban al PSOE su incapacidad para dar a conocer su gesti¨®n. A Manuel del Valle, verbi gratia. Lo cual me recuerda el cuento de don Juan Manuel sobre el padre, el hijo y el asno, ya saben. Por ejemplo: si yo hubiera sido ya el alcalde, habr¨ªa ido a "hacerme la foto" en el XXX Premio Ateneo de Sevilla (a prop¨®sito: se?or Bay¨®n, enhorabuena), donde las cabezas de nuestro gobierno municipal brillaron por su ausencia. Como alcalde de Sevilla nunca despreciar¨¦ uno de los premios m¨¢s antiguos y prestigiosos de Espa?a, y que es motivo de orgullo para esta ciudad -que queremos- universal.ALFREDO S?NCHEZ MONTESEIR?N
Alfredo S¨¢nchez Monteseir¨ªn es Presidente de la Diputaci¨®n de Sevilla y candidato socialista a la alcald¨ªa.
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