Las hermanas Lab¨¨que acercan el jazz a los ni?os
Desde hace varios a?os el Festival de Jazz de Vitoria inicia sus actividades con un concierto de gospel y, a rengl¨®n seguido, con otro dedicado exclusivamente a los ni?os. En la tarde del lunes unos 1.500 peque?os se acercaron al jazz, tal vez por primera vez, en el polideportivo de Mendizorrotza. "?Qui¨¦n conoce a Mozart?", preguntaba desde el escenario la pianista Katia Lab¨¨que, con su c¨¢lido castellano de Bayona y varios centenares de ni?os levantaban el brazo. Entonces Katia y su hermana Marielle animadas por el ¨¦xito de su pregunta, interpretaban una sonata de Mozart para dos pianos y sin soluci¨®n de continuidad le pasaban el testigo al tr¨ªo de Bill Dobbins que reinterpretaba la misma sonata en clave jazz¨ªstica, con sus consiguientes solos de contrabajo y bater¨ªa. "?Qui¨¦n ve la diferencia?". Todo el mundo la ve¨ªa. Magn¨ªfico.Brahms y Chopin siguieron la misma suerte y cuando ya la atenci¨®n de la menuda concurrencia deca¨ªa, Katia y Marielle se lanzaron entre el p¨²blico a buscar aprendices de pianista o de bater¨ªa para que subieran al escenario y el escenario y sus alrededores se llenaron de cr¨ªos. Como si de una fiesta infantil se tratara, las dos hermanas, con la ayuda del magn¨ªfico bater¨ªa Joe Labarbera y de un trombonista madrile?o solista en la WDR Big Band, Lucas Schmid, hac¨ªa tocar a unos, hablaba con otros y sonre¨ªa a todo el mundo. El punto m¨¢s ¨¢lgido del peque?o caos infantil se alcanz¨® cuando el trombonista lider¨® una versi¨®n swing del 1 de enero, 2 de febrero sobre un ritmo implacable de palmas generalizadas picadas con bastante buen tiempo. Todo estaba ganado, as¨ª que las Lab¨¨que pudieron concluir su actuaci¨®n con una de sus incendiarias versiones a cuatro manos del West side story, de Leonard Bernstein.
Al salir, unanimidad: "Lo hemos pasado pipa". Misi¨®n cumplida. Nada parec¨ªa ni muy meditado ni especialmente pensado, pero como este tipo de cosas se miden m¨¢s por sus resultados que por su desarrollo es necesario aceptar que las Lab¨¨que y sus acompa?antes irradiaron entusiasmo y se metieron al jovenc¨ªsimo personal en el bolsillo.
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