La c¨¢lida sombra materna de Ella Fitzgerald planea sobre el festival

Un soberbio concierto del d¨²o Michel Portal-Richard Galliano, uno de los m¨¢s interesantes, por no decir el m¨¢s interesante, de esta primera mitad del encuentro, y una tremenda descarga de la Fort Apache Band Jerry Gonz¨¢lez marcaron los dos puntos ¨¢lgidos de la cuarta jornada del Festival de Jazz de Vitoria. Entre ambos extremos plane¨® la sombra alargada de Ella Fitzgerald, el tercero de los homenajes planteados por el certamen alav¨¦s.

Si una de las notas destacables de la sesi¨®n del pasado martes fue una cantidad de p¨²blico por debajo de las expectativas (y por supuesto de la calidad de lo ofrecido), en la noche del mi¨¦rcoles se recuper¨® la normalidad. Portal y Galliano casi llenaron el teatro Principal y en el polideportivo de Mendizorrotza se reunieron unas 3.000 personas para asistir a la noche Verve con el grupo de Nicholas Payton y el tr¨ªo de Ray Brown con Dee Dee Bridgewater cantando en memoria de la recordada Ella. Notable asistencia de p¨²blico y entrega total, ya que tanto las apuestas m¨¢s especulativas como las m¨¢s tradicionales encontraron en eco caluroso.Galliano con su acorde¨®n, Portal cambiando del clarinete al clarinete bajo, saxo soprano y bandone¨®n, arriesgando en cada nota, jugando con las sonoridades y con acercamientos a la m¨²sica de procedencia pupular, bordaron uno de esos conciertos dif¨ªciles de olvidar. Tambi¨¦n dif¨ªcil de olvidar por su ritmo fren¨¦tico y contagioso fue la actuaci¨®n, entrada ya la madrugada, de la Fort Apache Band en los s¨®tanos del hotel Canciller Ayala, un lugar poco id¨®neo para escuchar m¨²sica. El grupo que dirige el gran percusionista y trompetista Jerry Gonz¨¢lez se balance¨® entre el jazz y la m¨²sica latina como si de una sola cosa se tratase (en el fondo as¨ª debe ser, aunque los puristas de una orilla y de otra lo nieguen). Ritmos implacables sobre los que se construyen melod¨ªas con gran carga bopera que cortan la respiraci¨®n.

J¨®venes leones

En Mendizorrotza, en cambio, la velada fue de lo m¨¢s tranquila. Primero el grupo de los j¨®venes leones (?hasta cu¨¢ndo van a serlo?) Nicholas Payton y Mark Whitfield demostraron una vez m¨¢s su enorme calidad t¨¦cnica. El grupo toca realmente bien pero todo lo que dice est¨¢ ya un poco o¨ªdo. Curiosamente, les sucedi¨® en el escenario el tr¨ªo del septuagenario Ray Brown, que son¨® mucho m¨¢s fresco y moderno. Brown, acompa?ado por un gran pianista Geoff Keezer y un apabullante bater¨ªa Greg Hutchinson, camin¨® por terrenos muy diversos que visitaron una buena parte del jazz cl¨¢sico antes de dar paso a Dee Dee Bridgewater y su homenaje a Ella Fitzgerald, que recientemente le ha valido un Grammy. Bridgewater rememor¨® los temas m¨¢s gratos del repertorio de la gran cantante, que en los a?os 1982 y 1983 ocup¨® ese mismo escenario en Vitoria. Bridgewater est¨¢ siempre algo histri¨®nica en sus interpretaciones (un histrionismo no negativo sino cercano al buen music hall) pero posee una voz realmente amplia y maleable. Su aparatoso sombrero rojo y su amplio vestido celeste aireado por dos potentes ventiladores cautivaron al p¨²blico casi tanto como su voz.