Las lecciones de Marbella
El alcalde de mi pueblo le ha declarado la guerra a la Junta. El espect¨¢culo promete. Los que apreciamos las guerras de Gila tenemos la diversi¨®n asegurada. El alcalde de mi pueblo amenaza con tirar de la manta y eso siempre le da mucho morbo a este tipo de eventos. Lo malo es que la gente est¨¢ ya hecha a todo: visto lo visto en los ¨²ltimos a?os no hay nada ya capaz de despertar sorpresa que pueda ocultarse bajo la canija superficie de una manta. A quienes no les va a hacer ninguna gracia el asunto es a las miles de personas que han comprado apartamentos construidos en zonas verdes, condenados ahora a la ilegalidad y, muy probablemente, a la piqueta. Es gente que ha comprado de buena fe y que a¨²n no ha sido advertida porque los funcionarios de la Junta todav¨ªa no han solicitado la inscripci¨®n en el Registro de la Propiedad de la correspondiente anotaci¨®n preventiva. La guerra tampoco le va a hacer ninguna gracia a los promotores de estos edificios ilegales. Pero, en fin, nadie les obligaba a jugar a la ruleta rusa. Les falt¨® informaci¨®n: creyeron al alcalde cuando les dec¨ªa que todo estaba pactado con la Junta. Jugaron y perdieron. As¨ª es la vida. En cambio, han ganado los habitantes del pueblo, que ver¨¢n c¨®mo les devuelven el patrimonio que era suyo y podr¨¢n reencontrarse, el d¨ªa en que el orden urban¨ªstico se restaure, con un entorno menos agobiante. Tambi¨¦n han ganado los propietarios de terrenos, que han sufrido la competencia ileg¨ªtima del Ayuntamiento que saldaba sus zonas verdes. No aprobando a Gil su revisi¨®n del PGOU, la Junta no ha hecho sino cumplir la ley, pero adem¨¢s, por supuesto, ha actuado pol¨ªticamente, como no pod¨ªa ser de otra forma. Tambi¨¦n han actuado pol¨ªticamente Gil y los vocales del PP en la Comisi¨®n de Urbanismo de M¨¢laga, que lo han apoyado, dejando claro una evidente coincidencia de criterios. Ahora se pueden sacar varias lecciones. Una de ellas -la m¨¢s importante, quiz¨¢- es que Andaluc¨ªa no debe seguir sin una Ley del Suelo propia que contemple cosas tenidas hasta ahora por improbables, como que un alcalde se ponga a dar licencias de construcci¨®n en contra de la legalidad urban¨ªstica y que, en casos as¨ª, el Gobierno andaluz no pueda hacer nada m¨¢s que abrir expedientes, acudir a un lent¨ªsimo contencioso administrativo y mirar c¨®mo los edificios siguen creciendo. Cuando al comienzo de esta legislatura la Junta rompi¨® por fin la pinza IU-PP, lleg¨® a comprometerse con grandes br¨ªos a elaborar medio centenar de leyes. S¨®lo fueron buenas intenciones. Entre las muchas leyes que siguen esperando est¨¢ la Ley del Suelo. Ahora est¨¢ claro que hace falta una ley musculosa que prevea mecanismos que permitan combatir r¨¢pidamente la ilegalidad. De lo de Marbella cabe sacar otra lecci¨®n: resulta completamente incomprensible que la Consejer¨ªa de Obras P¨²blicas no haya investigado la causa por la que su delegaci¨®n en M¨¢laga no detect¨® ninguna de las casi 60 infracciones grav¨ªsimas reveladas el verano pasado por la Plataforma de Marbella. Una plataforma compuesta por "cuatro chalados", seg¨²n la terminolog¨ªa del alcalde de mi pueblo.
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