La Triple Alianza
Los n¨²meros de Deia correspondientes al pasado fin de semana se encontraban plagados de datos hist¨®ricos de inter¨¦s. Un colaborador equiparaba la situaci¨®n de Trevi?o sometido a Burgos a la de T¨ªbet por China, otro informaba a los sufridos lectores de que los vascos disfrutaban ya de un "esbozo de r¨¦gimen foral" con la llegada de los romanos, y sobre todo Xabier Arzalluz, con su habitual finura de an¨¢lisis, revelaba que "los partidos espa?oles llevan 75 a?os zumb¨¢ndonos", lo que, echando cuentas, quiere decir que en 1923 fueron ellos quienes dieron el golpe de Estado de Primo de Rivera. En la misma velada, cuya cr¨®nica presenta el diario, el l¨ªder del PNV hizo otras observaciones de sensaci¨®n, tales como que la dinast¨ªa que nos preside es la de Borb¨®n, pero que bien pudiera haber sido la de Bonaparte o la de Bernadotte si a Napole¨®n las cosas le hubieran ido mejor. Un testigo privilegiado, I?aki Anasagasti, describe la escena con arrobo: "Xabier Arzalluz, inspirado, sac¨® la historia a pasear (sic), y desde el alcalde de M¨®stoles a los Reyes Cat¨®licos salieron a relucir... Lo hizo muy bien y dej¨® a la audiencia boquiabierta". Era para estarlo.Posiblemente, el p¨²blico que asisti¨® al paseo de la historia a cargo de Arzalluz se encontraba ya favorablemente predispuesto, ya que se trataba de los participantes en la reuni¨®n de partidos nacionalistas de Galicia, Euskadi y Catalunya en Barcelona. All¨ª destac¨® la intervenci¨®n clarificadora de Beiras, por el BNG, al definir como "irreversible" el paso dado en "el proceso de avanzar hacia la autodeterminaci¨®n de Catalunya, el Pa¨ªs Vasco y Galiza". Tampoco tuvo pelos en la lengua Arzalluz cuando formul¨® a los asistentes la pregunta de si prefer¨ªan ser gobernados desde Madrid o desde sus respectivas naciones. No hizo falta al cronista de televisi¨®n recoger la respuesta. Tampoco es preciso comentar, aunque s¨ª rese?ar como s¨ªntoma de la forma en que van a ser acogidas las cr¨ªticas, la brutalidad del insulto dirigido por el profesor Beiras contra un colega catedr¨¢tico que al parecer se pregunt¨® en un comentario por la constitucionalidad de este proyecto pol¨ªtico, al que muy pronto se ha adjudicado la etiqueta de "Galeuzca" por los antecedentes hist¨®ricos de esos encuentros tripartitos.
Aunque la denominaci¨®n tal vez m¨¢s adecuada sea la de Triple Alianza, que evocar¨ªa la primera de tales reuniones, celebrada en septiembre de 1923 en Barcelona por los partidos nacionalistas radicales de las tres nacionalidades, con un claro predominio de los mensajes de ruptura. En la Galeuzca de 1945-46, en un marco de opiniones amplio, se apunta a una soluci¨®n federativa, de reconstrucci¨®n desde las nacionalidades, mientras que ahora, a pesar de las coincidencias en la forma, se sigue justamente la direcci¨®n inversa. ?ste es el verdadero problema que plantea la reuni¨®n de Barcelona: no se trata de reorganizar el Estado, adecuando su organizaci¨®n actual a los requerimientos del proceso de unificaci¨®n europea, sino de transformar en profundidad aqu¨¦l con una f¨®rmula confederal -por ensayar en el mundo de hoy-, como paso previo de forma expl¨ªcita en nacionalistas gallegos y vascos hacia el gobierno pleno por s¨ª mismos, a lo cual corresponde un nombre inequ¨ªvoco en el vocabulario pol¨ªtico.
Es, pues, una l¨®gica de disociaci¨®n que tiene muy poco que ver con el problema real de ajuste t¨¦cnico de Estado y autonom¨ªas a la nueva Europa, aun cuando esto sirva de pretexto. Ciertamente, el contenido de la soberan¨ªa y la distribuci¨®n de competencias se modificar¨¢n profundamente, pero eso no implica que tenga lugar una reconversi¨®n de la Europa actual de los Estados en la Europa de las identidades y de las etnias a que apuntan PNV y BNG, con el acompa?amiento de CiU, con un enjambre de luxemburgos, valonias, breta?as o euskadis, es decir, de entidades min¨²sculas por protagonistas.
Por otra parte, no es cierto, como proponen los "tres aliados" -que, por lo dem¨¢s, no son Galicia, Euskadi y Catalunya, sino tres de sus partidos-, y apunta en su art¨ªculo Ferr¨¢n Requejo, que la Constituci¨®n de 1978 implique una organizaci¨®n del Estado basada en la descentralizaci¨®n a partir del principio de "un Estado, una naci¨®n". Hay que leer todo el art¨ªculo segundo y valorar sin antEojeras lo que ha sucedido en estos ¨²ltimos a?os: ver en la Catalunya o en la Euskal Herria de hoy una mera regi¨®n, en todos los niveles de la pol¨ªtica, constituye simplemente un desprop¨®sito. Otra cosa es que se asimile Espa?a a Yugoslavia o al Imperio Austroh¨²ngaro al hablar de "plurinacionalidad" y se quiera en consecuencia emprender el camino que a tales realidades correspondi¨®. Pero ni la Constituci¨®n, ni su desarrollo, ni la configuraci¨®n plural de las nacionalidades en Espa?a autorizan esa lectura interesada.
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