Entre La Habana y Jerusalen
Desde la ficha que deb¨ªa mover Castro, hasta la petici¨®n de paciencia a Arafat ante el inmovilismo de Netanyahu, ?qu¨¦ est¨¢ pasando en nuestra pol¨ªtica exterior? B¨¢sicamente, que el se?or Aznar ha cambiado la profesionalidad y el consenso por la confrontaci¨®n y el sectarismo.Nada m¨¢s llegar al Gobierno, el PP se precipit¨® a tensar las relaciones con Cuba. ?Fue solamente por motivaciones ideol¨®gicas? Si lo fueron, ?c¨®mo entender, entonces, el reciente giro en sentido contrario? ?C¨®mo se explican ahora los abrazos entre Matutes y Robaina y los largos encuentros entre Castro y Piqu¨¦? La pol¨ªtica de los Gobiernos socialistas hacia Castro nunca fue una pol¨ªtica de besos y abrazos. Utilizamos los instrumentos de la cooperaci¨®n, el di¨¢logo y las inversiones espa?olas en Cuba para mejorar las duras condiciones de vida de los cubanos, contribuir a una transici¨®n gradual, pac¨ªfica y pactada de Cuba hacia la democracia y promover los intereses espa?oles en la isla.
Pero el Gobierno del PP violent¨® todas las premisas anteriores y apunt¨® al derribo del castrismo. ?Por simple afinidad ideol¨®gica con M¨¢s Canosa -el amigo de Miami- o por algo m¨¢s? Ya se va olvidando, pero conviene recordar que la Fundaci¨®n Hispano-Cubana, puro remedo de la cubano-americana, se cre¨® con el impulso del Gobierno, se inaugur¨® solemnemente en una dependencia del Ministerio de Exteriores, y est¨¢ presidida por un preclaro diputado del PP. As¨ª, Espa?a se embarc¨® en una pol¨ªtica s¨®lo aplaudida desde el exilio ultra de Miami y condenada incluso por figuras de la oposici¨®n interior. Pol¨ªtica que no ha tenido m¨¢s que costes y que ha fracasado.
Pero si aquel viraje no fue explicado, menos lo ha sido el bandazo posterior en sentido contrario. ?Realmente cree el presidente Aznar que Castro ha movido ficha? ?Qu¨¦ ha ocurrido desde los reproches por la fealdad de las corbatas, hasta el idilio actual en que, seg¨²n Castro, se encuentran las relaciones? ?La muerte de M¨¢s Canosa acab¨® con la pol¨ªtica de acoso y derribo del castrismo porque hizo imposible la ejecuci¨®n de las hipotecas que la engendraron? ?Se han acabado ya los vergonzosos encuentros del hotel Santo Mauro entre el entorno ultra de M¨¢s Canosa y empresarios espa?oles, inversores en Cuba?
Demasiada incoherencia y obscuridad. Aznar ha pasado de considerar inmorales las inversiones en la isla, porque prolongaban el castrismo, a enviar a Cuevas con un centenar de empresarios seguido poco despu¨¦s por el ministro Piqu¨¦ con otros tantos. El ministro Matutes tambi¨¦n hace sus virajes. Ahora insin¨²a que intermedi¨® para facilitar el viaje del Papa a Cuba, cuando hace poco m¨¢s de un a?o trat¨® de boicotearlo y nombr¨® embajador en el Vaticano a quien, desde el consulado en Miami, cubr¨ªa para el PP los contactos con los sectores ultras del exilio cubano y organizaba los desplazamientos del se?or Aznar por Cantroam¨¦rica en el avi¨®n particular de M¨¢s Canosa. ?O no fue as¨ª, se?or Aznar? Antes del viaje del se?or Aznar a Jerusal¨¦n y Gaza nadie ten¨ªa dudas sobre la posici¨®n espa?ola respecto del proceso de paz. Despu¨¦s, nadie la tiene clara. La ins¨®lita actitud de pedir paciencia a los palestinos antes que celeridad al Gobierno israel¨ª, demarca a Espa?a de la pol¨ªtica de la Uni¨®n Europea y hace que nuestros socios se pregunten si va a pasar en Jerusal¨¦n algo parecido a lo de Cuba.
Pero mientras los europeos se preguntan, los ¨¢rabes se han enfadado. M¨¢s de cinco horas estuvo Aznar con Netanyahu y una hora escasa, mucho menos de lo previsto, con Arafat. Mubarak le par¨® en seco los devaneos sobre una m¨¢s que confusa Conferencia de Madrid II, que gusta a quienes ven la acci¨®n exterior como una cuesti¨®n de fotos y titulares y que parece encontrar acogida en Moncloa, en Asuntos Exteriores, o all¨ª donde se conciba la pol¨ªtica exterior espa?ola, si es que en estos d¨ªas ese lugar existe.
En cualquier caso, parece que Espa?a ha dejado de comprometerse con la causa de la justicia y del derecho internacional para dar respaldo a Netanyahu y negarlo a Arafat. Si esto no es as¨ª, hay que apresurarse a arreglar los estropicios del viaje presidencial. Si lo es, hay que decirlo claro porque supondr¨ªa respaldar en Israel a los intransigentes y alimentar a Ham¨¢s entre los palestinos, es decir, sembrar la violencia.
Mientras Aznar mostraba toda la comprensi¨®n del mundo sobre los planes del Gobierno israel¨ª, la Uni¨®n Europea los criticaba en las Naciones Unidas. La secretaria de Estado Albright llamaba repetidas veces a Netanyahu para apremiarle a que decida ya el segundo repliegue; el presidente de Israel dec¨ªa en p¨²blico, el d¨ªa en que se entrevist¨® con Aznar, que Netanyahu estaba llevando al pa¨ªs al desastre... El Rey Hussein y el presidente Mubarak llevan meses repitiendo que as¨ª no se puede seguir, pero a pesar de todo, Aznar le dice a Arafat que tenga paciencia. ?Qui¨¦n le aconsej¨® que actuara de esta forma? ?O no hubo consejo y esas cosas se le ocurrieron solas al presidente Aznar? No lo s¨¦, pero s¨¦ que ninguna de las dos cosas es buena para Espa?a.
No se trata s¨®lo de un par de tropezones del presidente Aznar en La Habana y en Jerusal¨¦n. Hace dos a?os que la pol¨ªtica exterior espa?ola padece de anemia progresiva. Seguimos sin saber por qu¨¦ ofreci¨® a Estados Unidos apoyo log¨ªstico para bombardear Irak antes de que lo hubieran autorizado las Naciones Unidas. Afortunadamente no hubo bombardeo, pero seguimos sin saber en qu¨¦ condiciones considera el presidente Aznar aconsejable el uso de la fuerza militar. El ministro Matutes trat¨® de aclarar las cosas diciendo que Espa?a cree que la fuerza debe usarse de acuerdo con la legalidad internacional, pero que, si no es as¨ª, Espa?a estar¨¢ del lado de sus aliados. Semejante maleabilidad de principios no nos sac¨® de dudas, y con ellas seguimos. Tampoco sabemos lo que le han costado a las perspectivas comerciales de Espa?a en Irak las palabras tempranas del presidente Aznar.
As¨ª, en dos a?os se ha perfilado una manera de hacer la pol¨ªtica exterior marcada por su utilizaci¨®n partidista, por las meteduras de pata y por la ausencia de explicaciones. Como hace unos d¨ªas el se?or Aznar dijo que cada ministro debe dedicar una parte de su tiempo a "vender el producto", el ministro Matutes, diligente, se ha puesto a la tarea pidiendo "sosiego". ?Sosiego? Mientras vemos nuestra posici¨®n asediada en Europa y se abren v¨ªas de agua en lo que fue una s¨®lida posici¨®n en Oriente Medio e Iberoam¨¦rica, no es de sosiego de lo que andamos faltados. ?Nos invade el sopor y el desconcierto, y nos falta seriedad y profesionalidad en nuestra averiada pol¨ªtica exterior!
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