Salario pobre salario rico
Hace unos d¨ªas publicaban los salarios medios brutos de directivos y de los trabajadores menos cualificados, se supon¨ªa, en el mercado laboral espa?ol y de otros pa¨ªses. Se destacaba en la noticia que en Espa?a la diferencia entre el salario del directivo y el de menor retribuci¨®n se situaba en el triple de este ¨²ltimo. Insinuando que era exagerada esta diferencia, amen de ser la mayor de la lista publicada. No s¨¦ si por mala suerte, por una acusada tendencia contestataria, o porque siempre me toca coincidir con los que su realidad hacen la pu?eta a las publicadas estad¨ªsticas medias, pero el caso es que todos los directivos que conozco, aquellos que cumplen los requisitos b¨¢sicos que definen un trabajo que pueda calificarse de tal, superan la media que seg¨²n el cuadro informativo ten¨ªan como retribuci¨®n mensual. Y al contrario, casi todos los j¨®venes que conozco que en primer empleo, incluso en los empleos sobre los que se requiere un nivel de capacitaci¨®n profesional y personal, o no llegaban, o justo raspaban la cuant¨ªa fijada como salario m¨¢s bajo. Lo cual me provoc¨® la sensaci¨®n que el margen de diferencias es, aunque sirva de esc¨¢ndalo para algunos, mayor del que en ese estudio se reflejaba. Y no me refiero a contratos en pr¨¢cticas, o ese largo tiempo de esfuerzo meritorio escasamente retribu¨ªdo, sino a empleos con contrato indefinido. Insisto en que mi empirismo y la estad¨ªstica en algunas ocasiones se llevan fatal, y que tal vez sea ¨¦sta una de ellas. Pero habr¨¢n de reconocer que se necesita mucha buena voluntad y ciertas dosis de fe, es decir de creer en lo que no se ve, para admitir como buenos los datos que no se contrastan con la realidad que uno visualiza. A¨²n admitiendo la inevitable parcialidad de lo que individualmente se alcanza a conocer. No son pocas las ocasiones en las que personas, m¨¢s o menos allegadas, sugieren a quien dispone de una tribuna en los medios de informaci¨®n que escribas, hables, digas, denuncies en definitiva, lo que para ellos es una injusticia y un sin sentido. Y si el marco de tu comentario ha estado preferentemente recubriendo asuntos directamente relacionados con la pol¨ªtica, te requieren para que cambies de onda, incluso recriminan que no desciendas a los problemas concretos, cotidianos que afectan a su vida dom¨¦stica. De alguna forma te reclaman, en muchos casos probablemente con raz¨®n, que atiendas "la pol¨ªtica" que afecta al ordenamiento de la vida en las preocupaciones b¨¢sicas. Aquellas que en definitiva dependen, como problema y la correspondiente soluci¨®n, de la capacidad adquisitiva. Aquella que llega v¨ªa salario a cambio del quehacer laboral. La de la estad¨ªstica no dice c¨®mo afecta a un plan de vida civilizado, moderno y b¨¢sicamente confortable, que requiere alimentaci¨®n, vestido, ocio, cultura, salud, vivienda y algunas cosas m¨¢s que dependen para su acceso del dinero. Y eso sin entrar en mayores profundidades, pues soy de los que cree que la libertad personal tiene tambi¨¦n un coste que se traduce en t¨¦rminos monetarios. Para acceder honestamente al dinero, salvo la posible v¨ªa del afortunado al que la cig¨¹e?a le deposit¨® en el seno de un hogar acaudalado, s¨®lo hay dos f¨®rmulas que parecen muy mal repartidas: el trabajo y la suerte. Rectifico, peor repartido que el trabajo est¨¢ el salario. Y el azar debe ser cosa de los dioses, que, que con o¨ªdos sordos a los ruegos reparte la suerte sin mayor criterio. El otro, el trabajo, cada vez parece depender m¨¢s del INEM milagroso del cielo, o del limbo, aunque no sea de los justos. En definitiva de pol¨ªticas cuasi celestiales todav¨ªa por descubrir. En esas pol¨ªticas extraterrenales no sabemos si habr¨ªa un sindicato para ¨¢ngeles. Si as¨ª fuera esperemos que estos seres con alitas no se pongan cabreados. Ya se sabe que ¨¢ngeles enfadados, como los ca¨ªdos, se convierten en diablos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.