Colombia
Acabo de leer su editorial del lunes 13 de julio del a?o que cursa, en el cual, bajo el t¨ªtulo Nuevo comienzo, se hace un an¨¢lisis de las perspectivas de paz en Colombia. Estoy de acuerdo en identificar al narcotr¨¢fico como el busilis de la cuesti¨®n en nuestro pa¨ªs, y no he dudado en afirmar que un eventual proceso de paz puede devenir en una discusi¨®n econ¨®mica relegando a segundo plano los factores sociales, pol¨ªticos y militares, habida cuenta de que la guerrilla exigir¨¢ la legalizaci¨®n de miles de millones de d¨®lares que tiene en sus activos gracias a la coca¨ªna, a la hero¨ªna, al secuestro y a la extorsi¨®n. En este caso, la pregunta es: ?c¨®mo legalizar ese esti¨¦rcol del diablo y c¨®mo lavar esas enormes cantidades de d¨®lares producto del enriquecimiento il¨ªcito? Tama?a tarea es la que tendr¨¢n nuestros negociadores, y nosotros, los militares de Colombia, tenemos la obligaci¨®n de apoyar los di¨¢logos y las decisiones del Gobierno, porque ¨¦sa es nuestra convicci¨®n, as¨ª lo demanda la realidad y es adem¨¢s un precepto constitucional. S¨¦ que en Espa?a se piensa que nosotros somos un poder autocr¨¢tico y nos consideran como una rueda suelta dentro del Estado colombiano, pero eso no es as¨ª, porque somos el ¨²nico Ej¨¦rcito de Suram¨¦rica que nunca ha levantado la mano contra el ordenamiento legal y no ha roto la Constituci¨®n de Colombia. Siempre hemos estado sometidos a la autoridad civil y, por esta raz¨®n, creo yo, es por lo que la sociedad nos concede el derecho de hablar y discutir en p¨²blico nuestras ideas, porque nos tiene mucha confianza y respeto. No encajamos dentro del prototipo que ustedes tienen del militar iberoamericano tipo Noriega y otros.Lo que no nos gust¨® a los militares de Colombia es que ustedes hayan afirmado lo siguiente: "No ser¨ªa sorprendente que las FARC cooperaran en la lucha contra la droga, ya sea de los narcos, de los grupos paramilitares y de los jefes del Ej¨¦rcito que se benefician de esta producci¨®n y tr¨¢fico il¨ªcitos".
No es la primera vez que EL PA?S acusa a los generales de Colombia de narcotraficantes llevando a la opini¨®n iberoamericana a una desorientaci¨®n malintecionada. Se lo digo porque los leo con frecuencia, pero puedo asegurarle que en este momento tenemos un mando militar sin acusaciones y sin investigaciones relativas al narcotr¨¢fico o a cualquier forma de enriquecimiento il¨ªcito. Estamos apegados a la ¨¦tica y a la honradez, y por esta raz¨®n la sociedad tolera nuestro protagonismo y permanente presencia en la vida nacional. Esto lo hemos ganado sin atropellos y con mucha decencia. Para actuar como lo hacemos los generales en Colombia es necesario no tener rabo de paja como decimos aqu¨ª, y por esta raz¨®n los generales elevamos nuestra protesta por esta ligera y da?ina afirmaci¨®n que seguramente proviene de fuente interesada y le pedimos una pronta y cumplida rectificaci¨®n y mi recomendaci¨®n en el sentido de que, cuando vayan a escribir sobre nosotros, acudan a sus corresponsales aqu¨ª o a la prensa colombiana, con mi seguridad de que les van a decir que los generales colombianos podr¨¢n estar acusados de todo menos de enriquecimiento il¨ªcito o de narcotraficantes. Y en cuanto a la supuesta actitud de los narcoguerrilleros para favorecer la eliminaci¨®n del tr¨¢fico en contra de los corruptos jefes del Ej¨¦rcito, s¨®lo puedo decirle que en el importante diario EL PA?S los p¨¢jaros parecen estar tir¨¢ndoles a las escopetas, o sea, el mundo al rev¨¦s.- , comandante general de las Fuerzas Militares.
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