Sorolla vuelve a X¨¤bia
"Es el sitio que so?¨¦ siempre, mar y monta?a, pero ?qu¨¦ mar!, nosotros los que vivimos meses en Valencia no podemos tener idea justa de esta grandiosa naturaleza; el cabo de San Antonio es otra maravilla, un monumento de color rojizo enorme, inmenso y su color en las aguas da una limpieza y un verde brillante, puro, una esmeralda colosal...". Este fragmento pertenece a una carta que el pintor Joaqu¨ªn Sorolla envi¨® a su mujer Clotilde en 1886. El artista hac¨ªa pocos d¨ªas que se encontraba en X¨¤bia, una localidad que le caus¨® una impresi¨®n tan fuerte que, a lo largo de su vida, la visitar¨ªa en otras cuatro ocasiones. En 1905, cuando se fraguaba la culminaci¨®n del artista como pintor de la luz, su relaci¨®n con X¨¤bia ces¨® de forma brusca. Un affaire amoroso con una criada, seg¨²n sugiere el historiador Antonio Espin¨®s, tuvo la culpa de que Sorolla, que muri¨® en 1923, no regresara m¨¢s a la Marina Alta. Conclu¨ªa as¨ª un idilio con el paisaje y las costumbres de este rinc¨®n del Mediterr¨¢neo; un idilio que ahora evocan en la sala Espai d"Art Andr¨¦s Lambert, en el casco antiguo de X¨¤bia, 43 de sus lienzos. Sorolla a X¨¤bia, que as¨ª se llama la exposici¨®n que se exhibir¨¢ hasta el 30 de agosto, coincide con el centenario de su segundo viaje y el 75 aniversario de su muerte. Los lienzos representan, a excepci¨®n de dos obras que se han incluido en una muestra itinerante que recorre Latinoam¨¦rica, la totalidad de los fondos del Museo Sorolla de Madrid pertenecientes al periplo del artista en X¨¤bia. A Sorolla le atrajo el paisaje, pero tambi¨¦n el apego de la localidad al pasado. De hecho, en otros fragmentos de su correspondencia admite que en esta localidad se hab¨ªa parado el reloj en el siglo XVII. En sus obras, refleja ese anacronismo en la vigencia de costumbres como la de la pasa, cuyo comercio empezaba a declinar ante el empuje exportador de la vecina D¨¦nia. Para el concejal de Cultura y uno de los art¨ªfices de la muestra, Vicent Chorro, Sorolla a X¨¤bia es una forma de saldar "una deuda pendiente con el pintor". Sorolla contribuy¨® a difundir el paisaje de X¨¤bia y, durante este invierno, la exposici¨®n de sus obras se ha utilizado como reclamo en las ferias de turismo. Este hecho ha demostrado que en la muestra tambi¨¦n alienta la idea de promocionar una imagen que, aunque parezca extempor¨¢neo, el artista empez¨® a perfilar a principios de siglo. Sin embargo, el pintor valenciano tambi¨¦n es deudor de la influencia de X¨¤bia. El escritor Abelardo Mu?oz comenta en su art¨ªculo: "Sorolla, al fin ¨ªntimo, ya nuestro; en la ¨²ltima d¨¦cada de su vida, la de mayor intensidad creativa, Joaqu¨ªn Sorolla pint¨® lo mejor que ten¨ªa en sus imaginativas entra?as, en las playas y rocas de X¨¤bia. Depur¨® de manera sofisticada su propio estilo y se aplic¨® a una abstracci¨®n que a¨²n hoy resulta fascinante". Incluso el director del Museo Sorolla, Florencio de Santa-Ana, es consciente de esa influencia y se?ala el lienzo Noria, J¨¢vea como el aldabonazo que anuncia la madurez del artista: "Firmado en 1900, es un aut¨¦ntico manifiesto de los nuevos cauces de su pintura: de luces muy fuertes, con una paleta muy brillante, que lo acercan al post-impresionismo, y una ejecuci¨®n muy suelta. Es la primera manifestaci¨®n de paisaje en gran formato, tem¨¢tica que alcanza un gran desarrollo en esta etapa de culminaci¨®n". En la misma l¨ªnea, el bi¨®grafo del artista Bernardino de Pantorba escribe: "En los espl¨¦ndidos estudios del mar de X¨¤bia, y particularmente en la serie de los nadadores, Sorolla, sin aumentar los colores de su paleta, que, como en todos los verdaderos coloristas, son pocos, extiende y multiplica el n¨²mero de matices, as¨ª como el n¨²mero de los contrastes audaces, y logra preciosos acordes con azules y amarillos, violetas y cadmios, verdes y rojos, sin olvidar las riqu¨ªsimas modulaciones del blanco, color en cuyo empleo siempre sabe dar ¨¦l notas personales".
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