Andaluc¨ªa en el mundo
La Junta de Andaluc¨ªa ha abierto con gran empe?o y criterios de total libertad un amplio foro donde, bajo el ep¨ªgrafe de Andaluc¨ªa en el nuevo siglo, se invita a una reflexi¨®n plural y responsable acerca de su realidad presente y problemas que deber¨¢n afrontarse en un futuro pr¨®ximo.Reflexi¨®n tal no podr¨ªa ser m¨¢s oportuna. En un mundo tan desconcertado como el actual, cuando todo cambia de modo vertiginoso, y ante ese futuro todo es incertidumbre, mucha gente, en respuesta a las naturales ansias de seguridad, recae mentalmente en la superstici¨®n de ideas obsoletas, y sentimentalmente se acoge a tribalismos artificiales. Las causas de ese estado de incertidumbre son muy evidentes. Nos movemos todav¨ªa, en gran medida, dentro de instituciones que las radicales mudanzas introducidas en nuestras vidas por efecto de la nueva tecnolog¨ªa han hecho insuficientes a la vez que entorpecedoras; y mientras se procura adaptarlas mal que bien al alterado cuadro social o son sustituidas por otras de nueva planta, los vecinos de esta aldea global apenas si sabemos a qu¨¦ atenernos. Las antiguas naciones soberanas de Europa, al deberse integrar por fuerza del desarrollo hist¨®rico en organizaciones de superior envergadura pol¨ªtica, est¨¢n siendo desmontadas; y en cuanto a Espa?a concretamente, si por arriba ha debido ceder la soberan¨ªa de su Estado a una Uni¨®n Europea a¨²n en v¨ªas de constituci¨®n y a otras instancias supranacionales, por la base est¨¢ aplic¨¢ndose a desintegrar el aparato de su viejo Estado unitario para dar paso a una diversidad de comunidades aut¨®nomas; las cuales, al recibir y apropiarse las competencias abandonadas por aqu¨¦l, tienden tal vez a enga?arse incurriendo en la f¨²til tentaci¨®n de erigirse en mim¨¦ticos Estados soberanos a escala menor, sin darse cuenta de que el modelo que imitan carece ya de toda viabilidad en el orden de relaciones que el mundo actual requiere, y de que el concepto de soberan¨ªa pertenece a un pasado irreversible.
En varios sectores de la Pen¨ªnsula pueden encontrarse ejemplos diversos de semejante extrav¨ªo, desde la vesania del obtuso nacionalismo vasco hasta ciertos pujos grotescos ac¨¢ y all¨¢, pasando por la exacerbaci¨®n de algunas pretensiones razonables; ante cuyo espect¨¢culo, los andaluces que sintieran acaso el antojo de veleidades semejantes podr¨ªan mirarse en ese espejo para escarmentar en cabeza ajena. Andaluc¨ªa, ampl¨ªsima regi¨®n del territorio peninsular dividida desde el siglo pasado en ocho provincias del Estado espa?ol, se encuentra ahora unificada por virtud del estatuto de autonom¨ªa que dota de entidad pol¨ªtica a un pueblo ya de antiguo poseedor de una clara conciencia de s¨ª mismo. El proyecto promovido en estos d¨ªas por su Junta de gobierno (es decir, el foro denominado Andaluc¨ªa en el nuevo siglo) responde netamente a tal realidad: ese pueblo dispone hoy (como otros sectores de una Espa?a cuestionada, negada y disminuida) de voz oficial propia y de ¨®rganos de gesti¨®n aut¨®nomos. Eventuales veleidades nacionalistas como las aludidas podr¨ªan en su caso ampararse en algunas de las peculiaridades de esta tierra andaluza que ya sirvieron, desde comienzos del siglo XIX, para elaborar la fisonom¨ªa de la naci¨®n espa?ola, entonces en busca de su correspondiente Volkgeist. Tales rasgos, en amalgama con ciertos elementos sacados de la literatura castellana, sirvieron entonces para trazar una pintoresca imagen de Espa?a: la Espa?a interpretada por los viajeros rom¨¢nticos que se aventuraban a visitar esta tierra encantadoramente atrasada; una imagen de Espa?a vista, pues, por ojos extranjeros, y finalmente asumida por los espa?oles mismos: el estereotipo que todav¨ªa hoy no termina de desvanecerse; l"espagnolade, en fin, que tanto sedujera al Romanticismo.
Esa visi¨®n pintoresca de nuestro pa¨ªs le deb¨ªa mucho, no hay duda, al rico folclore andaluz -leg¨ªtimo, o bien profusamente falsificado- que por lo dem¨¢s, a partir de entonces empezar¨ªa a ser y sigue si¨¦ndolo uno de los principales atractivos que suscitan la afluencia tur¨ªstica hacia ac¨¢. Preservar, cultivar, fomentar incluso, ahora que Andaluc¨ªa dispone de un ¨®rgano de gobierno com¨²n y aut¨®nomo, esa fuente de ingresos, puede ser, lo es sin duda, una recomendable pol¨ªtica econ¨®mica. Pero, eso s¨ª, teniendo siempre un cuidado exquisito para no extrapolarla convirti¨¦ndola en materia de ideolog¨ªa. Muy lamentable ser¨ªa, en efecto, que, por facilona inconsciencia o pereza mental, toda la faramalla de la Espa?a ca?¨ª se quisiera elevar ahora, cuando Andaluc¨ªa se halla constituida en comunidad aut¨®noma frente al resto de Espa?a, frente a Europa, frente al mundo entero, a la falaz categor¨ªa de "se?as de identidad" nacional andaluza. Andaluc¨ªa es una realidad demasiado seria para disfrazarla en t¨¦rminos de tan fr¨ªvolas zarandajas, o siquiera en los de aquellas amenas especulaciones literarias de que a veces fuera objeto. Andaluc¨ªa tiene en este fin de siglo una presencia muy efectiva en el contexto espa?ol, europeo y mundial, y el texto del documento elaborado por su Gobierno como gu¨ªa para las tareas del foro Andaluc¨ªa en el nuevo siglo, rico y muy finamente matizado, se asienta sobre una consideraci¨®n objetiva de las actuales condiciones de esta regi¨®n -nada atrasada por cierto, sino plenamente incorporada a los ¨²ltimos desarrollos tecnol¨®gicos, y homologada as¨ª con el resto del Occidente- para analizar y valorar sus efectivas posibilidades desde la perspectiva que la autonom¨ªa le procura. El estudio deber¨¢ anticipar los problemas propios de su emplazamiento geogr¨¢fico, afirmando una presencia activa dentro de un mundo en proceso de organizaci¨®n. "En esta ¨¢rea", anuncia el programa, "se trata de estudiar el papel que puede jugar Andaluc¨ªa como encrucijada norte-sur y este-oeste, su funci¨®n en el Mediterr¨¢neo y el compromiso de participar en el proyecto pol¨ªtico de creaci¨®n de la Uni¨®n Europea. Asimismo, se deber¨¢ plantear el papel activo que puede jugar en la ayuda a los pa¨ªses vecinos menos desarrollados y a los pa¨ªses hermanos de Am¨¦rica".
En verdad, nos encontramos ante un documento admirable y, en m¨¢s de un sentido, ejemplar; un documento afirmativo, positivo, lleno de aplomada seguridad, pero al mismo tiempo penetrado de un esp¨ªritu de generosa apertura a toda colaboraci¨®n. No cabe rastrear en sus p¨¢ginas ni el menor rasgo de esa mezquindad, de esos resentimientos, del falso engreimiento, de las est¨²pidas pretensiones en que suelen incurrir algunos de los otros poderes locales que en esta Espa?a tan maltratada est¨¢n emergiendo tras la desintegraci¨®n de su viejo -y ya caduco- Estado soberano.
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