Los mestizos de Gnawa Difussion convierten el mundo en un pa?uelo
La situaci¨®n no ten¨ªa desperdicio. En el coraz¨®n de un pueblecito pirenaico anclado en un valle, una carpa daba cabida a los aficionados del lugar. Miraban todos ellos a un escenario ocupado por ocho mestizos, varios de los cuales vest¨ªan indumentaria ¨¢rabe, los Gnawa Difussion. Usaban instrumentos tradicionales y tambi¨¦n el¨¦ctricos y con ellos recordaban con su m¨²sica que el mundo es un pa?uelo.Son ellos un grupo franco-argelino formado en Grenoble, una ciudad desde la que han puesto en marcha un grupo con dos sensibilidades. Una habla del presente, de un presente marcado por la m¨²sica de consumo que suena a reggae, raggamuffin y funk. Es la cara el¨¦ctrica de los Gnawa Diffusion. La otra habla de la noche de los tiempos, all¨¢ cuando los esclavos negros de camino a las cadenas dejaron su m¨²sica en el Magreb, que al fundirse con los sonidos locales dio lugar a la m¨²sica gnawa. Esas fueron las dos almas que Gnawa Diffusion ense?aron en su concierto pirenaico.
La cara moderna result¨® una macedonia en la que en una misma pieza se fund¨ªan ska, reggae, la letra de La Marsellesa y melod¨ªas de clara ra¨ªz moruna. Tambi¨¦n cab¨ªan cantos laudatorios al Che salpimentados con dub y reggae, mucho reggae, un ritmo que cualquiera dir¨ªa que es el favorito de los magreb¨ªes instalados en Francia. Est¨¢bamos pues en un concierto de pop mestizo regado con muchas sangres.
Luego lleg¨® la cara tradicional, formateada en set ac¨²stico con la presencia de casta?uelas de hierro forjado y una especie de guitarra baja que seguro no era obra de un luthier occidental.
Era el turno de las melod¨ªas vocales de la extracci¨®n negra, de construir atm¨®sferas hipn¨®ticas que de estar mejor tejidas podr¨ªan haber conducido al trance. En el pasado, la m¨²sica gnawa serv¨ªa, entre otras cosas, para sanar a los enfermos y algo de terape¨²tico se ha mantenido en estos sonidos pese a los siglos.
Sin embargo, y pese a la carga m¨¢gica de esta m¨²sica, los Gnawa Difussion no estuvieron finos al acordarse de sus tatarabuelos. El set ac¨²stico tuvo un algo de tur¨ªstico que vino dado por la falta de profundidad en la interpretaci¨®n, m¨¢s guiada por la buena voluntad que por el acierto. Siguiendo la senda del reproche, tambi¨¦n se pudo abrazar la perplejidad al comprobar lo aisladas que estuvieron en el repertorio las dos caras del grupo, que lejos de fusionarlas cono sugiere su nombre, las hicieron pasar por escena como compartimentos estancos. Uno pod¨ªa titularse "soy franco-magreb¨ª y me gustan el reggae y el par", mientras que el otro podr¨ªa denominarse "pero tambi¨¦n recuerdo que tuve un tatarabuelo esclavo y negro". Y en esas pas¨® la noche en el valle, esperando una fusi¨®n que no lleg¨®.
Babelia
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