Tragedia
Una condena pronunciada bajo el sopor de la can¨ªcula tiene un car¨¢cter de maldici¨®n. No s¨¦ si soplaba el siroco en Madrid cuando los magistrados del Supremo emitieron la sentencia que llevar¨¢ a la c¨¢rcel a la c¨²pula de Interior del Gobierno socialista. Sin duda en la capital del Reino a esa primera hora de la tarde de julio se hab¨ªa extasiado ese f¨¦tido bochorno caracter¨ªstico que unifica el aliento de las alcantarillas con el fuego que baja del cielo. No pod¨ªa ser de otra forma. Tantos a?os esperando este fallo y ha tenido que producirse al modo ib¨¦rico bajo un sol de justicia que agarrota todas las nucas. El p¨²blico ha asimilado el veredicto a una estocada. En este caso, media que basta. Las reacciones que han seguido a esa suerte de espadas han dejado al desnudo el alma espa?ola. Vengadores, compasivos, resentidos, generosos, hip¨®critas, magn¨¢nimos o empecinados los ciudadanos van emitiendo su sentencia particular ante los micr¨®fonos o al pie de una raci¨®n de calamares. Cada espa?ol es un tribunal de apelaci¨®n pero a nadie causa asombro lo movedizo de las conciencias. Aquellos que aplaud¨ªan p¨²blicamente la guerra sucia hoy son los m¨¢s justicieros. Aquellos que en su momento condenaron los cr¨ªmenes de Estado y luego se han permitido alg¨²n reparo sobre el juicio se han convertido en sospechosos. As¨ª es la almadraba para pescar atunes donde los socialistas se han enredado. ?sta es su tragedia. El Partido Socialista fue triturado en la guerra civil y aventado al exilio durante 40 a?os. Despu¨¦s de una prolongada resistencia, llegada la transici¨®n, se puso en cabeza a la hora de olvidar los cr¨ªmenes de la dictadura. Partidario de la reforma y no de la ruptura carg¨® con los residuos del franquismo, se trag¨® un intento de golpe de Estado, y una vez en el poder, cogido por el s¨ªndrome de Estocolmo, el Gobierno socialista reprodujo en su seno mim¨¦ticamente algunos vicios y m¨¦todos de la derecha y a causa de esto la derecha los ha echado del poder y los ha metido en la c¨¢rcel. Las tragedias sirven para purificarse.
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