Hurto y profanaci¨®n
Identificada la persona que cobr¨® el cup¨®n premiado de la ONCE robado a un cad¨¢ver en A Coru?a
Lleg¨® a plantearse la exhumaci¨®n de aquel "cad¨¢ver con premio". Juan Villasante Paz fue enterrado en Pobra do Carami?al (A Coru?a) antes de saberse que hab¨ªa comprado un cup¨®n de la ONCE agraciado con cinco millones de pesetas. Se cre¨ªa que el cad¨¢ver hab¨ªa sido enterrado con el mismo traje en que guard¨® el boleto cuando lo compr¨®, pero no hab¨ªa garant¨ªas de que lo conservara en la sepultura. As¨ª que se decidi¨® agotar todas las hip¨®tesis antes de autorizar la exhumaci¨®n.Semanas despu¨¦s del ¨®bito, la ONCE comunic¨® que hab¨ªan sido cobrados todos los premios de los cupones vendidos en Pobra do Carami?al, incluido el del fallecido. Ahora el cerco se estrecha: ya se sabe qui¨¦n lo cobr¨®, que no es la misma persona que lo sustrajo, seg¨²n sus leg¨ªtimos beneficiarios.
Villasante Paz, de 76 a?os, hab¨ªa sido emigrante en Uruguay y se jubil¨® como barrendero en Pobra. Nunca jugaba a los ciegos. Pero ese domingo, 25 de enero, animado por unos amigos -de ah¨ª que se recuerde en el bar Chispa- cedi¨® a la tentaci¨®n y compr¨® el boleto que quedaba de una tira de cinco. El viernes anterior hab¨ªa ido al m¨¦dico a Santiago, a mirarse las cataratas, y le recomendaron que consultara con un cardi¨®logo.
A eso iba el lunes por la ma?ana, a por el volante, cuando muri¨® de infarto en la calle. En la cl¨ªnica de Pobra do Carami?al s¨®lo pudieron certificar su defunci¨®n y dejaron el cad¨¢ver en manos de la funeraria. Le enterraron al d¨ªa siguiente y, el mi¨¦rcoles, lleg¨® a o¨ªdos de sus herederos el extra?o toque de fortuna que les afectaba.
Una familia humilde
No es familia que nade en la abundancia. El sobrino, Jaime Villasante, cobra una pensi¨®n de invalidez de 36.000 pesetas, su mujer trabaja de asistente por horas, tienen un hijo en edad escolar y dos hijas, una de ellas separada y a la que el ex marido no pasa pensi¨®n. El premio que correspondi¨® a su t¨ªo es en la casa mucho m¨¢s que una golosina.Pero el cup¨®n de Villasante no apareci¨® por ning¨²n lado, ni entre las pertenencias que entregaron a los familiares en la funeraria, despu¨¦s de vaciar los bolsillos del difunto, ni en su casa. O le hab¨ªan enterrado con el cup¨®n o alguien lo hab¨ªa sustra¨ªdo.
La juez que instruye el caso en un juzgado de Ribeira, Beatriz ?lvarez Casanova, empez¨® a tenerlo claro en febrero, despu¨¦s de que la ONCE comunicara que ya hab¨ªan sido cobrados todos los cupones premiados. Los compradores de los otros cuatro cupones de la misma tira permitieron establecer el n¨²mero de serie del cup¨®n de Villasante y la identidad de la persona que canje¨® el premio de cinco millones en un banco de la localidad: Manuel Pi?eiro Alcalde.
La juez imputa a Pi?eiro un delito de hurto con el agravante de profanaci¨®n de cad¨¢ver, pero los herederos de Juan Villasante no creen que fuera ¨¦l quien sustrajo el cup¨®n. "Tiene que haber alguien m¨¢s", sostiene Mar¨ªa Antonia Alonso, sobrina y heredera del fallecido. "O le dijeron la verdad, t¨² lo cobras y nos lo repartimos, o le dijeron que se lo hab¨ªan encontrado y le compensaron con algo por cobrarlo".
Las sospechas de los herederos de Villasante se fundamentan en "algo que no puede ser mera coincidencia": Pi?eiro Alcalde es vecino, en la peque?a aldea de Calo, de una ATS que trabaja en el centro de salud al que fue trasladado Juan Villasante in extremis, y de un empleado de la funeraria que se encarg¨® del sepelio.
El cerco se ha estrechado. Por los ritmos y vacaciones de la justicia, Pi?eiro Alcalde no declarar¨¢ en los juzgados hasta el pr¨®ximos mes de septiembre, "y lo que nosotros queremos es que esto se resuelva cuanto antes", afirma Mar¨ªa Antonia, contrariada por las demoras, no s¨®lo porque aplazan la percepci¨®n de su leg¨ªtima herencia. "Me han amenazado dici¨¦ndome que ya estaba muerta o que me iban a dar un par de hostias, entre muchas otras cosas. Y he tenido que callar y agachar la cabeza, sin tener por qu¨¦ agacharla", aduce.
Pi?eiro Alcalde acudi¨® el domingo al bar Chispa, donde Villasante compr¨® el cup¨®n, queriendo hacer valer que ¨¦l tambi¨¦n lo hab¨ªa comprado. Los responsables del establecimiento le desmintieron y, previo cruce de insultos, Pi?eiro acab¨® pele¨¢ndose a pu?etazos con Jaime Villasante, sobrino y heredero del "afortunado" fallecido.
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