El Atl¨¦tico sigue su progreso
El equipo de Sacchi golea al Vitesse en otro gran partido
Crece el Atl¨¦tico. Y a buen ritmo, mucho m¨¢s r¨¢pido de lo que pod¨ªa sospechar el mism¨ªsimo Arrigo Sacchi. Ayer, en la final del torneo de Arnheim, ante el Vitesse del portugu¨¦s Artur Jorge, los rojiblancos repitieron la sensaci¨®n de solidez, de equipo armado, que dej¨® en la cita ante el Chelsea. Con una alineaci¨®n distinta, el Atl¨¦tico volvi¨® a mostrarse como un bloque escrupulosamente organizado, sin fisuras t¨¢cticas, con un esfuerzo solidario que, de mantenerse, le puede llevar lejos. Gole¨® de nuevo (0-3) y dej¨® al adversario pr¨¢cticamente vac¨ªo de ocasiones. El problema ahora para Sacchi es frenar los efectos de tan saludable imagen. Su plan empieza y no es bueno que los jugadores, los due?os del club y la afici¨®n interpreten antes de tiempo que ya est¨¢n en el final del camino. No es recomendable tirar cohetes tan pronto y por tan poco.Pero lo cierto es que este equipo promete, huele bien. Sobre todo porque se le ve inesperadamente montado. Rocoso y seguro. S¨®lido, lo llaman. El montaje defensivo se insin¨²a fascinante.La l¨ªnea de cuatro adelantada, el desgaste de la tripleta de centrocampistas y la estimable ayuda del tridente de ataque, todos muy juntos y coordinados. El rival encuentra problemas graves para circular la pelota y la acaba sorteando. Mejor dicho, entreg¨¢ndosela al Atl¨¦tico. Y no se trata, o eso parece, de la pericia individual de cada cual en misiones destructivas. Detr¨¢s se palpa un plan com¨²n tan exigente como efectivo. Valdr¨ªa hablar de la recuperaci¨®n para la causa de Santi, que parece haber jugado bajo el entramado de Sacchi toda la vida, o de la aparici¨®n de Roberto, que ha desmentido su situaci¨®n de transferible colg¨¢ndose galones de indispensable en el trabajo del mediocampo. Pero el secreto huele m¨¢s al todos-a-una que a cualquier aspecto individual.
El Atl¨¦tico se estrecha en misiones destructivas, ahoga literalmente al rival y es capaz de aprisionarle en cualquier rinc¨®n del campo hasta birlarle el bal¨®n. Hay un plan, no hay duda. Y ¨¦ste afecta tambi¨¦n a la otra cara del juego, cuando es el Atl¨¦tico el que maneja el cuero y toca ataque. Entonces, el equipo se separa de forma fulgurante y se ensancha al m¨¢ximo. El que la juega encuentra varias soluciones para elegir, en corto o en largo, porque los dem¨¢s se mueven, vienen y van. El rival, ayer lo comprob¨® el Vitesse, lo pasa realmente mal.
Falta precisi¨®n y fantas¨ªa, un peaje inevitable por las revoluciones a las que se juega, pero no llegada. El Atl¨¦tico aparece en el marco rival por oleadas. Usa bien las contras, que ejecuta a toda velocidad -si el robo de bal¨®n se produce en campo contrario es casi letal-, y sufre algo m¨¢s cuando la situaci¨®n le obliga a elaborar. Pero ning¨²n ataque le pilla escaso de personal. Ni de calidad. No est¨¢n todav¨ªa Vieri y Kiko, pero s¨ª Jos¨¦ Mari, que pide paso.
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