El ma?ana nunca muere
Los buenos sentimientos nunca han sido muy fotog¨¦nicos. Cinematogr¨¢ficamente hablando, el mal y sus m¨²ltiples ramificaciones siempre han resultado m¨¢s interesantes y amenos desde un punto de vista dram¨¢tico. De ah¨ª que Edici¨®n anterior, la nueva serie de Canal + (de lunes a viernes, a las 20.30), nazca ligeramente lastrada por una sobredosis de buen rollo que en nada contribuye a la eficacia del invento como producto de entretenimiento.Hay en la serie un h¨¢lito redentor que, en sus mejores momentos, recuerda a las pel¨ªculas de Frank Capra, mientras que en sus peores instantes remite al espectador a aquella terrible invenci¨®n del difunto Michael Landon que fue Autopista hacia el cielo.
Edici¨®n anterior narra las aventuras de un pobre tipo que se gana la vida como broker hasta que, un buen d¨ªa, su novia lo echa de casa (por motivos que no se nos explican) y se ve obligado a refugiarse en un hotel un tanto especial.
No es el hotel de los l¨ªos de los hermanos Marx, pero poco le falta: cada ma?ana, un gato se presenta en la habitaci¨®n de nuestro h¨¦roe con un diario del d¨ªa siguiente. Eso le permite al hombre enterarse de las cosas 24 horas antes que los dem¨¢s habitantes de la ciudad de Chicago, pero arroja sobre ¨¦l un conglomerado de penas y alegr¨ªas en el que las primeras superan ampliamente a las segundas.
Saber el n¨²mero ganador de la loter¨ªa est¨¢ muy bien, comprueba nuestro hombre, pero leer la informaci¨®n sobre un atraco le obligar¨¢ a involucrarse en el asunto para evitar que tenga lugar la desgracia anunciada. Y la perspectiva de apechugar con una realidad que solo ¨¦l conoce no tarda en convertirse en una pesadilla de la que no hay manera de escapar: cuando el abrumado broker emigra a una caba?a en el campo, ah¨ª tiene cada ma?ana al gato de marras con ese peri¨®dico que m¨¢s le valdr¨ªa no leer.
Edici¨®n anterior acusa una molesta inadecuaci¨®n entre fondo y forma. Mientras la realizaci¨®n de la serie es ingeniosa y elegante, el bienintencionado contenido resulta blando y peligrosamente cercano a la cursiler¨ªa. Tampoco contribuyen mucho a la buena marcha del asunto los actores elegidos, cuya falta de carisma y de convicci¨®n a la hora de leer sus l¨ªneas fomentan las tendencias sopor¨ªferas del producto.
Los guionistas tendr¨ªan que esforzarse para evitar el zapeo compulsivo del televidente. Y aun a riesgo de dar consejos no solicitados, uno recomendar¨ªa algo de sentido del humor: no hay ni rastro de ¨¦l en Edici¨®n anterior.
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