Un fastuoso templo en plena selva

Si el visitante del monasterio de Sant Pere de Rodes es capaz de imaginar que los ¨¢ridos montes de sus alrededores fueron hace muchos a?os un bosque denso e impenetrable que le vali¨® el nombre de selva -El Port de la Selva-, puede que llegue a creerse la leyenda de su origen, rescatada por el cronista del siglo XVII Jeroni Pujades. Cuenta esta novelesca explicaci¨®n que ante el acoso de Roma por parte de las tropas babil¨®nicas, una nave tripulada por cl¨¦rigos zarp¨® llev¨¢ndose una parte de las reliquias religiosas m¨¢s preciadas de la cristiandad: la cabeza y el brazo derecho de san Pedro ap¨®stol, los restos de su hijo, san Pedro exorcista, y el de otros m¨¢rtires de menor entidad. El viento condujo el barco hasta la costa gerundense y amain¨® de repente ante un bello paraje. Si los monjes ten¨ªan alguna duda sobre la conveniencia de instalarse en tal lugar, cuando ascendieron la monta?a de Verdera y contemplaron el majestuoso paisaje que se extend¨ªa a sus pies, la construcci¨®n del monasterio s¨®lo fue cuesti¨®n de tiempo. Mientras, las reliquias se escondieron en una cueva. La g¨¦nesis de uno de los conjuntos monumentales medieva-les m¨¢s impresionantes del occidente mediterr¨¢neo es todav¨ªa fuente de controversia entre los historiadores del arte rom¨¢nico. A pesar de que las sucesivas reformas han ido barriendo las ruinas de los antiguos saqueos, reconstruyendo sus muros y habilitando un moderno centro de estudios que incorpora como nuevos materiales el parqu¨¦ y el cristal, todav¨ªa queda lejos de su antiguo esplendor.