Lottman relata la venganza popular de la posguerra francesa en "La depuraci¨®n"
El autor americano acaba la trilog¨ªa iniciada con "La ca¨ªda de Par¨ªs" y "La Rive Gauche"
El historiador norteamericano residente en Par¨ªs Herbert Lottman acaba de publicar en Tusquets una nueva entrega de sus trabajos sobre la Francia de los a?os anteriores y posteriores a la Segunda Guerra Mundial. La depuraci¨®n, 1943-1953, describe una ¨¦poca y un fen¨®meno pol¨ªtico especialmente delicado, controvertido, hiriente para muchos supervivientes de los hechos. Lottman, que ha tenido acceso a documentos in¨¦ditos, narra los procesos a los franceses que colaboraron con el Ej¨¦rcito alem¨¢n y la autoridad nazi en el sometimiento de su propio pa¨ªs.
La depuraci¨®n, en Francia, no es s¨®lo una palabra vac¨ªa. Hubo 10.000 ejecuciones sumar¨ªsimas y 6.763 condenas a muerte. La venganza popular contra los colaboracionistas con los nazis fue un hecho que Herbert Lottman ha investigado a fondo.Pregunta. El caso paradigm¨¢tico es el del mariscal P¨¦tain; quien hab¨ªa sido el "h¨¦roe de Verd¨²n" en la Primera Guerra Mundial fue reclamado para entenderse con los invasores y salvar lo que se pudiera; dirige el Gobierno colaborador de Vichy, y luego es juzgado y condenado a muerte por ello. ?No hubo un ensa?amiento mezquino por parte de De Gaulle?
Respuesta. P¨¦tain era un anciano que no siempre estaba l¨²cido, que por las tardes se dorm¨ªa, que no sab¨ªa muy bien siquiera lo que firmaba, eso es cierto, y tambi¨¦n que el antagonismo entre De Gaulle y ¨¦l ven¨ªa de lejos; pero De Gaulle no pod¨ªa invalidar sus tesis pol¨ªticas sobre la Francia resistente y soberana y aceptar el sentido del Gobierno de Vichy como un mal menor. O Vichy era leg¨ªtimo, y entonces la Resistencia un desacato, o era un Gobierno esp¨²reo y traidor. Y para este caso el tribunal s¨®lo pod¨ªa pedir la pena de muerte. Pena que fue conmutada por De Gaulle, y al final la prisi¨®n perpetua de P¨¦tain se convirti¨® en una especie de exilio en una isla frente a Breta?a. Aquella fue una guerra "caliente", y la ocupaci¨®n, una ¨¦poca feroz para los franceses. Creo que no se pod¨ªa hacer m¨¢s por P¨¦tain.
P. Algunos han definido la depuraci¨®n como un tiempo de infamia, de venganzas personales, de muertes arbitrarias. Usted postula, por el contrario, que "los franceses no deben avergonzarse de su depuraci¨®n, como con demasiada frecuencia parecen tender a hacerlo, incluso en la actualidad".
R. Los gaullistas hicieron cuanto estuvo en sus manos para mantener ciertas reglas, cierta legalidad en los procesos, en las ejecuciones. Desde Argel se impartieron instrucciones para que los tribunales mantuvieran la frialdad y la neutralidad. A nosotros ahora la depuraci¨®n nos parece una justicia del Far West, pero en realidad era mucho m¨¢s ponderada que las cortes marciales que suelen darse en las guerras.
P. La depuraci¨®n empez¨® en Francia antes del fin de la guerra. ?Se dieron m¨¢s casos de v¨ªctimas inocentes o de culpables impunes?
R. En el castigo se produjeron errores judiciales y excesos, pero es demasiado f¨¢cil criticar lo que pasaba cuando la guerra segu¨ªa en marcha. La mayor¨ªa de culpables escaparon ilesos. Muchos industriales, funcionarios, militares, etc¨¦tera, que colaboraron activamente y se enriquecieron con los alemanes escaparon a la depuraci¨®n s¨®lo porque no se dispon¨ªa de polic¨ªas ni sistemas judiciales y de investigaci¨®n para instruir sumarios fiables. La excepci¨®n fueron los periodistas: sus propios art¨ªculos constitu¨ªan el dosier para la acusaci¨®n.
P. C¨¦line, el autor de Viaje al fin de la noche, que hab¨ªa llegado a quejarse de la excesiva tolerancia de los alemanes con los jud¨ªos, recibi¨® una condena de un a?o de prisi¨®n y antes de cumplirlo fue amnistiado. ?Su caso fue la norma o la excepci¨®n?
R. Durante la ocupaci¨®n, C¨¦line escribi¨® algunos art¨ªculos, pero no era un periodista, no fue portavoz de los alemanes ni dispon¨ªa de una plataforma para proclamar sus ideas racistas. Al final de la guerra se refugi¨® en Dinamarca, de donde volvi¨® cuando se proclamaron las amnist¨ªas. Era un hombre mentalmente perturbado, pero en su correspondencia se detecta que esos desarreglos en parte los fing¨ªa por conveniencia.
P. La depuraci¨®n no ha terminado, todav¨ªa hoy salen a la luz nuevos casos y se celebran juicios. El ¨²ltimo, el caso de Maurice Papon, condenado a 10 a?os de c¨¢rcel el pasado abril. ?Qu¨¦ opini¨®n le merece la continuaci¨®n de estos juicios?
R. El defecto de los historiadores es que cada vez les gusta m¨¢s opinar y menos hurgar en los archivos. Si los historiadores no fueran tan perezosos, encontrar¨ªa en ellos muchas m¨¢s cosas que las que ahora se saben sobre la ocupaci¨®n. Uno siempre se pregunta si vale la pena abrirle un proceso a un tipo de 80 a?os. ?Hay que poner fin a todo esto? ?O hay que seguir hasta el final en el esclarecimiento de aquellos cr¨ªmenes? En fecha reciente muri¨® un ministro del Gobierno de Vichy, y hace unas semanas tan solo un miembro de su familia escribi¨® en el diario Le Monde: "Gente como ¨¦l era necesaria para mantener viva Francia".
P. As¨ª que el debate contin¨²a.
R. Cierto. Aunque creo que llega una generaci¨®n a la que todo eso ya no le importar¨¢.
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