El Madrid zarandea al Atl¨¦tico
El equipo de Hiddink deja en evidencia a los rojiblancos con un juego brillante
Como la pretemporada es tiempo de mensajes, el Real Madrid envi¨® uno estupendo en Riazor. El Atl¨¦tico, no. Resulta que el Atl¨¦tico est¨¢ tieso. Esta semana, por lo menos, porque ya se sabe que este equipo es ciclot¨ªmico. Del entusiasmo ha pasado a un proceso de depresi¨®n, justificado por otra parte. El Madrid le tir¨® un baile, le hizo cuatro goles y se dio al lujo, incluido el de la condescendencia. Despu¨¦s del cuarto gol no quiso afear m¨¢s la tarde al Atl¨¦tico y estuvo en plan perdonavidas, con la pachanguita a cuestas. Pero incluso en ese periodo el Atl¨¦tico dio una impresi¨®n penosa. No se le ocurri¨® nada decente. Su incapacidad fue absoluta en todos los terrenos. La defensa funcion¨® mal, al centro del campo le faltaron luces y los delanteros parec¨ªan juveniles frente a los defensas madridistas. En esta ¨¦poca de se?ales, el Atl¨¦tico ofrece las peores posibles. Parece mentira como cambia el f¨²tbol de una semana a otra.Si el problema del Atl¨¦tico es temporal o estructural, habr¨¢ que verlo en la Liga. Sin embargo, el partido dej¨® algunos datos incuestionables. El Madrid dispone de m¨¢s calidad, quiz¨¢ en proporciones imprevistas. El encuentro fue eso: un duelo desigual entre un equipo con excelentes recursos futbol¨ªsticos y otro que pretende imponerse desde la consagraci¨®n al sistema. Aqu¨ª se produce la primera descompensaci¨®n. Por ahora, el Atl¨¦tico interpreta mal el ideario de Sacchi (presiona de manera deficiente, su defensa es inestable y el ataque es una suma de situaciones perfectamente previsibles). A esta situaci¨®n preocupante se a?ade el rango real de los futbolistas, casi todos segundos guitarras. El Madrid, que tantas veces ha parecido un equipo desaprovechado, pareci¨® todo lo contrario. Fue mejor en el aspecto colectivo y sideralmente mejor en las cuestiones individuales.
Si a Sacchi se le reconoce por su inter¨¦s en crear un ej¨¦rcito a partir de la organizaci¨®n y la disciplina, a Hiddink se le aprecia un inter¨¦s por el buen gusto, por la parte relacionada con el bal¨®n y su uso. El Madrid jug¨® con una gran soltura, hasta el punto de generar una duda conceptual. ?Fue tan grande su autoridad o se aprovech¨® de la descacharrante actuaci¨®n del Atl¨¦tico? Probablemente hubo un poco de todo, pero el despliegue madridista fue irreprochable en el primer tiempo. Con muchos delanteros (Morientes, Suker, R¨¢ul y Savio), el Madrid apenas sufri¨® por el lado defensivo.
La desproporci¨®n se gener¨® a partir del brillante aprovechamiento que hizo el Madrid de la pelota. Toc¨® y lo hizo con rapidez y sentido. Redondo domin¨® el medio campo, Seedorf le acompa?¨® con alguna intermitencia y el resto fue cosa de Savio y Ra¨²l, que marc¨® dos goles. Y como ocurre con futbolistas del tipo de Ra¨²l, el gol les abre el apetito, les mejora el juego, les revitaliza. Por momentos, Ra¨²l retom¨® el hilo de sus buenos tiempos.
La actividad de Savio fue menor que frente al Lazio, pero su prestaci¨®n volvi¨® a ser notable. El f¨²tbol es otra cosa con un buen extremo. Justo en la ¨¦poca del predominio del sistema (del pizarrismo), conviene m¨¢s que nunca la utilizaci¨®n de jugadores que se salgan de lo previsto. Eso es lo que define a los extremos de verdad, y si son brasile?os se les supone un valor a?adido. Savio es una amenaza para cualquier lateral, como pudo comprobarlo Aguilera.
La defensa del Atl¨¦tico se sinti¨® tan vulnerable ante las exquisiteces de los delanteros madridistas que termin¨® por entrar en una v¨ªa de p¨¢nico. Los tres primeros goles del Madrid encontraron la colaboraci¨®n de los defensores rojiblancos, que dieron una pobre impresi¨®n. Torrisi y Chamot parecen poca cosa. Pero por delante tambi¨¦n hay problemas. Falta alguien con garant¨ªas para dirigir. Falta un puesto que convenga a Juninho (si ese puesto existe) y falta eso que se llama talento individual. Justo lo que sobra en el Madrid.
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