La ley rompe los sue?os de 500 ecuatorianos
Los inmigrantes asentados en Totana temen perder el trabajo y ser expulsados por falta de 'papeles'
La ley comienza a chocar con la realidad. As¨ª es la vida de ocho ecuatorianos que habitan en uno de los pisos frente a la Plaza Municipal de Totana. Son profesores, conductores y amas de casa que abandonaron su pa¨ªs en busca de una "mejor vida". Como los 500 ecuatorianos que habitan en este municipio de Murcia, trabajan en la agricultura y son bien recibidos por la comunidad totanera, en la que est¨¢n bien integrados. Quieren quedarse en Espa?a tres a?os, ahorrar un dinerillo y regresar a Ecuador. Pero su sue?o y su vida choca con la Ley de Extranjer¨ªa, que los convierte en ilegales.Para Luis, Marcela, Marco, Sonia, Patricia, Washington, Walter y Patricio, "una mejor vida" es poder regresar a Ecuador y comenzar a construir una casa, invertir en un negocio, comprarse una vaca o pagar la cirug¨ªa de alg¨²n familiar. Seis de ellos fueron detenidos por la Guardia Civil en la medianoche del pasado 10, mientras hablaban por tel¨¦fono en un parque. Su expulsi¨®n del pa¨ªs est¨¢ en tr¨¢mite.
La vida de la mayor¨ªa de los ecuatorianos transcurre entre los cultivos de los alrededores, las tiendas de autoservicio, la iglesia y los pisos que alquilan por todo el pueblo. Tratan de ser educados, de no molestar a nadie. Van a bares, pero no se emborrachan. Juegan al f¨²tbol y al bal¨®nmano, incluso en las canchas del colegio que est¨¢ al lado del cuartel de la Guardia Civil. Intentan ser discretos, pasar desapercibidos en este pueblo de 21.000 habitantes. Pero ya son m¨¢s de 500.
No son un colectivo aislado. Participan de las fiestas locales y hoy son motivo de la movilizaci¨®n social que se prepara en Totana. Ayer mismo, la concejal Josefina G¨¢lvez (IU) reun¨ªa la documentaci¨®n para presentar un recurso en contra de la expulsi¨®n de 17 de ellos promovida por la Delegaci¨®n del Gobierno en Murcia. Mientras, colectivos de vecinos, sindicatos, organizaciones humanitarias y empresarios ultiman una manifestaci¨®n para el pr¨®ximo lunes en defensa de los inmigrantes.
El alcalde, Juan Morales (PP), reconoce que es un colectivo perfectamente adaptado. "No imprescindibles" en una comunidad dedicada tradicionalmente al cultivo de hortalizas, pero s¨ª necesarios, sobre todo a partir de septiembre, cuando la recolecci¨®n de las cosechas aumenta la demanda de mano de obra.
Algunos empresarios se han acercado al Ayuntamiento, preocupados por las acciones que ha emprendido la Guardia Civil para revisar su situaci¨®n legal. Una orden que, irremediablemente, conduce a la expulsi¨®n de los que no tengan los papeles en regla. Pero desde Totana poco se puede hacer en contra de una ley que dificulta la regularizaci¨®n y que impide que los empresarios corran el riesgo de contratar a ilegales.
Ayer mismo, Ra¨²l Tellio, portavoz de la Asociaci¨®n de Inmigrantes Ecuatorianos, declar¨® a la agencia Efe que sus compatriotas han sido despedidos del trabajo "por el miedo de las empresas que los acog¨ªan a ser inspeccionadas". Tellio llament¨® que la difusi¨®n de la noticia de que la mayor¨ªa de los ecuatorianos no tienen la documentaci¨®n en regla "ha tenido un efecto contrario al que dese¨¢bamos, ya que los empresarios se han echado atr¨¢s en su intenci¨®n de ofrecernos nuevos contratos para campa?a de septiembre".
Estos inmigrantes son contratados para el cultivo de cebolla, alcachofa, pimiento, uva, tomate, br¨®coli, lechuga, mel¨®n y sand¨ªa, principales productos de esta regi¨®n. Cada empleador contrata a unos 20 durante temporadas espec¨ªficas. Aunque algunos empresarios han firmado precontratos para solicitar el permiso de trabajo de sus jornaleros y, despu¨¦s, la residencia legal, la mayor¨ªa de los tr¨¢mites no culminan el proceso.
Por un lado, los ciclos agr¨ªcolas impiden que se les pueda dar contratos de m¨¢s de tres meses. Por otro lado, la ley establece que deben regresar a Ecuador para concluir sus tr¨¢mites en la embajada espa?ola, y pocos de ellos est¨¢n dispuestos a invertir 250.000 pesetas en el billete de avi¨®n arriesg¨¢ndose a que el tr¨¢mite los mantenga all¨¢ seis meses, inactivos.
Los tr¨¢mites para la regularizaci¨®n pueden tardar hasta un a?o y medio, seg¨²n explica Josefina G¨¢lvez, y la mayor¨ªa de los ecuatorianos no piensa en radicarse definitivamente en Espa?a. Como Mariana, que s¨®lo quiere ahorrar para pagar la operaci¨®n de su esposo en Ecuador, dejan en su pa¨ªs a sus familias y vienen por temporadas de tres a?os como m¨¢ximo. Lo suficiente para regresar y rehacer su vida con unos ahorros.
El alcalde reconoce estas contradicciones. Se lamenta de ellas diciendo que "la soluci¨®n escapa de las manos de los ayuntamientos y otros tendr¨¢n que tomar nota de esta situaci¨®n".
El primer edil asegura que el municipio trata de facilitar la vida a los inmigrantes, acerc¨¢ndoles los servicios sociales para los que no se requiere la documentaci¨®n. Pero nada m¨¢s. "Se puede hablar, pero siempre te quedas en declaraciones de buenas intenciones", agrega.
Las propuestas vienen de la oposici¨®n, de las asociaciones civiles, de los empleadores y de los propios ecuatorianos. Todos piden que se flexibilice la ley. Que aumenten los contingentes de trabajadores extranjeros que acepta Espa?a cada a?o (un total de 28.000 en 1998), que las plazas legales se distribuyan seg¨²n las necesidades de cada localidad, que se agilicen los tr¨¢mites y que, al menos en Totana, se paralicen las expulsiones.
Nora Aguirre, una ecuatoriana de 35 a?os, lleg¨® a Totana el 18 de mayo. Para comprar su billete de avi¨®n de Quito a Madrid se endeud¨® por importe de 11 millones de sucres (unas 300.000 pesetas) que terminar¨¢ de pagar en un a?o. En su pa¨ªs era comerciante y costurera; en Totana, como sus compatriotas, trabaja en el campo. Gana un jornal de 4.500 pesetas, una cantidad nada despreciable en comparaci¨®n con el salario m¨ªnimo de su pa¨ªs que no le permiti¨® ahorrar ni para el avi¨®n que la trajo a Espa?a.
Como la mayor¨ªa de los ecuatorianos residentes en este pueblo murciano, lleg¨® originalmente a Madrid atra¨ªda por las historias que le contaban sus amigas. Pero ah¨ª se encontr¨® con la feroz realidad a la que se enfrentan todos los inmigrantes. No hay trabajo, es casi imposible obtener la regularizaci¨®n y la vida es m¨¢s cara.
En menos de un mes se enter¨® de la existencia de Totana, donde tampoco es posible legalizar la residencia, pero donde hay al menos hay trabajo, aunque sea duro.
Su idea, como la de todos los inmigrantes ecuatorianos, es trabajar en Espa?a, ahorrar lo suficiente para comprar un terreno en Quito y construir una casa, o invertir en maquinaria para su negocio de costura. Es una inversi¨®n de tres a?os, lejos de su esposo Patricio y de sus dos hijos, de 13 y 15 a?os. "Pero vale la pena", dice Nora Aguirre.
Hace un mes, Patricio trat¨® de venir a Espa?a. Pensaba que entre ¨¦l y su esposa tardar¨ªan un a?o menos en ahorrar lo suficiente para pagar sus deudas y arrancar su negocio. Se endeud¨®, compr¨® un billete de avi¨®n, pero al llegar al aeropuerto de Madrid-Barajas fue interceptado por la pol¨ªc¨ªa y devuelto a su pa¨ªs. "Vienes por lana y te vas trasquilado", se queja Nora. Ahora debe trabajar duro para ahorrar lo suficiente y pagar dos billetes de Quito a Madrid (600.000 pesetas). Y empezar todo de nuevo.
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