Escenas del desastre en China
La censura de Pek¨ªn impide a la prensa local narrar la tragedia provocada por el Yangtz¨¦
Zhang Jilai acampa con 16 miembros de su familia debajo de una caravana con literas aparcada en un dique en la regi¨®n del centro de China devastada por las inundaciones. Por todos lados, refugiados del mayor desastre provocado por el r¨ªo Yangtz¨¦ en las ¨²ltimas cuatro d¨¦cadas ocupan una ciudad hecha de bamb¨² y lona. Es una de las decenas de miles de familias que han perdido su hogar desde que el mes pasado los muros de contenci¨®n del r¨ªo m¨¢s grande de China empezaron a agrietarse causando cientos de muertes. En Shangche, el dique abri¨® sus tripas sin avisar, a las 3 de la madrugada del martes, enviando un torrente de agua a sus habitantes. El campesino, de 42 a?os, carg¨® a sus hijos, colchas y unas pocas bolsas de arroz en la caravana, la enganch¨® al tractor familiar y remolc¨® a su clan hacia un lugar seguro. "Lo perdimos todo", dice apuntando hacia un bancal de agua oscura que ahora anega su casa. "Tuvimos menos de una hora para escapar de all¨ª".Puede que el Yangtz¨¦ crezca a c¨¢mara lenta, pero se transforma en mort¨ªfero a una velocidad alarmante. Al final de la semana pasada el r¨ªo creci¨® hasta su nivel m¨¢s alto, anegando aldeas en cinco provincias y probando la resistencia de los diques construidos en los a?os cincuenta: el ¨²ltimo obst¨¢culo contra un desbordamiento catastr¨®fico. Hasta ahora, la barrera ha aguantado el envite. Pero cientos de muros de contenci¨®n m¨¢s peque?os se han venido abajo, incluidos 104 diques abiertos a posta por las autoridades de Pek¨ªn para intentar desviar las aguas lejos de las ciudades. "A veces es necesario sacrificar peque?os diques para reducir la presi¨®n sobre los m¨¢s grandes", apunt¨® Zhao Chunming, un alto funcionario chino. Mientras tanto, la agencia estatal Nueva China inform¨® sobre "problemas" en 3.581 puntos a lo largo del Yangtz¨¦, y los meteor¨®logos pronostican lluvias continuadas.
Desde junio, China ha movilizado a tres millones de personas para emprender la guerra contra el Yangtz¨¦. Pero los esfuerzos rompen las espaldas, lo que con el calor y el hecho de que el r¨ªo siga sobrepasando los niveles de riesgo, acaban erosionando el aguante de los voluntarios, a los que se les ha pedido "proteger los diques hasta la muerte". En los alrededores de Jianli, una peque?a ciudad en el sur de Hubei, miles de entre ellos se han convertido en refugiados.
No muy lejos, r¨ªo abajo, los diques de Jiayu revientan, fuerzan a 57.000 agricultores a huir y, seg¨²n las cifras oficiales de Pek¨ªn, causando 13 muertes. Las autoridades locales aseguran, sin embargo, que m¨¢s de 200 personas se ahogaron. Cerca, 330.000 chinos se unieron en un ¨¦xodo escapando de Jingjiang, una llanura que las autoridades puede que inunden intencionadamente para desviar la cresta del Yangtz¨¦ de Wuhan, la capital de Hubei.
Mientras los diques ceden, los censores han estrechado su control para impedir que los medios de comunicaci¨®n chinos cuenten la verdad. Un periodista de Pek¨ªn sabe que "las cosas son terribles" porque lee las cr¨®nicas antes de que pasen la censura. Reconoce que casi todas las informaciones sobre las inundaciones se cortan a la mitad antes de su publicaci¨®n. "S¨®lo podemos seleccionar las partes positivas, como lo valientes que son los soldados", asegura.
Evitar el p¨¢nico
La semana pasada todos los peri¨®dicos dejaron de dar las cifras diarias sobre el nivel del Yangtz¨¦, posiblemente para evitar el p¨¢nico. La prensa local tiene la orden de no compartir sus "informaciones internas" con extranjeros. Un periodista chino que pudo visitar Jiayu con una lancha motora dice que fue una "enorme sorpresa" descubrir que se tarda cuatro horas en rodear la zona inundada. La descripci¨®n del desastre fue censurada de su reportaje.Pese al tono alegre de las informaciones, el optimismo se erosiona en las aldeas frente al Yangtz¨¦. Los habitantes de Guoyuan, temerosos de que su pueblo acabe bajo el agua, han empezado a mover sus enseres hacia lugares m¨¢s altos. Hu Jinying, de 45 a?os, se escap¨® de su trabajo en el dique el pasado viernes para arrastrar con un carro de madera sus pertenencias m¨¢s preciosas lejos del riesgo. La carga: 400 kilogramos de arroz, una bicicleta y su hijo de 10 a?os, adem¨¢s de dos caballos atados a la parte trasera. "La gente mueve sus cosas, despu¨¦s vuelve a trabajar en el dique", asegura. Eso es pragmatismo. Pero si la lluvia sigue cayendo, puede que no sea suficiente para alejar el desastre en el Yangtz¨¦. ?Newsweek / EL PA?S
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