Los tutsis congole?os se levantan contra el mobutismo de Kabila
Los mismos actores que le auparaon en el poder hace 15 meses tratan ahora de expulsarle de la presidencia
Cuando Pierre se compr¨® su loro en mayo de 1997, las tropas rebeldes de Laurent-Desir¨¦ Kabila estaban a las puertas de Kinshasa. ?Entrar¨¢n en la ciudad? ?Resistir¨¢ Joseph-Desir¨¦ Mobutu Sese Seko? Sus dudas eran las dudas de los casi cinco millones de habitantes de la capital. Pierre decidi¨® raudo y le bautiz¨® Desir¨¦, un nombre que compart¨ªan los dos prohombres. Hoy, 15 meses despu¨¦s, Laurent Kabila y Mobutu Sese Seko tienen algo m¨¢s en com¨²n. ?El destino? Las fuerzas que auparon a Kabila en el poder, el 17 de mayo de 1997, son las mismas que tratan ahora de desalojarle violentamente de ¨¦l. No cumpli¨® las expectativas. Le acusan de ser un dictador que se iguala a su predecesor. Los banyamulengues (tutsis congole?os) llevan de nuevo la iniciativa. El 2 de agosto intentaron un golpe de Estado contra Kabila. Fallaron en su objetivo primero: tomar el palacio presidencial y hacerse con el poder. Un fracaso relativo, pues el curso de la guerra les favorece. Una guerra que esta vez puede ser muy corta.
Hay diferencias esenciales entre la actual ofensiva y la que comenz¨® en noviembre de 1996. Entonces, los rebeldes tomaron Bukavu y Goma, como ahora. Despu¨¦s, tras consolidar sus posiciones, avanzaron lentamente hacia el norte de la frontera com¨²n con Uganda para conquistar las minas de oro de Bunia, el banco que financi¨® esa revoluci¨®n. En marzo de 1997, entraron en Kisangani, la tercera ciudad del pa¨ªs, donde combatieron a mercenarios serbios arrancados de Bosnia. Una segunda fuerza avanz¨® por el centro, hacia Mbuji-Maji, la capital de los diamantes, y Lubumbashi, la segunda ciudad del pa¨ªs. Esos dos frentes, por el norte y por el sur, convergieron en Kinshasa en mayo de 1997. En la capital no hubo apenas resistencia. La ¨²nica batalla se libr¨® en la vera del r¨ªo Negro, en Kengue, donde murieron 200 civiles a manos de los mercenarios de UNITA contratados por Mobutu.
Ahora, los rebeldes controlan Bukavu y Goma y toda la franja fronteriza con Burundi, Ruanda y Uganda. Igual que 1996. Pero la gran diferencia es, que tras fracasar el golpe de Estado de Kinshasa, los tutsis han atacado las poblaciones de la costa atl¨¢ntica congole?a (a casi 2.000 kil¨®metros de Goma), una porci¨®n de terreno de 36 kil¨®metros entre el rico enclave petrolero de Cabinda (perteneciente a Angola) y el norte de ese pa¨ªs. Con la conquista de Banana, Moanda y Boma, los rebeldes est¨¢n en condiciones de entrar en el estrat¨¦gico puerto fluvial de Matadi. Con el control de la central hidroel¨¦ctrica de Inga ya pueden dejar sin luz a Kinshasa. La suerte de la capital est¨¢ en sus manos. Puede ser el jaque mate al nuevo Congo.
Entonces, en 1996, fue s¨®lo un levantamiento regional, limitado a la provincia de Kivu-sur. Los banyamulengues (que significa procedentes de Mulengue), se alzaron en armas ante la negativa de Kinshasa a otorgarles la nacionalidad zaire?a, pese a que ¨¦stos llevan m¨¢s de 200 a?os viviendo en el pa¨ªs. Los banyamulengues se aprovecharon de la ausencia por enfermedad del emperador (Mobutu estaba en Francia con c¨¢ncer de pr¨®stata). Entraron en Bukavu y Uvira y conquistaron Goma (Kivu-norte). Las vecinas Ruanda y Uganda vieron en esa protesta el instrumento para limpiar sus fronteras de elementos hostiles. El presidente ugand¨¦s, Yoweri Museveni, fue el gran valedor de Kabila. Lo arranc¨® de su exilio en Uganda y lo coloc¨® al frente de una rebeli¨®n que empezaba a sumar adeptos.
Hoy, 15 meses despu¨¦s, Museveni debe recordar sus propias palabras, pronunciadas a un grupo de embajadores en diciembre de 1996. "No veo a Kabila en el trono de Kinshasa". Museveni, como su aliado ruand¨¦s Paul Kagame, hombre fuerte de aquel pa¨ªs y gran estratega militar, jam¨¢s pensaron en que Kabila llegar¨ªa a tomar la capital. A ellos les bastaba con crear un zona de seguridad en sus fronteras y acabar con las incursiones de las guerrillas de Milton Obote y de los ex soldados del Ej¨¦rcito hutu y de sus miliciales radicales interhamwes. En siete meses de campa?a militar, tras recorrer a pie un pa¨ªs que tiene cuatro veces el tama?o de Espa?a y sumar a la revuelta a todos los sectores de la sociedad, Kabila y su Alianza de Fuerzas Democr¨¢ticas para la Liberaci¨®n de Zaire-Congo entraron en Kinshasa. Su secreto, adem¨¢s de la descomposici¨®n del r¨¦gimen al que combat¨ªan, fue el saber satisfacer los m¨²ltiples intereses de pa¨ªses lim¨ªtrofes como Angola, Zambia, Tanzania, Burundi, Ruanda y Uganda, y los de grandes potencias como EEUU.
Hoy, 15 meses despu¨¦s de la conquista de Kinshasa, reina la desilusi¨®n entre los miembros de ese superpoblado abanico de aliados circunstanciales. Resulta parad¨®jico que Francia, el gran valedor de Mobutu, sea ahora el que m¨¢s apoya a Kabila.
Se est¨¢ produciendo un cambio de alianzas (ex generales mobutistas ofreci¨¦ndose a Kabila) que puede afectar a terceros, como a Angola, donde el Gobierno prepara una ofensiva contra UNITA, el grupo guerrillero de Jon¨¢s Savimbi, que no ha sabido aclimatarse al poscomunismo.
La mano de EEUU vuelve a estar entre bambalinas. Uganda y Ruanda son sus aliados en ?frica. Kabila ya no es el hombre que garantiza la seguridad y el negocio de las compa?¨ªas petroleras y diamant¨ªferas. Es menester buscarle un sucesor.
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