Silencio tambi¨¦n en agosto
Encontrar una playa apacible en la que escuchar las olas sin que su sonido se mezcle con el de las bocinas de los autom¨®viles no es una tarea sencilla. Pero aunque no ocurra todas las semanas, tropezar con un espacio tranquilo a¨²n es posible si se busca a suficiente distancia de los n¨²cleos urbanos como para que al veraneante de turno le d¨¦ pereza acercarse. Hasta El Parad¨ªs, en la pedan¨ªa del mismo nombre, tres kil¨®metros al sur de La Vila Joiosa, se llega en coche. La zona tiene la extra?a virtud de no plantear m¨¢s problemas de aparcamiento que la obligaci¨®n de decidir si se deja el veh¨ªculo de cara o de espaldas al agua. Ya sobre la playa, el ¨¢rea que corresponde a cada ba?ista es generosa y los poco m¨¢s de 700 metros de largo cubren de sobra las expectativas espaciales del m¨¢s optimista. El Parad¨ªs es una playa pedregosa, con el suelo de arena y cantos rodados. Los juegos terrestres, quiz¨¢ por esta circunstancia, no provocan la atenci¨®n de los veraneantes, que ignoran descaradamente las redes de voleibol y prefieren combatir por un pedazo de colchoneta. Las barcas hinchables y las gafas de buceo con tubo incorporado tambi¨¦n se estilan lo suyo. Es una playa bastante abierta, perfecta para los deportes n¨¢uticos, donde a apenas cinco metros de la orilla no se toca el fondo. La energ¨ªa de las olas al romper se concentra de tal manera en un punto determinado que origina ese profundo escal¨®n, no demasiado habitual en las costas mediterr¨¢neas. Una roca con forma de gruta, que alcanza unos tres pisos de altura, cierra la playa por el sur. En la peque?a cala que provoca esta formaci¨®n, pueden verse dentro del agua las piedras que debieron pertenecer en origen a la roca madre. Est¨¢n recubiertas de colonias vegetales similares al musgo que crecen al abrigo de la humedad. Las algas y otros vegetales que las mareas traen a la playa se acumulan al pie de la roca y forman un mullido colch¨®n que divierte a los ni?os. Lo m¨¢s asombroso es el silencio. A pesar de las familias que pasan el d¨ªa entero en la playa y que acuden en busca del descanso con su descendencia, reina una quietud impresionante. Los ba?istas pueden disfrutar del extremo lujo que supone escuchar el silencio en el mes de agosto.
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