Hierve de nuevo el Congo

(...) Laurent Kabila se ha mostrado como un aut¨¦ntico desastre. Al principio, era todo palabras: se comprometi¨® a la liberalizaci¨®n pol¨ªtica, a respetar los derechos humanos, a revitalizar la econom¨ªa y a convocar elecciones. Los hechos lo han reducido a una imagen de un jefe tribal autoritario, que ha maniatado a sus rivales, ha fracasado en la reforma econ¨®mica y ha ahuyentado la inversi¨®n y la ayuda exteriores. La intervenci¨®n cen Congo puede hacerse necesaria si sus vecinos orientales estuvieran actuando, y no s¨®lo -tal y como arguyen- protegiendo sus propias fronteras de los rebeldes refugiados en tierra congole?a, y si se viera que el desgobierno de Kabila estuviera colocando en el horizaonte el peligro de una guerra civil.En lugar de apoyar a unas u otras facciones de la guerrilla, los vecinos del Congo deber¨ªan mostras m¨¢s sensatez impulsando una situaci¨®n pol¨ªtica. La cruda realidad es que no hay un dirigente o una coalici¨®n capaz de formar un Gobierno de amplia base nacional en Congo. Se trata de una regi¨®n de animadversiones seculares, con dirigentes de marcada obstinaci¨®n y astucia. Los conflictos, all¨ª y en los pa¨ªses lim¨ªtrofes, se hallan relacionados (...). ?Se debe permitir una implosi¨®n en el Congo? Dejar que el pa¨ªs se dividiera en entidades pol¨ªticas m¨¢s coherentes podr¨ªa ser una soluci¨®n, pero el resutado de la rebeli¨®n que hoy amenaza con estallar lo dar¨¢n las armas y no las urnas.

16 de agosto