El barrio m¨¢s verde de la ciudad
Las 17.000 hect¨¢reas del monte de El Pardo,a ocho kil¨®metros del centro, son un buen refugio contra el asfalto
A ocho kil¨®metros de la Puerta del Sol hay un bosque con medio mill¨®n de encinas y 350 especies distintas de plantas. Tambi¨¦n hay gamos, ciervos y jabal¨ªes, adem¨¢s de 28 especies de rapaces. Es el monte de El Pardo. En este barrio de la capital, muy cerca de la M-40 y la N-VI, residen 5.000 madrile?os. Muchos de ellos son funcionarios o militares ya retirados que llegaron al lugar cuando Franco lo eligi¨® para fijar su residencia. Ahora, con los rigores veraniegos, El Pardo es un buen rinc¨®n para huir del calor del asfalto y pasear por una de las mayores reservas naturales de flora y fauna de la Pen¨ªnsula. Por el entorno tambi¨¦n se encuentran merenderos y ¨¢reas en las que tomar un descanso o, en su defecto, alg¨²n refrigerio.
Los hay quienes se acercan a pescar hasta las aguas (aqu¨ª menos turbias) del Manzanares. Tambi¨¦n abundan los ciclistas y los corredores. Y la basura. Pl¨¢sticos, bolsas, cartones, latas y colillas rodean la vega del r¨ªo en un parque protegido y que depende de Patrimonio Nacional. A pesar de la prohibici¨®n de arrojar desperdicios y de la abundancia de papeleras, hay quienes eligen el r¨ªo o los pinares como ecol¨®gica bolsa de basura. Ocurre, por ejemplo, muy cerca de Mingorrubio.
"Esto es realmente preocupante. La gente viene a pasar el d¨ªa y dejan todo hecho una porquer¨ªa. Y eso que pasan los de la limpieza, pero es que no pueden hacer nada. A la gente le da igual, es una verg¨¹enza", explica Mariano, de 43 a?os y pescador asiduo en este tramo del Manzanares. "?D¨®nde vas a estar mejor que aqu¨ª? En Madrid no puede estar uno", se?ala. En el r¨ªo abundan las carpas, el black bass y el lucio. "Como un bicho de ¨¦sos te pegue un mordisco, est¨¢s apa?ado", asegura. Tambi¨¦n aparecen tortugas y cangrejos de r¨ªo.
Las ma?anas de agosto son calmadas en el entorno de El Pardo. Apenas hay ruido, excepto el de alg¨²n avi¨®n que parte de Barajas en direcci¨®n al infinito. Los fines de semana, el panorama es menos id¨ªlico. "Si no te bajas al r¨ªo a las siete y media de la ma?ana, no pillas ni hueco para tirar la ca?a", indica Mariano.
Un grupo de ornit¨®logos franceses ha aparcado frente a la colonia Mingorrubio. Cargados con m¨¢quinas fotogr¨¢ficas, c¨¢maras de v¨ªdeo, libros y libretas, se adentran por el bosque en busca de material para sus estudios. "Cada vez vienen m¨¢s extranjeros raros de ¨¦stos", murmura un jubilado.
El Pardo ofrece 17.000 hect¨¢reas de bosque mediterr¨¢neo con tres millones de ¨¢rboles. La mayor densidad mundial de ¨¢guilas imperiales tambi¨¦n se encuentra en este punto de la regi¨®n. El embalse sirve de lugar de reposo migratorio para las cig¨¹e?as negras, una rara especie. Todo ello rodeado por 99 kil¨®metros de tapia construidos en 1753 para proteger un coto real de caza. A pesar de los continuos intentos del Gobierno regional para que el monte sea declarado parque nacional, la idea fue rechazada en su d¨ªa por el Congreso de los Diputados.
Prohibido cortar ramas
"No se puede cortar ramas, arrancar plantas, perseguir animales, grabar nombres...". El visitante debe cumplir una serie de normas para la perfecta conservaci¨®n del bosque. "No introduzca especies nuevas en la fauna salvaje y la flora silvestre", se?ala el mismo cartel. En el monte queda terminantemente prohibido encender fuego. Por eso, quienes pretenden almorzar tienen dos opciones. La m¨¢s cara es sentarse en alguno de los restaurantes que han proliferado por el lugar. Pero si el poder¨ªo de los bolsillos no llega muy lejos, siempre queda la posibilidad de traerse el bocadillo y la tartera de casa. Como hace casi cada d¨ªa Paco, un jubilado que vive en la plaza del Carmen y que, en autob¨²s, toma la fresca bajo los pinares y las encinas de esta gran dehesa.
Tomate, pan, lata de sardinas y dos botellas de vino, blanco y tinto, es su men¨². Despu¨¦s, una siesta a la sombra, y m¨¢s tarde, parada en Arg¨¹elles para jugar una partida de cartas. Una manera econ¨®mica de huir de los sofocos de la capital. Paco es todo un veterano de El Pardo. Recuerda con cierta nostalgia los tiempos de la mili en sus cuarteles, "cuando estaba Franco rodeado de marqueses y de militares todo el d¨ªa". De eso hace ya unos cuantos a?os.
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