Los secundarios se quedan sin podio
Italia logra los tres primeros puestos del marat¨®n por delante de los espa?oles
Los secundarios del marat¨®n espa?ol fueron actores de reparto en Budapest: cuarta posici¨®n (Rey), quinta (Alejandro G¨®mez), sexta (Pe?a). Es decir, con letras peque?as en los t¨ªtulos de cr¨¦dito. Italia hizo triple en las medallas, despu¨¦s de una excelente demostraci¨®n de Baldini, Goffi y Modica, que corrieron con convicci¨®n, energ¨ªa y esp¨ªritu colectivo. Ten¨ªan un plan, justo lo que falt¨® a los espa?oles, sin ning¨²n protagonismo real durante la carrera. Fueron dominados en todos los sentidos y perdieron la oportunidad de presentarse como alternativa a Mart¨ªn Fiz, Abel Ant¨®n, Fabi¨¢n Roncero y Alberto Juzdado, cuya posici¨®n resulta indiscutible. Est¨¢n varios cuerpos por encima del equipo de Budapest, si puede denominarse como tal a un grupo bastante inconexo de atletas, incapaces de moverse colectivamente frente al desaf¨ªo italiano. Era seguro que la prueba se decidir¨ªa entre italianos y espa?oles, dos potencias notabil¨ªsimas del marat¨®n. Espa?a ha dominado el circuito en los ¨²ltimos a?os, con una mezcla perfecta de calidad y densidad. Pero esta temporada ofrec¨ªa matices interesantes para la segunda oleada de especialistas, los presuntos herederos de Fiz y Ant¨®n, que hab¨ªan decidido tomarse el a?o de manera relajada. Fabi¨¢n Roncero, el m¨¢s destacado de los j¨®venes delfines, se fractur¨® un dedo del pie y no pudo recuperarse para los Campeonatos. En el acalorado clima que se vive en el marat¨®n, donde al menos diez atletas se consideraban con derecho a entrar en el equipo, era un excelente momento para gente como Alejandro G¨®mez, Jos¨¦ Manuel Garc¨ªa, Antonio Serrano, Jos¨¦ Ram¨®n Rey y Antonio Pe?a. Para Diego Garc¨ªa, el maratoniano incombustible, quiz¨¢ representaba su ¨²ltima aparaci¨®n en un gran campeonato. Para los dem¨¢s era la oportunidad de reivindicar su puesto en el escalaf¨®n.
Si algo dijo la carrera es que la mayor¨ªa ha perdido su oportunidad. S¨®lo Jos¨¦ Ram¨®n Rey, el m¨¢s inexperto de todos, actu¨® con decisi¨®n, aunque reconoci¨® sus errores. "Me he equivocado al responder a todos los ataques. Deber¨ªa haber trabajado con m¨¢s prudencia", se?al¨®. Ten¨ªa raz¨®n, pero en su discurso quedaba impl¨ªcito el defecto capital de los espa?oles. Si Rey salt¨® a todos los ataques es porque alguien atac¨®. ?Qui¨¦n lo hizo? Los italianos, que hab¨ªan preparado la carrera con detenimiento, dispuestos a contestar la supremac¨ªa espa?ola. En realidad, Espa?a e Italia juegan al ping pong en la carrera de marat¨®n. Los italianos tuvieron a sus Bordin y Pizzolato. Espa?a, a Fiz y Abel Ant¨®n. Ahora llegan Baldini y Goffi, que se movieron a su antojo en Budapest.
Si el equipo espa?ol estaba integrado por secundarios, cab¨ªa esperar una reacci¨®n firme a la estrategia de los italianos. Pero falt¨® un proyecto. Y tambi¨¦n falt¨® un jefe. Esa graduaci¨®n le correspond¨ªa a Alejandro G¨®mez, el atleta que presentaba la mejor marca entre todos los participantes. G¨®mez no ejerci¨® de jefe, en gran medida porque no est¨¢ hecho de la misma pasta que Fiz o Ant¨®n. Le falta un punto de dureza en lo que hace y es raro verle en las grandes operaciones. Alejandro G¨®mez acostumbra a amagarse, a dejarse llevar por la carrera y a sacar provecho de las excelentes condiciones que demostr¨® durante su trayectoria como especialista en los 10.000 metros. Por lo dem¨¢s, pasa por ser un atleta vulnerable, demasiado afectadizo en sus peores d¨ªas.
Sin nadie que respondiera al plan italiano, los espa?oles se vieron obligados a la incomodidad. Nunca estuvieron en la pomada, ni en la primera parte, que fue lent¨ªsima, ni en la segunda, que fue una exhibici¨®n del equipo italiano, con Modica, Goggi y Baldini como protagonistas. Por un momento pareci¨® que el ingl¨¦s Nerukar ten¨ªa algo que decir. Su ataque en el kil¨®metro 26 produjo numerosas v¨ªctimas. Aprovech¨® una zona virada, de pav¨¦s, para acelerar y sorprender a media docena de atletas, entre ellos Rey, Pe?a y Serrano. Los italianos se mantuvieron atentos. Alejandro G¨®mez tambi¨¦n.
Nerukar no fue m¨¢s lejos. En realidad sali¨® perjudicado por el ataque. El trio italiano sab¨ªa que estaba en una situaci¨®n perfecta: eran mayor¨ªa y hab¨ªan desenganchado a todos los espa?oles menos a G¨®mez. No pod¨ªan esperar para pasar al frente. El golpe de mano fue devastador. Con un ritmo cambiante, dif¨ªcil de digerir para la mayor¨ªa, Baldini y Goffi metieron la directa, sin obtener respuesta. Alejandro G¨®mez hab¨ªa viajado en butaca durante toda la prueba, pero fall¨® en el primer momento en el que se vio exigido. Desde atr¨¢s, Jos¨¦ Manuel Rey recuper¨® el aire y alcanz¨® el cuarto puesto. Quedaba tiempo suficiente para cazar al tercer italiano, Modica, pero no hubo colaboraci¨®n entre Rey y G¨®mez. Cualquiera que fuera la disculpa, y hubo varias -"corr¨ª cojo la ¨²ltima parte de la carrera", dijo Alejandro G¨®mez-, se interpret¨® en los espa?oles una falta de esp¨ªritu colectivo. Rey le habl¨® a su compa?ero. "Vamos a por Modica", pero no obtuvo respuesta. Si quer¨ªa alcanzar el tercer puesto tendr¨ªa que hacerlo por libre. Imposible. El esfuerzo de Rey fue admirable, pero para un d¨ªa de trabajo bien planificado, no para el ca¨®tico despliegue de los espa?oles, que perdieron la oportunidad de presentar su alternativa a Fiz, Ant¨®n y Roncero. Ellos son jefes de verdad.
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