Do?a Dolores salva su cartel

Do?a Dolores Aguirre, de las mejores familias de Bilbao, estuvo a punto de pegar un petardo. Y si no lo peg¨® fue porque trajo toros de aqu¨ª te espero, uno de ellos le sali¨® bueno, y eso s¨®lo bast¨® para que se pasara con disimulo la mansada bochornosa que ven¨ªa constituyendo la corrida y salvar su cartel de criadora de toros bravos.Una mansada de las que acongojan a los toreros, desesperan a la afici¨®n y dan colitis a los ganaderos. Porque irrump¨ªan en la negra arena aquellos bien conformados animales y m¨¢s que toros bravos parec¨ªan bueyes de carreta. O quiz¨¢ lo eran. Sucede a veces en ganader¨ªas con fama de terribles, que pretenden de s¨²bito endulzar la producci¨®n. Buscan para ello sementales bonachones, vaquitas dicharacheras, cruzan sin tino y lo que les sale de las cubriciones es el buey.

No se dice que en la ganader¨ªa de do?a Dolores Aguirre hayan urdido tales manejos casamenteros, pero algo habr¨¢ cuando aquel recio encaste de hace unos a?os se ha convertido en semejante moruchada.

No es que los toros de do?a Dolores dieran el juego manso; es que tra¨ªan los aires de la tora cunera, y de ah¨ª aquellos trotes cansinos que daban sin rumbo alej¨¢ndose de donde hubiera coletudos dotados de instrumentos toricidas; aquellas tozudas querencias a los tableros; aquel gusto por merodear los olorosos entornos del toril. Y las arrancadas cobardicas, y las embestidas toponas, y los calamocheos para sacudirse el molesto bambolear de las banderillas, y el escarbar inquieto, y el berrear frecuente.

Tuvieron enfrente toreros voluntariosos y un gran lidiador. El gran lidiador es Luis Francisco Espl¨¢, que anduvo sobrado de recursos para bregar con eficacia, elegir los terrenos adecuados en todo tipo de suertes, muletear sin sobresaltos, pasar por ambos pitones y hasta adornarse toreramente.

Los otros dos diestros echaron el resto: bullidor e insistente Jos¨¦ Ignacio Ramos en los derechazos al descastado y top¨®n segundo, que parec¨ªa no tener un pase; valent¨ªsimo Antonio Ferrera con el bronco tercero, al que lleg¨® a ligar dos tandas de naturales -naturales y ligados; lo que no se lleva- y parec¨ªa un milagro. Ambos banderillearon a cabeza pasada con bastante vulgaridad y es lo cierto que ah¨ª estuvieron poco lucidos; al contrario que Luis Francisco Espl¨¢, cuyas reuniones no ser¨ªan asom¨¢ndose al balc¨®n, mas prendi¨® r¨¢pido, seguro y haciendo alarde de facultades y de dominio de la suerte. Y en estas que sali¨® el quinto toro de do?a Dolores.

Y admir¨® su estampa, impresion¨® su trap¨ªo, emocion¨® la encastada nobleza con que se emple¨® en todos los tercios. Era un toro para alcanzar un importante triunfo. Y Jos¨¦ Ignacio Ramos se empe?¨® en conseguirlo empezando la faena de muleta en el centro del redondel, por derechazos, y repitiendo despu¨¦s la misma modalidad con arrojo y ce?imiento, sin faltar cambios de mano, pases de pecho y molinetes. Mat¨® r¨¢pido y gan¨® una oreja.Sali¨® el sexto exhibiendo su bien conformada l¨¢mina, se comport¨® boyante, y do?a Dolores seguramente respir¨® ya tranquila. Antonio Ferrera se entreg¨® fragoroso en su muleteo, peg¨® derechazos m¨²ltiples -la izquierda pr¨¢cticamente ni la toc¨®- y si llega a matar pronto a lo mejor se hubiera llevado una oreja tambi¨¦n.

No s¨®lo do?a Dolores Aguirre, de las mejores familias de Bilbao, sino el propio Bilbao tienen ya argumento para salvar su cartel torista. Do?a Dolores puede presumir de que cr¨ªa toros ¨ªntegros, y el taurinismo bilba¨ªno de que en su coso se lidian toros serios, seg¨²n reza la fama. Pero son verdades a medias: s¨®lo ha ocurrido una vez, al cabo de ocho funciones; y la mayor¨ªa de esos toros ¨ªntegros y serios eran carne de matadero.