C¨®mo acabar con los incendios forestales
El Plan Infoca moviliza anualmente a casi 4.000 andaluces en defensa de sus bosques
La historia comienza cuando alguien avista una columna de humo desde una torreta de vigilancia. El descubrimiento se transmite por radio al Centro de Defensa Forestal (Cedefo), una especie de parque de bomberos en medio del monte, donde suena una sirena que pone al personal en pie de guerra. En cinco minutos el helic¨®ptero est¨¢ preparado: en ¨¦l se embarca un ret¨¦n (es decir, una cuadrilla de ocho o nueve hombres especializados en extinguir incendios), con su jefe de brigada. Se cargan, adem¨¢s, cerca de 1.000 litros de agua. El helic¨®ptero despega y se dirige al lugar del incendio. Desde el aire, el jefe de brigada hace un diagn¨®stico de la situaci¨®n y toma las decisiones necesarias para apagar el fuego lo antes posible y con el m¨ªnimo riesgo para sus hombres: el ret¨¦n baja a tierra, el helic¨®ptero deja caer el agua, y los operarios comienzan a apagar el fuego o a impedir que se extienda m¨¢s, seg¨²n permitan las circunstancias. A la vez, otros retenes habr¨¢n llegado ya por carretera, o mejor dicho por los carriles, y cooperar¨¢n para limitar el alcance del fuego. Desde el Centro Operativo Provincial, situado en la capital, saldr¨¢ un t¨¦cnico de extinci¨®n que rematar¨¢ el trabajo. Este es un resumen necesariamente pobre y simplista de lo que sucede en los bosques de Andaluc¨ªa cuando se desata alg¨²n incendio. Claro que, como explica Fernando R¨ªos, agente de medio ambiente y jefe de brigada en el Cedefo de Ronda, "cada incendio es un mundo". Tambi¨¦n el Infoca (Plan de Lucha contra los Incendios Forestales de la Comunidad Aut¨®noma), que cada a?o, durante el semestre de m¨¢ximo riesgo, da empleo a 3.982 personas y cobertura a 4.600.000 hect¨¢reas, es un mundo. En ¨¦l se superponen diversas redes de vigilancia y cuidados forestales para conseguir la m¨¢xima efectividad. El Infoca se apoya en parte sobre la infraestructura de Medio Ambiente de la Junta. Cada Cedefo cuenta con coordinadores comarcales, jefes de brigada y guardas que son agentes de medio ambiente, trabajadores permanentes que desempe?an sus funciones de prevenci¨®n y extinci¨®n de incendios a lo largo de todo el a?o, aunque adquieren nuevas responsabilidades mientras el Infoca est¨¢ en vigor, entre julio y diciembre. Otros empleados, fijos discontinuos, s¨®lo pasan en el monte seis meses al a?o: durante cuatro se dedican a apagar fuegos, y durante los otros dos a evitar que se produzcan, mejorando de paso las condiciones ecol¨®gicas del bosque. ?De qu¨¦ manera? Pues desarrollando tareas silv¨ªcolas, como por ejemplo las entresacas o talas selectivas, que sirven para dejar una distancia de seguridad entre los ¨¢rboles y dificultar la propagaci¨®n del fuego en caso de incendio; la limpieza, el tratamiento de plagas, las repoblaciones cuando sea preciso; el mantenimiento de los cortafuegos, franjas desnudas de vegetaci¨®n que, como indica su nombre, est¨¢n pensadas para detener el avance de un incendio que no encontrar¨¢ nada que devorar... El trabajo no es poco. Ni f¨¢cil, ni seguro. Los que peor lo tienen son los que trabajan a pie, en primera l¨ªnea de fuego: los trabajadores de los retenes, dirigidos por el jefe de brigada. Dice Fernando R¨ªos que las necesidades fundamentales son dos: por una parte, tranquilizarse, "enfriarse la cabeza, que es la que apaga los incendios", cosa que s¨®lo se consigue a base de experiencia. La segunda clave es la coordinaci¨®n, la comunicaci¨®n constante entre todos los que participan en la extinci¨®n. "Si cada uno est¨¢ en lo suyo, las cosas funcionan", recalca R¨ªos, recordando que en el operativo todo est¨¢ interrelacionado y debe estar listo hasta el ¨²ltimo detalle. Y puede estar orgulloso, porque este a?o ha sido bastante tranquilo y se han producido sobre todo conatos, lo que significa que no han afectado superficies superiores a una hect¨¢rea. S¨®lo en un caso un incendio ha pasado de las tres hect¨¢reas: el de Yunquera, "que iba para incendio del siglo, pero se pudo cortar a tiempo", se ufana R¨ªos. Este fuego devor¨® 20 hect¨¢reas de pinar, monte bajo y cultivos abandonados; "estaba demasiado cerca del pinsapo, y and¨¢bamos todos con las orejas tiesas, porque hubiese sido una p¨¦rdida incalculable". El incendio qued¨® bajo control a tiempo de salvar este bosque peculiar, se?ala R¨ªos, porque se intervino a tiempo y todo se hizo correctamente. "Aunque parezca lo contrario, es un ejemplo de lo que deber¨ªa suceder siempre; contamos adem¨¢s con la ayuda de otro Cedefo, el de Colmenar, e incluso vino gente de Granada". Pero no todo son bendiciones. Las condiciones del trabajo, duro ya de por s¨ª, empeoran cuando los carriles est¨¢n en mal estado, o cuando se suman a las labores de extinci¨®n voluntarios bienintencionados pero sin preparaci¨®n, que no est¨¢n coordinados con los profesionales y que pueden crear m¨¢s problemas de los que solucionan.
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