Tras la pista del astado
El d¨ªa que Toni N¨²?ez, almeriense de 35 a?os, lleg¨® a la estaci¨®n de trenes con un cartel para identificarse ante sus invitados norteamericanos, a los que s¨®lo conoc¨ªa a trav¨¦s de Internet, lo m¨¢s dif¨ªcil estaba hecho. ?l ya se hab¨ªa gastado 76.000 pesetas por los abonos de Kate y Mark para las corridas de la feria almeriense. No consinti¨® cobrar el dinero hasta ver a la pareja en persona al bajarse del tren procedente de la Feria de Bilbao. Kate Leffler, de 42 a?os, es una pintora californiana enamorada de los pases de pecho, de los naturales y ver¨®nicas, molinetes y chicuelinas, de los lances, de los sudores del coso, la brav¨ªa, las embestidas, la elegancia y chuler¨ªa toreras y de la nobleza que reviste al "arte espa?ol". Su embeleso con el mundo taurino arranc¨® tras un viaje a M¨¦xico, hace ahora dos a?os. Desde entonces, Kate es la presidenta de la Pe?a Taurina Sol y Sombra de San Francisco, fundada en 1950 y con 60 miembros en la actualidad. Con s¨®lo 15 d¨ªas de vacaciones, ella y su esposo se han aventurado a recorrer Espa?a de norte a sur para asistir a las citas taurinas de Bilbao y Almer¨ªa. El viaje para tan poco tiempo se lo han costeado con los cuadros que Kate ha vendido en su ¨²ltima exposici¨®n dedicada a temas taurinos. "Los he vendido todos y el dinero lo he dedicado a venir a Espa?a por primera vez. Cuando regresemos a San Francisco este viaje nos parecer¨¢ un sue?o", explica la pintora. Peregrino Su paisano neoyorquino, Joe Distler, de 56 a?os, pasa menos apuros monetarios. Profesor de Literatura en la Universidad de Nueva York y due?o de un restaurante de la gran manzana, cuenta con obsesi¨®n durante el invierno los d¨ªas del calendario que le restan para venir a Espa?a por tres meses. ?l corre los Sanfermines desde hace 30 a?os y posee una casa en Pamplona y otra en Villajoyosa (Alicante) que le permiten recorrer de cabo a rabo las principales ferias durante 90 d¨ªas. Distler peregrina rigurosamente por los cosos de ?licante, Burgos, Pamplona, Valencia, Azpetzia (Navarra), Santander, Colmenar Viejo y San Sebasti¨¢n de los Reyes (Madrid) y Almer¨ªa. Miembro del Club Taurino de Nueva York, del que fue vicepresidente durante 30 a?os, espera con anhelo el d¨ªa de su jubilaci¨®n para establecerse definitivamente en Espa?a. Tener una asociaci¨®n taurina rodeados de cultura anglosajona no resulta f¨¢cil. Don Hurley, relaciones p¨²blicas del Club Taurino de Londres, reconoce los apuros por los que su asociaci¨®n puede pasar si prescinde de cautela: "En Inglaterra todo el mundo odia los toros. Pese a que nuestra asociaci¨®n se fund¨® en 1959 y cuenta con 250 miembros, debemos tener mucho cuidado de a qui¨¦n nos presentamos", advierte. ?l tambi¨¦n hace su correspondiente periplo por las arenas de Sevilla, C¨®rdoba, Madrid, M¨¢laga y Almer¨ªa, para regresar de nuevo a Londres hasta la pr¨®xima Feria de Abril. Pe?as Las funciones de una pe?a taurina en el extranjero imitan a las de sus hom¨®nimas espa?olas. Una vez al mes, sus asociados se re¨²nen para debatir y discutir las faenas m¨¢s recientes de los matadores m¨¢s reconocidos. Charlan y ven v¨ªdeos de los distintos estilos posibles en el ruedo mientras escuchan flamenco y beben de la cultura del typical spanish. Igual que Kate, la mayor¨ªa de ellos prefiere deso¨ªr las provocaciones y cr¨ªticas negativas hacia la costumbre espa?ola: "Es muy f¨¢cil criticar desde fuera. Pero los que tienen una mala opini¨®n es porque no lo han estudiado y, por tanto, no lo entienden", se justifica. En cada ciudad tienen su punto de uni¨®n, una bar o una tasca donde juntarse tras la faena de la tarde y seguir hablando de la gran pasi¨®n que les une. En Almer¨ªa es la Pe?a Jose Mari Manzanares, en la calle Granada, donde Miguel, el due?o, les concede cada a?o las dos orejas y el rabo por hacer cada temporada la mejor faena de sus vidas: tener la valent¨ªa de ir detr¨¢s de lo que les gusta, los toros.
Abonos por Internet
El mundo cibern¨¦tico no tiene fronteras y la modernidad de las telecomunicaciones no est¨¢ re?ida con el gusto por el cl¨¢sico arte de la tauromaquia. Conseguir una simple entrada desde el otro lado del charco puede suponer el mayor de los inconvenientes si no se quiere caer en las redes de la reventa. Ferias como la de Bilbao ya ofertan sus entradas por Internet. Otras menos puestas en eso de las telecomunicaciones no lo llevan mal con el correo tradicional. No obstante, en casos extremos, basta con un simple anuncio en alguna de las p¨¢ginas web especializadas.
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