Ni color, ni sabor
Ha empezado el serial comenare?o de forma encogida, enclenque, descolorida e ins¨ªpida. Toros inservibles, faenas anodinas y sin fuste y orejitas para el olvido. Poco entusiasmo llevaba el p¨²blico en el talante cuando abandonaba la plaza. Y es que los dos toreros premiados con sendos ap¨¦ndices poco hab¨ªan hecho para alegrar pajarillas y revolotear pesta?as.La cosa ya se hab¨ªa torcido por la ma?ana cuando se desech¨® el encierro de Dolores Aguirre. Pero los toros de Astolfi que vinieron de remiendo, si bien ofrec¨ªan una presencia aceptable para una plaza que no es de primera categor¨ªa, ten¨ªan menos fuerza que un enano desnutrido. El ¨²nico que sac¨® energ¨ªas para seguir la muleta fue el sexto. Encabo lo aprovech¨® a su manera, en una labor iniciada de rodillas, continuada con atropello, abuso del pico , barullo.. No pod¨ªan faltar las manoletinas finales, como es norma obligada en estos finales de milenio. Con la salvedad de que Encabo las inici¨® con un par de ellas mirando al tendido. Ni qu¨¦ decir tiene que hubo hasta desmayos.
Astolfi / Rodr¨ªguez, Elvira, Encabo
Toros de Hermanos Astolfi (uno devuelto por inv¨¢lido), discretos, inv¨¢lidos. 6? boyante. 5? sobrero de Jos¨¦ Luis Pereda, anovillado e inv¨¢lido. Los anunciados de Dolores Aguirre, rechazados en el reconocimiento.Miguel Rodr¨ªguez: estocada desprendida perdiendo la muleta (oreja); tres pinchazos, media atravesada -aviso- y dos descabellos (silencio). Alberto Elvira: dos pinchazos, media tendida, pinchazo, dos descabellos -aviso- y cuatro descabellos (silencio); media pescuecera (algunos pitos). Luis Miguel Encabo: media y siete descabellos (silencio); pinchazo y estocada ca¨ªda perdiendo la muleta (oreja). Plaza de Colmenar, 29 de agosto. 1? corrida de feria. Media entrada.
El tercer toro fue un manso y mal lidiado y result¨® problem¨¢tico. El torero no pudo con ¨¦l por falta de t¨¦cnica. Se salv¨® de las tarascadas con regates y habilidad.
La otra oreja, tan incolora y esabor¨ªa como aqu¨¦lla, la consigui¨® Miguel Rodr¨ªguez con el que abri¨® plaza. El toro no pod¨ªa recorrer el camino que intentaba marcarle el diestro, porque era un pobre tullido. A base de porfiarle y consentirle, le pudo sacar alg¨²n pase. Estuvo valiente el torero y sus reflejos le salvaron de un percance cuando el bicho intent¨® echarle mano. Pero labores como ¨¦sta se premiaban antes con una vuelta al ruedo. La oreja estuvo de m¨¢s. El cuarto se parti¨® un pit¨®n en un encontronazo con el peto y el p¨²blico rechaz¨® los intentos de Rodr¨ªguez para hacer faena.
Alberto Elvira tampoco tuvo g¨¦nero para lucirse. Le correspondi¨® el sobrero de Pereda, un ejemplar con el n¨²mero cinco en el brazuelo, detalle expresivo de su minor¨ªa de edad. No ten¨ªa empuje y el torero no lo supo entender. Intent¨® Elvira el toreo a media altura y los pases le sal¨ªan sin mando ni ajuste. No supo darle salida y aquello termin¨® a mantazo limpio mientras la m¨²sica tocaba no se sabe bien a cuento de qu¨¦. Con el de Astolfi estuvo Elvira embarullado, con un toreo de trallazo que contribuy¨® a aumentar las asperezas del morlaco. Da la impresi¨®n de que este torero carece de sentido lidiador y debe andarse con ojo y aplicarse m¨¢s, pues est¨¢ a punto de perder el sitio.
Para animar la tarde, que se iba con cara de vinagre, Rodr¨ªguez y Encabo cogieron las banderillas. El primero banderille¨® por ambos pitones y clav¨® siempre arriba. Encabo correte¨® m¨¢s y pare¨® sin estrechezes.
Babelia
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