Vecinos de tienda, vecinos de arena

Torre La Sal es una playa que ocupa varios kil¨®metros del litoral castellonense. Por el norte limita con Oropesa, por el sur con Torreblanca y forma parte del t¨¦rmino de un municipio de interior como Cabanes que posee una lengua de terreno que llega hasta el mar. Su franja de arena es desigual, dependiendo de los tramos, pero, en cualquier caso, ofrece espacio suficiente para todos aquellos que a ella se acercan. Es una playa abierta al Mediterr¨¢neo, por lo que sus aguas suelen tener unos grados de temperatura menos que las de las calas o bah¨ªas colindantes. Esta playa suele tener un n¨²mero de ba?istas fijos, aunque las personas var¨ªen peri¨®dicamente. Esto se debe a que, junto a ella, se han ubicado decenas de campings, que conforman la mayor oferta de este tipo de alojamiento veraniego de la provincia de Castell¨®n. Torre La Sal se ha convertido en la playa de los campistas. En cada uno de estos establecimientos, situados en primera l¨ªnea de este tramo de costa, hay una salida a la arena, consistente en un peque?o camino de piedras y tierra. Tampoco la calzada que recorre el litoral est¨¢ asfaltada, lo que la hace m¨¢s inc¨®moda para aquellos que se han de desplazar en coche. Quiz¨¢ por ello, resulta extra?o ver veh¨ªculos cercanos a la costa. Apenas tres o cuatro turismos se encaran al mar como desafiando su soledad. Sin embargo, s¨ª es m¨¢s frecuente la presencia de otro tipo de medios de transporte. Los m¨¢s perezosos se ayudan de sus bicicletas para acercarse hasta el mar. Tambi¨¦n hay quien utiliza peque?as motocicletas, aunque lo mayoritario es la llegada de ba?istas viandantes. Tampoco los bares o quioscos de verano se agolpan, ya que aparecen salpicados a lo largo de la playa como si de una plantaci¨®n a¨¦rea se tratara. Los clientes de Torre La Sal son de lo m¨¢s diverso, tal como son los ocupantes de un camping. Nacionales y extranjeros, ocupan sus huecos y, en el caso de caer en un espacio muy poblado, permanecen ajenos a todo lo que ocurre a su alrededor.