Cercano pero lejano Oriente
"Los africanos han conseguido que los madrile?os conozcan y valoren su cultura, por ejemplo su m¨²sica, pero los chinos seguimos siendo unos desconocidos". Quien as¨ª reflexiona es Hu Yong-Chu, un joven chino de 26 a?os que desde hace 12 meses trabaja como mediador en temas de inmigraci¨®n para el Ayuntamiento de Madrid. Una de sus obsesiones es lograr que las asociaciones de inmigrantes de su pa¨ªs de origen cobren vigor y tengan un papel en la vida de la ciudad.Esa falta de presencia en la vida regional hace que, a menudo, la comunidad china salte s¨®lo a la palestra en la cr¨®nica negra, vinculada a casos de delincuencia o a tragedias como la ocurrida el pasado lunes en la calle de Mes¨®n de Paredes, 85 (Lavapi¨¦s). Una ni?a muri¨® calcinada y su hermano sufri¨® graves quemaduras en el incendio de un piso donde viv¨ªan hacinados inmigrantes de origen oriental.
Pero su escasa proyecci¨®n social no se debe a que sean pocos. Seg¨²n datos del Ministerio del Interior, en la Comunidad hay 4.000 residentes del pa¨ªs del drag¨®n. A ellos hay que sumar un n¨²mero ignorado de irregulares. Es, por cantidad de miembros, la octava colonia de inmigrantes de la regi¨®n, donde vive una cuarta parte de toda la comunidad china de Espa?a. Adem¨¢s, su presencia es cada vez m¨¢s fuerte en la vida comercial. Primero montaron restaurantes, que ahora rondan el medio millar. Despu¨¦s llegaron las tiendas de revelado autom¨¢tico, los talleres de confecci¨®n, los establecimientos de venta de bolsos y objetos de regalo y las tiendas de venta de bebidas y chucher¨ªas que abren toda la noche. Pero las costumbres, ideas y reivindicaciones del colectivo apenas salen de sus contornos.
Parte de culpa
Estrella Zheng, int¨¦rprete y traductora, vecina de Madrid desde 1987, reconoce que ellos mismos tienen parte de culpa de su aislamiento. "Por tradici¨®n somos un pueblo muy cerrado en s¨ª mismo, pero es que, adem¨¢s, lo primero para relacionarse es conocer el castellano, algo que nos exige un gran esfuerzo que no siempre estamos en condiciones o dispuestos a hacer", asegura.Se repiten los casos de inmigrantes chinos que despu¨¦s de a?os de residencia en Espa?a apenas saben unas palabras de castellano. Algunos son trabajadores no cualificados a los que casi no les queda tiempo para estudiar despu¨¦s de largas jornadas laborales. Pero hay incluso pr¨®speros comerciantes que recurren a sus hijos como int¨¦rpretes. Eso hace que los ni?os ejerzan de traductores desde temprana edad. El aislamiento es algo distintivo de estas comunidades, repartidas por todo el mundo. Por ejemplo, en San Francisco (Estados Unidos), el barrio de China Town, donde se aloja una de las colonias m¨¢s numerosas fuera de Asia, funciona de forma casi aut¨®noma desde hace m¨¢s de 150 a?os.
Zheng opina que muchos padres, a¨²n j¨®venes, tienen reacciones de viejos. "Creen que ellos son ya muy mayores para estudiar un idioma tan distinto, su prioridad es prosperar con su trabajo y depositan todas sus esperanzas en sus hijos", explica. Juan Carlos Xu, secretario de la Asociaci¨®n de Chinos en Espa?a, creada en 1983, explica que los padres quieren que sean los ni?os los que estudien para que su futuro sea mejor. Asegura que incluso en su asociaci¨®n, formada por due?os de restaurantes, se desconoc¨ªa la existencia de clases gratuitas de castellano en ONG. "Hemos vivido como sordos, ahora empezamos a caminar", a?ade este due?o de un restaurante de Moratalaz, con tres hijos, uno nacido en Madrid.
En el ¨¢rea de Servicios Sociales del Ayuntamiento de Madrid se considera un problema que los inmigrantes chinos m¨¢s necesitados no acudan a ellos porque ni siquiera saben que pueden hacerlo. Creen que esa ignorancia pudo influir en el desenlace de la tragedia de Mes¨®n de Paredes: los padres de las dos v¨ªctimas pod¨ªan haber solicitado una plaza gratis de guarder¨ªa para sus ni?os, lo que hubiera evitado el riesgo de dejar solos a los chiquillos. Hu, a quien a trav¨¦s de su trabajo como mediador le llegan problemas de familias chinas, explica que, a menudo, ¨¦stas temen a las instituciones. "Una vez le coment¨¦ a una mujer que solicitase el salario social, pero rehus¨® porque cre¨ªa que si lo hac¨ªa tendr¨ªa detr¨¢s a la polic¨ªa", apostilla.
No es que los inmigrantes chinos est¨¦n solos, es que entre ellos forman una pi?a tanto a nivel econ¨®mico como social. Unas familias se relacionan con otras mediante visitas y, de forma colectiva, celebran el A?o Nuevo. Zheng asegura que muchos chinos prefieren trabajar con compatriotas que con espa?oles. Es una cuesti¨®n cultural y de idioma.
A Hu, despu¨¦s de cuatro a?os en Madrid, todav¨ªa le chocan algunas costumbres. "Eso de salir tanto de copas no acaba de gustarme y te acabas sintiendo un raro porque aqu¨ª es habitual", reflexiona. "Las diferencias culturales hacen que los ni?os nacidos aqu¨ª de padres chinos discutan a veces con sus mayores", a?ade. Juan Carlos Xu cree que esos choques familiares pueden paliarse con el di¨¢logo. "Mis hijos vienen a casa con las ideas de fuera y mi esposa y yo les comentamos c¨®mo se ve eso en China", a?ade. Para que los hijos de inmigrantes no olviden su cultura, cada s¨¢bado se organizan clases de chino en tres colegios de Moncloa, Puente de Vallecas y Tetu¨¢n.
Por ahora hay pocas parejas entre chinos y espa?oles, pero tanto Estrella como Hu reconocen que esas relaciones suelen estar mal vistas. "Es algo que cambiar¨¢, como ha ocurrido en otros pa¨ªses", a?aden. El Lejano Oriente se prepara para acercarse.
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