Lo llaman corrida concurso
A cualquier cosa llaman corrida concurso.Anuncian seis toros de otras tantas ganader¨ªas y, quiz¨¢ para justificarlo, dicen que van a concurso. Y as¨ª pasa que luego salen mansos, pues probablemente esos toros no vienen con nota, seleccionados en pureza, denotada su bravura por las propias caracter¨ªsticas de la reata, seg¨²n procede en las verdaderas corridas-concurso. Y es lo que sucedi¨® en Colmenar.Pero aunque fueran bravos tampoco tendr¨ªa fundamento la corrida concurso por las tropel¨ªas de la acorazada de picar. A todos los toros los picaron haci¨¦ndoles la carioca, acorral¨¢ndolos contra las tablas, zurr¨¢ndoles la badana. El propio p¨²blico no parece percartarse de semejante barbaridad y lo ¨²nico que le preocupa es que los picadores no rebasen el c¨ªrculo amplio marcado en el redondel. En cuanto lo hacen, les arman un esc¨¢ndalo. Con lo cual los picadores van en coche. Porque esa raya es su seguro; la exigieron precisamente ellos.
Concurso / Campuzano, Higares, Califa; Hermoso
Toros, para concurso, de Joaqu¨ªn Buend¨ªa, Jaime Brujo, Terrubias, Jos¨¦ Escobar, Arauz de Robles y Adolfo Mart¨ªn, en general bien presentados y mansos.Tom¨¢s Campuzano: espadazo fallido, estocada tendida atravesada que asoma, dos pinchazos, otro hondo -aviso- y rueda el toro (silencio); bajonazo y rueda de peones (pitos). ?scar Higares: pinchazo, estocada ca¨ªda y rueda de peones (silencio); espadazo delantero bajo (bronca). El Califa: estocada ca¨ªda perdiendo la muleta (oreja); pinchazo y estocada ladeada (palmas). Dos toros de Castilblanco, despuntados, para rejoneo. Pablo Hermoso de Mendoza: pinchazo hondo trasero, rej¨®n en lo alto y rueda de peones (oreja); cuatro pinchazos, rej¨®n atravesado y descabello (silencio). Plaza de Colmenar Viejo, 1 de septiembre. 4? corrida de feria. Dos tercios de entrada.
La raya obedece a pasados abusos. Antiguamente los picadores hac¨ªan la suerte pegados a las tablas, para aminorar las ca¨ªdas, y tanto el p¨²blico como los matadores les conminaban a que se hicieran presentes en el tercio. Intervino la autoridad (entonces la hab¨ªa en los toros) para el arbitraje, y tras arduas negociaciones los picadores aceptaron salir al tercio aunque no m¨¢s all¨¢ de cierta distancia, que se demarcar¨ªa con un c¨ªrculo. Y esa es la cuesti¨®n de la raya.
De manera que la raya es, en realidad, la coartada del da?o que est¨¢n causando a la fiesta. Si a los toros se les tapa la salida se les anula su instinto embestidor y, adem¨¢s, no hay manera de comprobar su bravura. Si se les hace la carioca, se les est¨¢ sometiendo a una castigo cruel y desproporcionado.
As¨ª se picaron todos los toros: los descaradamente mansos, los que pod¨ªan parecer bravos. De estos ¨²ltimos dio la medida especialmente el de Terrubias, que se arranc¨® tres veces al caballo, las dos primeras de lejos y con prontitud, si bien luego empez¨® a repucharse y acab¨® reserv¨®n.
Precisamente a este toro le hizo una faena emocionante El Califa, que tuvo una tarde torera. Dio el pase cambiado en el platillo, para empezar; aguant¨® dos serias coladas en los derechazos; consinti¨® una barbaridad en los naturales, que el toro tomaba prob¨®n y con medio recorrido; mulete¨® de rodillas; a¨²n arrodillado se puso de espaldas, menude¨® alardes temerarios junto a los pitones y, ya de pie, tir¨® los trastos y abraz¨® literalmente la luna de la cornamenta.
El sexto, de Adolfo Mart¨ªn, que exhib¨ªa una impresionante cornamenta veleta y astifina, manso en la prueba de varas, desarroll¨® sentido en el ¨²ltimo tercio y El Califa le present¨® pelea tambi¨¦n. El toro se revolv¨ªa con genio en cuanto tomaba el muletazo, y El Califa hab¨ªa de librar r¨¢pido la tarascada; mas volv¨ªa a citar e insistir, en su decidido prop¨®sito de ligarle los derechazos y los naturales.
Apenas hubo otro toreo en la tarde, si se except¨²a el de Pablo Hermoso de Mendoza a caballo, con dos brillantes actuaciones, una de ellas malograda al manejar los rejones de muerte. Pues Jos¨¦ Antonio Campuzano, que demostr¨® su oficio -sin pasarse- cuando lig¨® reposadas series de derechazos alchico y boyante toro de Buend¨ªa, perdi¨® los papeles ante la bronquedad del toro de Escobar. Y ?scar Higares tampoco ten¨ªa su tarde. ?scar Higares no alleg¨® ning¨²n recurso lidiador al manso y escarb¨®n toro de Jaime Brujo, y al cuajado ejemplar, c¨¢rdeno romero, de Arauz de Robles, que se comport¨® pastue?o y hasta con un temperamento aborregado, le hizo una faena mon¨®tona, destemplada, largu¨ªsima y aburrida.
La llamada corrida concurso, si bien se mira, result¨® un tost¨®n. Y dur¨® m¨¢s de tres horas. Por si fuera poco.
Babelia
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