Yeltsin promete a Clinton que no habr¨¢ vuelta atr¨¢s en la liberalizaci¨®n econ¨®mica en Rusia
Bill Clinton ley¨® ayer la cartilla a Bor¨ªs Yeltsin en Mosc¨², algo que, por ejemplo, John Kennedy jam¨¢s se habr¨ªa permitido con Nikita Jruschov, cuando hab¨ªa dos superpotencias que se tem¨ªan tanto como se respetaban. El presidente norteamericano aprovech¨® su discurso en la Universidad Estatal de Relaciones Internacionales, en la primera jornada de su visita a Rusia, para presentar una receta de liberalismo y moralidad econ¨®mica. No cay¨® en saco roto: Yeltsin dej¨® muy claro a su hu¨¦sped que la v¨ªa reformista del mercado es irreversible y que no hay ning¨²n riesgo de vuelta al pasado.
Aunque lleg¨® con la cartera vac¨ªa, Clinton no se anduvo con remilgos. Es f¨¢cil imaginar lo que ocurrir¨ªa en EEUU si un presidente ruso dijese a los norteamericanos lo que tienen que hacer para resolver sus problemas. Pero el emperador se puede permitir esas libertades, aunque est¨¦ debilitado en su pa¨ªs no ya por ad¨²ltero, sino por mentiroso.El presidente norteamericano, que proclam¨® su fe en Rusia, enunci¨® cuatro "imperativos econ¨®micos fundamentales". Son ¨¦stos:
-Que todo el mundo pague su porci¨®n justa de impuestos, ya que, de no ser as¨ª, no se podr¨¢n pagar salarios y pensiones.
-Que no se ponga a funcionar la m¨¢quina de hacer billetes, porque desata la inflaci¨®n y es pan para hoy y hambre para ma?ana.
-Que se trate bien a los inversores y a los acreedores, porque, si no, no querr¨¢n volver a saber nada de Rusia.
-Que la mayor¨ªa no pague los privilegios de unos pocos.
Hubo m¨¢s consejos: facilitar la compraventa de la tierra, proteger los derechos de propiedad y de los inversores, salvar los bancos y los ahorros, eliminar los lazos entre el poder y los magnates y crear una red de seguridad para los m¨¢s d¨¦biles. Un programa que habr¨ªa suscrito Franklin Roosevelt, al que cit¨® Clinton, que ech¨® la vista atr¨¢s hasta las guerras civiles y de la independencia y la gran depresi¨®n que sigui¨® al crash de 1929 para ilustrar que tambi¨¦n en su pa¨ªs saben lo que es pasar apuros.
"No hay salida fuera de las normas de la econom¨ªa internacional", se?al¨® Clinton. "A ustedes les afectar¨¢ lo que hagan ustedes y lo que hagamos nosotros". Una se?al inequ¨ªvoca -que hizo expresa antes de salir de Washington- de que cualquier ayuda exterior adicional estar¨¢ condicionada a que el Gobierno ruso prosiga las reformas econ¨®micas.
Yeltsin, en su peor momento desde que lleg¨® al poder, en 1991, acosado por una jaur¨ªa de enemigos que piden su cabeza e incapaz siquiera de lograr que la Duma ratifique a su candidato a primer ministro, se mostr¨® b¨¢sicamente de acuerdo en la entrevista con su "amigo Bill".
Seg¨²n un comunicado del Kremlin, Yeltsin dijo a su hu¨¦sped que "Rusia seguir¨¢ por el camino de crear una econom¨ªa de mercado y una sociedad democr¨¢tica", y que no existe el m¨ªnimo riesgo de "renunciar a las reformas de los ¨²ltimos a?os". A lo m¨¢s que lleg¨® fue a aludir a la necesidad de "ajustes t¨¢cticos", probablemente en forma de m¨¢s control estatal, aunque esa promesa parece demasiado poco para convencer a un Parlamento dominado por comunistas y nacionalistas que est¨¢n ahora m¨¢s cerca que en ning¨²n momento de los ¨²ltimos seis a?os de asegurarse una buena porci¨®n de la tarta del poder.
Temas relegados
La crisis no s¨®lo amenaza con reducir a la miseria a millones de rusos, sino que es tambi¨¦n culpable en buena medida de que Clinton llegase a Mosc¨² bajo el impacto de una ca¨ªda de m¨¢s de 500 puntos en Wall Street. Por eso, este apartado de la agenda ha relegado a temas cl¨¢sicos como el desarme, la cooperaci¨®n antiterrorista, expansi¨®n de la OTAN, Irak o Kosovo.En todos ellos hay divergencias de peso, ya que, con Yevgueni Primakov como ministro de Exteriores, Rusia lleva ya cerca de tres a?os intentando recuperar siquiera una m¨ªnima parte de la influencia que un d¨ªa tuvo la URSS. Puede que Clinton intente aprovechar que Yeltsin est¨¢ contra las cuerdas para sacar tajada, pero no le ser¨¢ f¨¢cil.
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