Justicia palestina
EN PALESTINA se pod¨ªa morir de muchas maneras: por atentado de Ham¨¢s o cualquier otro suced¨¢neo terrorista; a manos del Ej¨¦rcito de Israel, que en la lucha contra el terrorismo o la protesta civil emplea en ocasiones m¨¦todos tan reprobables como aquellos que combate; pero, desde esta semana, la Autoridad Nacional, que preside Yasir Arafat, ha a?adido una nueva que no por legal es menos deplorable. La autonom¨ªa ha ejecutado a dos hermanos, polic¨ªas, condenados por haber dado muerte a otros dos hermanos, a su vez tambi¨¦n agentes del mini-Estado palestino.Jam¨¢s hemos cre¨ªdo que la justicia cumpla su funci¨®n de reinserci¨®n social si la pena es la de la extinci¨®n de la vida, ni que ¨¦sta constituya un freno social, como frecuentemente se aduce. Pero en el caso de estas ejecuciones concurren adem¨¢s circunstancias que hacen a¨²n m¨¢s odiosa la aplicaci¨®n de la pena. Los acusados fueron juzgados el jueves pasado, la pena de muerte fue dictaminada apenas 24 horas m¨¢s tarde, a las 48 horas Arafat la confirmaba y el domingo 30 de agosto se ejecutaba la sentencia, sin que se dejara margen a la presentaci¨®n de recurso. El cumplimiento de la pena fue esgrimido como una demostraci¨®n de que el imperio de la ley rige sobre la Palestina auton¨®mica. Y justamente ello nos conduce a los aspectos m¨¢s pol¨ªticos del caso. El Gobierno de Arafat act¨²a bajo acusaciones m¨¢s que justificadas de arbitrariedad, corrupci¨®n y nepotismo; su polic¨ªa -que con sus 30.000 efectivos parece excesiva para la poblaci¨®n que debe proteger y que duplica con creces el n¨²mero acordado con Israel en los acuerdos de Oslo- maneja las armas con una impunidad que la hace odiosa a gran parte de la opini¨®n; y las conversaciones de paz con el Estado sionista van catastr¨®ficamente mal, aunque en este caso la responsabilidad recaiga abrumadoramente sobre Israel.
Arafat se halla en una situaci¨®n m¨¢s que delicada, con un cr¨¦dito arruinado en lo pol¨ªtico, en lo econ¨®mico y en la propia expectativa palestina de futuro. El ensayo de autogobernaci¨®n, que tantas veces se hab¨ªa asegurado que ser¨ªa un modelo de libertad y transparencia para un mundo ¨¢rabe poco surtido de ambas materias primas, est¨¢ resultando tan lamentable como aseguran los servicios de propaganda israel¨ªes.
El presidente palestino ha actuado relativamente coaccionado por una situaci¨®n en la que la familia de las v¨ªctimas -que tiene cierta preeminencia social, al igual que la de los homicidas- exig¨ªa retribuci¨®n legal, en una l¨ªnea de acci¨®n m¨¢s tribal que estatal contempor¨¢nea. Pero ello no desmiente el sentido aleccionador que pretenden tener las ejecuciones. De un lado, ha habido un abuso de los poderes que ejerce la Autoridad Palestina en la corta distancia, a falta de otros de mayor alcance, para dar una sensaci¨®n de normalidad estatal a manera de aviso a sus detractores caseros, y, de otro, se ha tratado de presentar una imagen de legalidad inabordable ante el mundo exterior, puesto que uno de los ajusticiados era un dirigente de cierta preeminencia pol¨ªtica.
La autonom¨ªa palestina ha pronunciado una veintena de condenas a muerte desde su creaci¨®n en 1994, habiendo quedado todas ellas hasta ahora en suspenso; por ese motivo, ser¨ªa prudente que en lo inmediato no se emborrachara creyendo que el ejercicio de su derecho sobre la vida es lo que la va a convertir en un Estado como los dem¨¢s.
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