Todos m¨¢s suaves
CONSIGNAS. El candidato del PP a la presidencia del Gobierno, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, despu¨¦s de hacer sus abluciones matutinas, encomendarse a Santo Domingo de Silos y desayunar, pudo haberse encontrado el lunes una nota de sus asesores que conten¨ªa la recomendaci¨®n del d¨ªa para un buen candidato: no entrar a todos los trapos y condensar los mensajes electorales en frases cortas. Sigui¨® leyendo y pudo advertir que se trataba de la estrategia del adversario que, en lugar de guardarse sus consignas en la intimidad de su casa de Ferraz, las ofrec¨ªa en la prensa, generosamente, al PP. Joaqu¨ªn Almunia invitaba a Jos¨¦ Borrell a contenerse, mientras el verborreico candidato del PSOE hac¨ªa su particular campa?a en Uruguay hablando a todo trapo. Aznar, satisfecho de su propio verbo escaso, debi¨® de aplaudir el gusto de Almunia por los telegramas, aunque temi¨®, quiz¨¢, a la agudeza de estrategia electoral del jefe de los socialistas, demostrada en la ocasi¨®n reciente de las primarias de su partido.CONVENIENCIAS. M¨¢s tranquilo ya, busc¨® Aznar el centro de la mesa en la que desayuna, parti¨® una tostada para hallar su centro, tom¨® una naranja entre sus manos y puso el dedo en el centro del fruto; mir¨®se al ombligo obsesionado y hall¨® su propia meta. Bien visto, la recomendada contenci¨®n de Almunia no es otra cosa que una invocaci¨®n del viaje al centro. De Adolfo Su¨¢rez ac¨¢ este lugar de todos y de nadie ha gozado del mayor prestigio, pero en cuanto Aznar lo ha convertido en su ansiado objetivo ha obligado a los analistas a llegar a la conclusi¨®n de que el centro no es otra cosa que el espacio sospechoso de la conveniencia. Josep Piqu¨¦ se lo cuenta en la radio a I?aki Gabilondo de otro modo, pero puede resumirse as¨ª: "La sociedad se desplaza por su cuenta y hay que ir a buscarla donde est¨¦ para que nos vote". Quiz¨¢ porque quieren encontrarla en el mismo sitio que los socialistas, Mart¨ªnez Noval en lugar de re¨ªr se pone de los nervios.
ELLAS. Aznar, no; Aznar, r¨ªe. Que los socialistas quieran llenar de mujeres el Parlamento a fuerza de ley no obedece a otra cosa que a la intenci¨®n de copiarlo a ¨¦l o desviarle el centro: don Jos¨¦ Mar¨ªa ha llevado hasta cuatro mujeres a su mesa del Consejo de Ministros para que la educaci¨®n, la cultura, el medio ambiente, la agricultura y, sobre todo, la justicia vayan como nunca. Pero se desata la pol¨¦mica sobre la invasi¨®n femenina de las Cortes, mientras el jefe del Ejecutivo toma su caf¨¦ con leche, escucha su emisora preferida, y advierte que de nada le vale tener a Piqu¨¦ predicando centro. Llega a la conclusi¨®n de que el nuevo reparto sexista pudo haber sido una idea de Cristina Alberdi para ganar posibilidades de llegar a ser presidenta de la naci¨®n en tiempo r¨¦cord y, consternado a¨²n por la posibilidad de tan peligrosa rival, lo tranquiliza Luis de Grandes: "Puede producirse" -le anuncia- "un suicidio colectivo de los diputados sin plaza del PSOE". Aznar el met¨®dico carece de osad¨ªa y no har¨¢ suya una idea m¨ªa que respetuosamente le propongo para que su viaje progresista al centro sea cre¨ªble y seguido por todos. ?sta es: imponer la cuota femenina en un 99,9%, con Ana Botella incluida. Y ¨¦l, s¨®lo ¨¦l, entre ellas. Los hombres del PP aprender¨ªan a ganarse su sitio en un partido dominado por mujeres y en un Gobierno en el que la abundancia de la laca le har¨ªa reconsiderar a Aznar la conveniencia de volver a la gomina. Ya estoy imaginando la foto de ese Gobierno en la portada de Telva.
MILICIA. Caminar al centro exige ablandarse, afeminarse un poco, tirar lastre de macher¨ªo a la cuneta. Por eso ya no te van a hacer hombre ni en la mili. Acabar con la escuela de valores patrios ayuda mucho en el camino hacia el centro, y ahora, a poca vista que te falte, por un poco gordito que seas, algo patizambo, si tienes un acn¨¦ repugnante o est¨¢s algo mal de los nervios -qui¨¦n no sufre algo de eso- te libras de jurar a la guerra y de emplear esos artefactos de matar que tanto dinero le van a costar al Gobierno. Tambi¨¦n los soldados profesionales van a suponer un past¨®n para Eduardo Serra -el viaje al centro es muy caro- y eso que no ha previsto ¨¦l que le ocurra lo que ya sucede en el Ej¨¦rcito de Canad¨¢, seg¨²n nos cuenta este mismo peri¨®dico: que tenga que pagar la operaci¨®n de cambio de sexo de un profesional de las armas que se llame Pedro y quiera llamarse Domitila.
HOMBRES. Ellas queriendo copar el Parlamento y no nos van a quedar hombres ni en el f¨²tbol. Ese prodigio de macho que se llama Clemente -bronco, mal encarado, de respuestas por cojones- tambi¨¦n ha vuelto del verano dispuesto a centrarse: promete ser m¨¢s fino y sonre¨ªr con frecuencia. Se nos ablanda Clemente, se nos ablanda el pa¨ªs. Esta vez s¨ª que no lo va a conocer ni la madre que lo pari¨®.
POSDATA. Una lectora, que no es internauta, me pregunta si se ablandar¨¢ Villalonga: ?para caminar al centro atender¨¢ las demandas de rebajas de los pobres usuarios del tel¨¦fono que no quieren hablar con Hannover sino con un pariente impedido de dos calles m¨¢s arriba?
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