Fieles a la rutina

El toreo que les han ense?ado es pegar derechazos. La inmensa mayor¨ªa de los novilleros est¨¢n a los derechazos y si se van a los izquierdazos es por cumplir. As¨ª los que actuaron en Arganda del Rey.Tiempos malos vive el arte de torear, sostiene un servidor en evidente desacuerdo con quienes afirman que se viven momentos ¨®ptimos.

Como las verdades no son absolutas y adem¨¢s quien m¨¢s grita no es precisamente el que tiene m¨¢s raz¨®n, dej¨¦moslo en que el tiempo taurino que vivimos es absolutamente distinto al que caracteriz¨® la historia entera de la tauromaquia.

Durante la historia entera de la tauromaquia, el arte que nos ocupa consist¨ªa en que saliera un toro ¨ªntegro por los chiqueros, en que le dieran lidia, en que la suerte de varas fuese su fundamento, en que se manifestaran a lo largo del primer tercio la bravura y el temperamento, las querencias y los resabios del gal¨¢n, en que los diestros compitieran ejecutando quites, en que las banderillas avivaran su instinto embestidor, en que el espada le hiciera la faena de muleta adecuada a su estado y condici¨®n, en que le diese muerte por el hoyo de las agujas, de poder ser.

Naturalmente, seg¨²n fueran las dificultades del toro y las capacidades de los toreros, todo eso resultaba una m¨¢gica ascensi¨®n a los gloriosos espacios siderales o un desastre; pero ah¨ª est¨¢bamos. Ahora, en cambio, no es necesario complicarse tanto la vida: que salga uno y se ponga a pegar derechazos. Y en paz.

?sta es la fiesta que tenemos: ni toro, ni lidia; ni bravura ni mansedumbre; ni estado ni condici¨®n; ni faena adecuada ni muerte por el hoyo de las agujas: derechazos.

Los tres novilleros de Arganda del Rey no tienen culpa de nada, por supuesto. Ellos iban a lo que ven hacer cada tarde a las figuras y a lo que seguramente les han ense?ado: unos pases de tanteo, el novillo a los medios...; y los derechazos. Una tard¨ªa incursi¨®n al natural duraba poco. Y los derechazos otra vez.

C¨®mo les sal¨ªan esos derechazos, depend¨ªa. Domingo L¨®pez Chaves abr¨ªa mucho el comp¨¢s, le echaba genio a la ejecuci¨®n, templaba poco, se quitaba de enmedio al rematar y, l¨®gicamente, los pases no le sal¨ªan ligados. Javier de Esperanza, en cambio, mostr¨® un toreo reposado y gustoso, en diversos pasajes de sus faenas lo resolvi¨® con templanza y ligaz¨®n, y hasta algunos de sus naturales ten¨ªan ese aroma especial que es propio del toreo bueno.

Trap¨ªo de toro sac¨® el segundo de los novillos de Javier de Esperanza y la circunstancia a?ade m¨¦rito a su actuaci¨®n. Ese novillo-toro le peg¨® a la acorazada de picar tal arre¨®n que el picador y su castore?o salieron despedidos y cayeron pesadamente a la arena. No pas¨® nada grave, al parecer. Se incorpor¨® el picador y volvi¨® a cabalgar, vara en ristre, cara de pocos amigos, dispuesto a que no quedara impune la ofensa. Mas no hubo ocasi¨®n: cambi¨® el tercio el presidente porque el verdadero baldado era el toro.

Demasiadas flojedades sacaron los de Juan Antonio Ruiz -que es el famoso Espartaco- y esto dificult¨® la voluntariosa entrega de los toreros. Quiz¨¢ el m¨¢s perjudicado result¨® ser V¨ªctor de la Serna, cuyo primer novillo se debat¨ªa entre la invalidez y la acritud, y as¨ª no hab¨ªa manera. Parad¨®jicamente fue V¨ªctor de la Serna el que se emple¨® con mayor prontitud y empe?o en el toreo al natural, lo que revela su torera disposici¨®n. Al quinto de la tarde, otro serio y cuajado ejemplar, le peg¨® demasiado el individuo del castore?o y lleg¨® quebrantado a la muleta, sin apenas aliento para seguir el recorrido que intentaba marcarle V¨ªctor de la Serna.

Posiblemente estos tres novilleros, con otro concepto de la lidia y mejor escuela, ser¨ªan gente en la fiesta. Pero les han ense?ado la rutina, que es el camino m¨¢s r¨¢pido y directo para acabar en el mont¨®n.

Avisos en Albacete

Cinco avisos -y ning¨²n trofeo ni vuelta al ruedo-hubo en la primera corrida de la feria de Albacete, celebrada ayer, informa Efe.Con tres cuartos de entrada se lidiaron toros de Las Ramblas, flojos y descastados. Jos¨¦ Mari Manzanares, ovacionado en su lote. Enrique Ponce, aviso y silencio en los dos suyos. Vicente Barrera, dos avisos y silencio; aviso y silencio.