Rusia y Am¨¦rica Latina
En las ¨²ltimas semanas, varios seudoanalistas norteamericanos, as¨ª como diversos mercaderes de papel latinoamericanos, han procurado presentar los acontecimientos recientes en la regi¨®n con la mejor cara: insisten que al subcontinente le hubiera podido ir mucho peor en la actual crisis financiera internacional. Dicen -m¨¢s o menos socarronamente- que, comparados con Asia o con Rusia, pa¨ªses como Argentina, Brasil, Chile y M¨¦xico se podr¨ªan hallar en una situaci¨®n mucho m¨¢s dram¨¢tica de la que impera hoy en d¨ªa. Es cierto, alegan, que las bolsas de valores han experimentado mermas severas, pero no se han desplomado del todo; aceptan, resignadamente, que las tasas de inter¨¦s han subido, pero advierten que no se han disparado de manera estratosf¨¦rica; reconocen que las monedas han sufrido embates espor¨¢dicos de los especuladores, pero aducen que no se han desmoronado; concluyen que la llamada econom¨ªa real, es decir, el crecimiento econ¨®mico, la inflaci¨®n, etc¨¦tera, se encuentra sana y salva, si bien no en auge. Y, finalmente, los coristas de las corredur¨ªas y de los medios sostienen que la democracia latinoamericana goza de cabal salud; no se han producido ni golpes de Estado, ni revoluciones, ni motines entre Tijuana y la Patagonia.Aunque todo esto sea cierto, es tambi¨¦n ingenuo y abstracto. Para empezar, las estad¨ªsticas mismas resultan menos categ¨®ricas de lo que sugieren estas evaluaciones optimistas. Seg¨²n la siempre beata CEPAL, las econom¨ªas de la regi¨®n crecer¨¢n apenas un 3% este a?o, mucho menos que el 5% en promedio en 1997; m¨¢s aun, este c¨¢lculo fue efectuado a mediados de a?o, antes de que se manifestaran todos los efectos para Am¨¦rica Latina de las crisis financieras asi¨¢tica y rusa. La inflaci¨®n y los d¨¦ficit en cuenta corriente crecen r¨¢pidamente; se hunden los precios de las materias primas exportadas por la regi¨®n, desde el cobre hasta el petr¨®leo, y ello va a sacudir las cuentas externas. Las alzas de tasas de inter¨¦s internas, puestas en pr¨¢ctica para retener el capital especulativo, pueden desatar severas tensiones recesivas. Si a estas realidades y previsiones sumamos los verdaderos descalabros de las ¨²ltimas semanas en las bolsas de valores latinoamericanas, el panorama es mucho menos halag¨¹e?o que aquel descrito por los medios y los analistas. S¨®lo lo favorece la comparaci¨®n con otras zonas de desastre.
De hecho, existen dos razones adicionales para mostrar preocupaci¨®n y escepticismo ante la capacidad del hemisferio para capear la actual tormenta. La primera tambi¨¦n es de ¨ªndole comparativa, pero desde una perspectiva diferente. La mayor¨ªa de las naciones de la regi¨®n empiezan apenas a salir de un doloroso, largo y costoso proceso de reformas econ¨®micas justamente an¨¢logas a las que ahora se le quiere recomendar a Rusia y a los pa¨ªses de Asia. A ra¨ªz de la anterior crisis internacional en 1982 -o choque externo, como acostumbran a llamarlo los economistas-, cuando las tasas de inter¨¦s reales alcanzaron niveles ins¨®litos y una recesi¨®n estadounidense redujo dr¨¢sticamente los precios de las materias primas, Am¨¦rica Latina se hundi¨® en lo que despu¨¦s se llamar¨ªa la d¨¦cada perdida. La consiguiente crisis de la deuda externa inaugur¨® una larga y profunda recesi¨®n, y a su vez incentiv¨® una serie de reformas econ¨®micas: la liberalizaci¨®n comercial, las privatizaciones, la apertura a las inversiones extranjeras. El objetivo era recuperar el crecimiento y lograr que la regi¨®n fuera menos vulnerable ante los choques externos que hab¨ªan destruido en varias ocasiones sus econom¨ªas, su tejido social y sus reg¨ªmenes pol¨ªticos. Hacia mediados de los a?os noventa, la mayor¨ªa de las naciones del ¨¢rea hab¨ªan consumado su proceso de reforma, y s¨®lo esperaban cosechar los frutos de sus esfuerzos.
El sentido de dichos esfuerzos radicaba precisamente en poder resistir al tipo de turbulencia que ahora azota a la regi¨®n, y poder tambi¨¦n seguir por el camino del crecimiento y del bienestar al margen de los acontecimientos en el resto del mundo, o en todo caso s¨®lo sufriendo da?os menores. Si ahora resulta que, a pesar del enorme costo y dolor infligidos a los pueblos de Am¨¦rica Latina desde 1992 s¨®lo habr¨¢ diferencias de grado entre los choques anteriores y el actual, dif¨ªcilmente habr¨¢ valido la pena. La crisis asi¨¢tica con la que empez¨® el caos actual a¨²n no cumple a?o; es demasiado pronto para conocer a ciencia cierta el costo para Am¨¦rica Latina. Pero el riesgo de verse afectada igual que antes crece d¨ªa a d¨ªa.
En segundo lugar, la l¨®gica principal de las reformas fomentadas durante los ¨²ltimos 15 a?os consisti¨® en la creaci¨®n de un amplio y competitivo sector exportador de productos no tradicionales: autopartes, flores y frutas, entre otros. En lugar del desarrollo "hacia dentro" del medio siglo anterior, ahora Am¨¦rica Latina iba a prosperar gracias a sus ventajas comparativas, a la inversi¨®n extranjera y a la apertura de mercados for¨¢neos. Y, en efecto, en muchos pa¨ªses las reformas arrojaron un cierto ¨¦xito. Pero ahora se enfrentan a la madre de todos los retos: contender con una recesi¨®n real en Asia y con una recesi¨®n hipot¨¦tica, pero cada d¨ªa m¨¢s probable, en Estados Unidos. Pa¨ªses tales como Chile, Per¨² y Brasil han ampliado sus ventas en Asia; las exportaciones mexicanas a Estados Unidos se encuentran en pleno auge. Pero ?qu¨¦ suceder¨¢ ahora si se desploma la demanda en estos mercados de exportaci¨®n, as¨ª como ha sucedido en Asia, o si se reduce de manera significativa como puede acontecer en Estados Unidos? Las cuentas externas de pa¨ªses como Brasil, Chile y M¨¦xico ?se ver¨¢n nuevamente devastadas por una recesi¨®n mundial, al igual o m¨¢s que antes? Las finanzas p¨²blicas de Gobiernos como el chileno, el venezolano y el mexicano, ?se ver¨¢n quebrantadas por el colapso en el precio del petr¨®leo y el cobre, tal y como ocurri¨® en los a?os ochenta, y mucho m¨¢s dr¨¢sticamente en los a?os treinta? En una palabra: ?Am¨¦rica Latina realmente es hoy menos vulnerable a las recesiones del mundo industrializado que antes, o no hay nada nuevo bajo el sol en la regi¨®n?
Por ¨²ltimo, la historia pol¨ªtica tambi¨¦n cuenta. La democracia representativa no surgi¨® en Am¨¦rica Latina a mediados del decenio anterior, piensen lo que hayan pensado Ronald Reagan y uno que otro estudiante estadounidense de posgrado disfrazado de corresponsal extranjero o de analista de las corredur¨ªas de Wall Street. Las crisis econ¨®micas en Am¨¦rica Latina se han visto acompa?adas de golpes de Estado, de revoluciones, de conflictos sociales y de violencia desde tiempos inmemoriables, y en particular a lo largo del siglo XX. Tal vez ahora las cosas s¨ª cambiaron, y la estabilidad pol¨ªtica no se ver¨¢ mermada por el desorden econ¨®mico y financiero. Y tal vez no; la paciencia, antes de llegar a una conclusi¨®n definitiva, es a la vez una virtud duradera y un buen consejo en nuestras latitudes meridionales.
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